ERC y PSOE dan por hecho el pacto y la investidura antes de Reyes

Los republicanos insisten en la vía unilateral y reclaman a la Abogacía del Estado un «gesto concreto» sobre la inmunidad de Junqueras

Marta Vilalta, Pere Aragonès y Roger Torrent, con Gabriel Rufián detrás, ayer en el congreso de ERC EFE

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Investidura antes de antes de fin de año, o en vísperas del día de Reyes a más tardar. La negociación entre el PSOE y ERC está encarrilada y Pedro Sánchez será con probabilidad presidente del Gobierno en los próximos días, para lo que contará con el apoyo de uno de los partidos que hace poco más de dos años lideró (junto a JpC y la CUP) el golpe secesionista en Cataluña . Fuentes de ambos partidos especulan ya con las fechas para la sesión de investidura, dando por descontado que el acuerdo, sin haberse cerrado oficialmente, es inminente. La Moncloa y Ferraz abogan por una investidura exprés antes del día 30, mientras que miembros de la dirección de ERC apuntaban ayer a un abanico algo más amplio, extendiendo el plazo hasta el 5 de enero, en cualquier caso antes de Reyes. La posibilidad de que la investidura pueda celebrarse en domingo, a la par que las cabalgatas, no agrada al Gobierno, pero no se descarta dado lo ajustado de los plazos y la necesidad de que ambos partidos reunan antes a sus direcciones.

Sea cual sea la fecha, el principal escollo se superó ayer después de que Esquerra Republicana celebrase sin mayores quebrantos un congreso donde la militancia avaló la estrategia negociadora de la dirección y cuya ponencia política fue aprobada de manera amplísima (93% de los votos) —una ponencia donde sigue recogiéndose la vía unilateral como posible salida política—. Fue en ese mismo congreso donde el presidente del partido, un Oriol Junqueras que intervino desde la prisión de Lledoners mediante un audio grabado, proclamó que «la independencia es irreversible y un nuevo referéndum, inevitable (...). Nuestra propuesta de solución sigue siendo la misma, la independencia de Cataluña», explicó sin que, en estos tiempos, ello sea incompatible con llegar a un acuerdo con el mismo PSOE al que hasta no hace mucho demonizaba ERC como el partido de la represión.

Por parte del Gobierno, allanando también el terreno para el acuerdo, habló desde Córdoba la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo: «Nosotros sabemos perfectamente cuáles son los postulados del independentismo. Ellos conocen cuáles son los postulados del socialismo, muy contrarios a eso, pero entre diferentes tenemos que encontrar un salida para Cataluña». Hay confluencia.

«Rompehielos»

En el congreso de ERC, que tanto los republicanos como el PSOE reconocían como el último escollo para el acuerdo, se hizo en realidad un ejercicio de contorsionismo político, en el que las proclamas maximalistas y la reafirmación en los postulados del partido fueron en realidad el marco que encuadró el verdadero objetivo de la dirección del partido ayer: preparar a la militancia para el acuerdo con el PSOE. «Hace falta abrir procesos políticos, y ERC asume el papel de rompehielos de los muros que impiden hacer política» , apuntó ayer el coordinador nacional de los republicanos y vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, que trazó con claridad lo que viene a partir de los próximos días: «Tendremos que tomar decisiones complejas, asumir responsabilidades, aunque esto comporte momentos de éxitos y otros en los que los veremos lejos».

El paso que se dispone a dar ERC es trascendente, y nada fácil para un partido que ha visto esta semana como la figura de Carles Puigdemont se veía reforzada tras la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre la inmunidad de Junqueras, algo, no obstante, que obligó al propio líder de ERC a recordar el viernes que «no se debe parar la negociación en ningún caso». Lo dijo Junqueras pocas horas antes de que su partido congelase aparentemente las negociaciones con el PSOE a la espera, dijeron, de que la Abogacía del Estado se pronunciase respecto de la inmunidad de Junqueras, una disonancia más aparente que real.

La negociación en realidad ya estaba encauzada, y muchas de las idas y venidas de ERC estos últimos días se explican por la necesidad de que el partido no aparezca ante el independentismo como demasiado entregado a los brazos del PSOE , demasiado autonomista. Juego táctico en el contexto de la guerra civil que libran ERC y JpC por el liderazgo de lo que son, en realidad, los restos que ha dejado el naufragio del «procés».

En este capítulo, los republicanos no escatimaron en ataques nada velados contra sus socios de gobierno de Junts per Catalunya, anticipándose a las arremetidas que ya asumen que recibirán por parte de este partido y sus terminales mediáticas abonadas al discurso de la «traición a Cataluña». Una repetición de la guerra de desgaste a la que CDC sometió de manera inclemente a ERC cuando en 2003 los republicanos armaron junto al PSC e ICV el primer tripartito, desdeñando un acuerdo en clave patriótica,

Así, mencionaron la insolidaridad de los neoconvergentes, que esta semana criticaron el acuerdo de Presupuestos alcanzado por Aragonès con los comunes de Colau, o el «fuego amigo» recibido repetidamente desde Junts. «Hay ataques que nos han llegado de demasiado cerca», lamentó Aragonés ante representantes de JpC, La Crida y el PDECat , los tres partidos que tutela Puigdemont. De fondo, los preparativos ante la contienda definitiva que se avecina en las próximas elecciones autonómicas.

En este contexto, y mientras se preparaba el terreno para el pacto, ayer también se insistía en las exigencias al PSOE para facilitar la investidura: una mesa de diálogo político, el fin de la «represión» y un posicionamiento favorable del Gobierno para que la judicialización dé paso a una negociación política -tesis que la ministra-portavoz Celaá ya asumió como propia este viernes tras el Consejo de Ministros-. Reclamaciones se endiente que ya asumidas por el PSOE a las que ahora se suma otra más directa: un «gesto concreto» por parte de la Abogacía del Estado (que depende directamente del Gobierno) tras la sentencia del TJUE sobre Oriol Junqueras. El último empujón.

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