El sospechoso de la desaparición de Yéremi, en libertad

La familia pedirá esta semana la reapertura del caso con nuevos datos y declaraciones

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Antonio Ojeda, «el Rubio», cuando fue condenado a cinco años por abusar de otro niño EFE | Vídeo: AT

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Antonio Ojeda Bordón, «el Rubio», 60 años, sale mañana de prisión licenciado. Nadie le esperará con los brazos abiertos. Ha cumplido una condena de cinco años por abusar de un niño de nueve años en 2012 en Vecindario (Gran Canaria) y para la Guardia Civil, para una familia y un pueblo entero sigue siendo el único sospechoso de la desaparición de otro menor: Yéremi Vargas-. El azar ha unido dos fechas que nunca deberían haberse cruzado: el fin de la pena del Rubio, ingresado en la cárcel de canaria de Salto del Negro, y el día en el que se cumplen trece años desde que Yéremi se evaporó en tres minutos.

Yéremi tenía siete años y jugaba con sus primos en un solar de Vecindario el 10 de marzo de 2007. Cinco minutos después ya no estaba. La Guardia Civil interrogó a decenas de personas, incluido «el Rubio», sin hallar ni rastro. La UCO se sumó a la búsqueda del pequeño desde el principio. Los testigos hablaban de un Opel Corsa blanco en las inmediaciones de aquel descampado y los agentes, que pidieron colaboración ciudadana, llegaron a revisar 30.000 coches de ese modelo.

El coche de la confusión

Al cabo de casi una década y miles de gestiones, un testigo habló de que el coche buscado, el que él vio, llevaba las pegatinas de unas palmeras. Esa era una característica del modelo Oasis del Renault 5, un turismo que cuando desapareció Yéremi utilizaba «el Rubio». Nuevos testigos se refirieron a ese vehículo en la zona en que ocurrieron los hechos y uno más situó a Ojeda en la calle en la que vivía el menor. Ya entonces sabían que aquel sábado un individuo con gorra de visera y gafas oscuras merodeaba por las cercanías del solar, un atuendo que solía lucir el sospechoso.

En junio de 2016 el final de la misteriosa desaparición parecía más cerca que nunca. Ojeda estaba ingresado en la cárcel de Algeciras por agredir sexualmente a un niño de nueve años al que se llevó a su chabola con engaños (le dijo que le iba a regalar una bicicleta). El interno reveló a su compañero de celda que había visto cómo quemaban a Yéremi después de matarlo. Acusaba a otro conocido del pueblo, pero se situaba en el escenario del crimen. Los investigadores le tomaron declaración en la cárcel como investigado por la detención ilegal y el homicidio del menor.

Los indicios contra Ojeda se acumulaban. La Guardia Civil esgrimió el patrón de conducta con niños de este individuo violento, expracticante de lucha canaria, del que ni su familia ni nadie de su entorno quería saber nada. Tenía antecedentes por violencia de género, lesiones y atentado a agente de la autoridad, y varios hijos de diferentes parejas con los que la relación era inexistente. La UCO entregó al juez un atestado con el relato de todos los indicios recabados.

El titular del Juzgado de Instrucción número 2 de San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), Juan Manuel Hermo, instructor del caso, interrogó al Rubio, a su exmujer, a varios familiares más, a dos de sus compañeros de celda, uno en la cárcel de Algeciras y otro en la de Salto del Negro, y al resto de nuevos testigos. En octubre de 2017 decretó el archivo del caso y vapuleó a los investigadores asegurando que se basaban en «afirmaciones y valoraciones subjetivas ya esgrimidas» y cuestionando los diez años de pesquisas.

Recusación del juez 

El malestar entre los investigadores y el juez llegó a tal punto que la Guardia Civil presentó una queja. El Consejo General del Poder Judicial sancionó al magistrado con una multa de 500 euros y un apercibimiento por falta leve. La Audiencia de Las Palmas confirmó en marzo de 2018 el archivo de la causa ante la impotencia de la familia. El tribunal admitía la «extrema gravedad» del caso y que «todo esfuerzo» que se pueda hacer para averiguar qué le sucedió al pequeño o dónde está resulta «insuficiente y es exigible agotar hasta sus últimas consecuencias el buen fin de la investigación». Además reconocía «el esmero y la laboriosidad» de la Guardia Civil, pero coincidía con el instructor en que no había ningún indicio «suficientemente sólido» para incriminar «a Antonio Ojeda, ni a ninguna otra persona».

El varapalo no arredró a Ithaisa Suárez, la madre de Yéremi, con escasos recursos y voluntad de hierro, ni al resto de su familia. Desde julio pasado están en manos del abogado Marcos García-Montes que esta misma semana, coincidiendo con la libertad de Ojeda, pedirá la reapertura de la causa y la recusación del juez instructor.

El letrado explicó a ABC que aportarán nuevas diligencias para seguir investigando. Sin desvelar su contenido, García-Montes asegura que el Rubio, su exmujer y otros familiares revelaron datos en sus declaraciones que nadie conocía, igual que los dos presos citados. Ithaisa dice que la salida de prisión del Rubio le provoca «rabia, miedo y preocupación». No quiere que aparezca por Vecindario, donde nadie le espera. «Mi hijo no está y él sí».

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