UME, de los desastres del fin del mundo a desplegar quitanieves en La Castellana

La Unidad Militar de Emergencia opera con 600 efectivos en la capital, el Ejército de Tierra, con 400

La UME trabaja con los quitanieves para despejar las grandes arterias de la capital ABC

L. L. CARO

El caos de la nevada de 2018 en la AP-6, cuando el Ejército tuvo que rescatar a miles de atrapados en la autopista de peaje entre Segovia y Ávila que no cerró a pesar de las advertencias, ha sido la lección más útil que se ha aplicado en la M-40 de Madrid. Quién lo iba a decir. La Unidad Militar de Emergencias (UME), curtida en mil desastres de montaña, incendios, inundaciones y demás escenarios del fin del mundo, desplegada en la capital para abrir paso en los cinturones urbanos, entre rascacielos, a golpe de zapador. En el mismo Paseo de la Castellana, milla de oro y arteria en el corazón de España, insólitamente sepultada en hielo.

Lo de la AP-6 lo recuerda el jefe de Comunicación de la Unidad, Aurelio Soto, para decir que de esto de entrar a bajo cero a sacar gente de coches encallados hasta media puerta en aludes congelados , algo ya saben. «Es una situación extraordinaria, pero no creo que podamos decir que estamos desbordados… aunque estamos trabajado muy duro», resumía en plena rabia del temporal. Sin quitar gravedad. Conviene pensar en la dimensión de la tarea: «En un terremoto, desescombras un kilómetro y se queda despejado a no ser que haya una réplica, y un edificio que se cae no se va a volver a caer… pero en una nevada como la que hemos encontrado en Madrid, avanzas y por donde has pasado se está acumulando la nieve otra vez ». Te cierra de nuevo el paso y toca limpiar donde ya habías limpiado. Ahí es nada.

La activación de la UME en Madrid se produce a medianoche del viernes. Vehículos bloqueados en la A-3, A-4 y A-5 de la Comunidad, y M-30, M-40, M-45 y M-50, sorprendidos muchas veces sin combustible mínimo para mantener el motor en marcha y sobrevivir con la calefacción. Son momentos agónicos. Sale el batallón procedente de Torrejón de Ardoz (Madrid), luego el de Ferral del Bernesga, en León.

Lo primero ante un embolsamiento es conseguir abrir un camino para poder adentrarse en el atasco helado y dar una asistencia de urgencia. Mantas, agua, algo caliente, llevarse a los niños, a los mayores... No es la inhóspita pampa blanca de la AP-6, sino la boca de un túnel de la Calle 30 que parece el invierno en Toronto. Lo nunca visto. Detrás tienen que acceder las quitanieves, máquinas de ingeniero, las autobombas. Se impone pues desplazar los coches a arcenes y medianas empujando , incluidos los conductores, lo que literalmente exige remover quintales de nieve que agarran los bajos y entierran las ruedas. Hay que darle a la pala, también las trae la UME. Y lo dicho, según despejas un tramo, la nevada lo va cegando otra vez.

Doce horas después de poner en marcha el operativo, sábado a mediodía, se ha liberado a 1.500 personas en Madrid. Habrá que esperar otras siete para que las autoridades notifiquen que ya no queda nadie bloqueado en ninguna vía de la región.

La quitanieves arrastra por la Castellana devenida en paisaje de tundra. Es una de las fotos para la historia de este episodio nacional. Hay coches tirados aquí y allá, abandonados por sus dueños según se fueron viendo acorralados, que dificultarán los desplazamientos de la UME y la siguiente misión, recuperar los accesos a los hospitales. El primero, el militar Gómez Ulla, luego el Gregorio Marañón, La Paz... también Mercamadrid, estación vital de abastecimiento de la España interior.

Los 98 efectivos activados inicialmente en Madrid son más de 200 pasadas las primeras 24 horas y ayer sumaban cerca de 600 , una cuarta parte de ellos entregados a desobstruir las pistas del aeropuerto. Vienen de Zaragoza y los que acaban de operar en Yeste, provincia de Albacete, y el domingo por la tarde parten de Sevilla 33 más con excavadoras pesadas para apoyar los trabajos.

Junto con la UME salen a las calles los del Ejército de Tierra. Curiosa vida esta de los últimos meses , en los que se ha visto a los militares no una, sino dos veces, desplegados a lo grande en el centro de Madrid. Como en los años del blanco y negro . La primera fue en marzo, por el confinamiento. Ayer se emplearon, entre otros, en trasladar a pacientes renales a sus respectivos centros de diálisis y la Brigada Paracaidista puso en marcha los todoterreno Vamtac para llevar a 63 controladores aéreos a Barajas. Una operación propia de un teatro de guerra.

En la UME, todo hay que decirlo, les apura lo suyo el protagonismo. El portavoz jefe, también el oficial de prensa, capitán Manuel González, no hilan cuatro frases sin decir que no actúan solos. Guardia Civil, Policía Nacional, Protección Civil, Bomberos, servicios municipales, Cruz Roja... que sin ellos no habrían sido «capaces de hacerse con la situación». La de arreglar el caos de la AP-6 pero en Madrid, vía Paseo de la Castellana.

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