El Khayam, en un momento de la entrevista con ABC
El Khayam, en un momento de la entrevista con ABC - JOSÉ RAMÓN LADRA

«Ceuta y Melilla son zona de paso de armas para terroristas»

Abdelhak El Khayam es el director general de la Oficina Central de Investigación Judicial, conocido como el FBI marroquí

Madrid Actualizado: Guardar
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Abdelhak El Khayam tiene en sus manos la máxima responsabilidad de la lucha contra el terrorismo en Marruecos, y es por tanto alguien de la máxima relevancia también para España. «La colaboración entre nuestros países es óptima, como lo demuestran los resultados obtenidos», afirma. Esta semana ha visitado nuestro país, invitado por la Fundación de Cultura Árabe. Tranquilo, amable y con una claridad llamativa, analiza en esta entrevista la situación en esta materia tan sensible para nuestra seguridad.

-La crisis de los refugiados de Siria es un reto, sin duda, y ante todo humanitario. ¿Considera usted que también lo es desde el punto de vista de la seguridad?

-Evidentemente, Marruecos y España estamos muy vigilantes ante esta crisis y los flujos de desplazamientos de decenas de miles de personas que se están produciendo.

Hasta ahora las redes terroristas explotaban dos vías, que eran el tráfico de armas y la inmigración ilegal. Ahora Daesh ha visto una oportunidad en esta crisis de los refugiados de intentar introducir a terroristas entre esas personas para atacar a Europa. Esta es la realidad, pero no se puede perder de vista que sobre todo estamos ante una crisis humanitaria de enormes dimensiones.

.-¿Hay ONG que aprovechan esa cobertura para sembrar la semilla de la radicalización entre los refugiados sirios?

-Insisto en que a estos flujos de refugiados sirios hay que tratarlos como personas que huyen de la guerra, pero la situación también nos obliga a estar vigilantes, respecto a ellos y a todas las organizaciones que trabajan con ellos. Por supuesto, no decimos que no deba haber ONG sobre el terreno que los ayuden y atiendan en sus necesidades, pero se trata de vigilar su actividad.

-¿Cree que la solución a los problemas de Siria es una intervención militar?

-La intervención militar que se está produciendo en Siria ha permitido disminuir la influencia de Daesh en este país, donde poco a poco los terroristas están perdiendo el control de territorios que antes ocupaban. Ahora bien, nos preocupa que los yihadistas se hayan trasladado en buena medida a Libia, y si están en Libia están muy cerca de Marruecos, y por tanto de España. Y eso es muy peligroso para nuestros países. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que se han apoderado de gran parte del arsenal militar de Gadafi, lo que da idea de la amenaza.

-Para España y el resto de Europa es clave que Marruecos sea un dique de contención del yihadismo, no solo de Daesh, sino también de Al Qaida del Magreb Islámico, que actúa en la zona del Sahel...

-Efectivamente, Marruecos se ha convertido en una barrera para frenar la expansión del yihadismo y de otro tipo de delincuencia hacia Europa, y estamos haciendo un buen trabajo en ese sentido. Ahora bien, tenemos un problema, que es la falta de cooperación en la región del Magreb. Argelia no quiere colaborar y eso nos complica aún más las cosas. Queremos controlar todo nuestro país, pero hay zonas, como la del Sahel y Tinduf, en las que si no hay intercambio de informaciòn Daesh puede asentarse. No es un peligro teórico; últimamente hemos detectado en las operaciones antiterroristas que entre los detenidos hay gente del Frente Polisario, saharauis que se han incorporado a esas células. Por eso hemos redoblado la vigilancia, porque hemos detectado que Daesh quiere introducirse en la región del Sahel y del Sahara, y eso es un serio peligro.

-Es un peligro para su país, pero también para España, porque no hay que olvidar que están las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y la cercanía con la Península... ¿Hasta qué punto hay una permeabilidad entre esas ciudades y Marruecos en lo que se refiere al tránsito de yihadistas?

-Hemos notado últimamente, en la última operación en Nador, que hay células que en efecto operan a ambos lados de la frontera. Somos muy conscientes de la situación en las dos ciudades y hemos redoblado la vigilancia en las zonas próximas a Ceuta y Melilla, porque es un gran problema para nosotros y para España.

-¿Cuántas de esas células que quieren operar a ambos lados de la frontera se han detectado en la zona? ¿De qué recursos disponen?

-Tenemos esta región muy vigilada, y últimamente hemos desmantelado en el marco de la colaboración con nuestros colegas españoles cuatro células yihadistas con conexiones con Ceuta y Melilla. Hemos constatado además que estas células, de momento, solo trabajan en el reclutamiento de combatientes para enviarlos a Siria e Irak. Tenemos además otro dato que es muy importante: la mayoría de las armas que hemos intervenido vienen o de Argelia, país con el que como ya he dicho la colaboración es nula, o desgraciadamente de las propias Ceuta y Melilla.

-¿Qué lectura hace de eso?

-Ceuta y Melilla son ciudades de paso de esas armas, no decimos que procedan de allí. Pasan por allí. La mayoría de esas armas proceden de Bélgica, atraviesan Francia y llegan a esas ciudades, desde las que son llevadas a Marruecos. Hay redes de tráfico de armas instaladas en Bélgica que utilizan esa ruta.

-¿Ese país ha actuado hasta ahora con la diligencia necesaria?

-En 2008 desmantelamos una célula cuyo cabecilla estaba en Bélgica. A raíz de aquella operación los servicios de inteligencia de mi país transmitieron una información de suma importancia para ellos. Les explicamos que a un señor que habíamos detenido en Marruecos le intervinimos armas procedentes de Bélgica y que además había confesado asesinatos perpetrados en su país. No solo no se detuvo al cabecilla, sino que hubo presiones por parte de algunas ONG para que lo liberasen. Todos los detenidos tras los atentados tienen vínculos con aquella célula que desmantelamos. En la situación actual, los belgas, después de los atentados de Molenbeek, han comenzado a cambiar de actitud y se plantean cambiar su legislación sobre armas.

-Otro de los aspectos que más preocupan a España es la figura de los retornados, tanto los que regresan a nuestro país como los que viajan a Marruecos. ¿Cómo afrontan ustedes esta amenaza?

-Nuestro país es pionero en la vigilancia de los retornados de Siria e Irak. Tenemos una ley antiterrorista que se aprobó en 2003, pero reformada en 2014 para hacerla más eficaz, precisamente para abordar el fenómeno de los retornados. En virtud de ese texto legal le está prohibido a cualquier ciudadano viajar a las zonas de yihad. Si vuelven a Marruecos se enfrentan a penas de prisión de entre cinco y quince años. Por tanto, tenemos un importante arsenal legal para combatir este fenómeno. Nos gustaría que los países europeos también siguieran esta política preventiva, porque el objetivo de las organizaciones terroristas es enviar a combatientes a sus países de origen para que cometan atentados.

-¿Hay cifras concretas de retornados a Marruecos y de cuántos están en prisión?

-En estos momento tenemos 1.579 personas identificadas, 758 en las filas de Daesh, 100 con el grupo Harakat Sham al-Islam y 52 con Jabbat Al Nusra (filial de Al Qaida en la zona). Los retornados son 190, entre ellos 59 mujeres. Hay además 499 marroquíes que han muerto en el campo de batalla. Entre los que se han ido, hay 300 niños que partieron con sus familias, de los cuales trece ya han retornado.

-Con sus leyes en la mano, se entiende que cualquier retornado que ponga un pie en Marruecos es encarcelado de inmediato...

-Se les detiene, se les pone a disposición judicial y se les encarcela. Pero es importante destacar que se mantiene el diálogo abierto con personas implicadas en actividades terroristas dentro de las cárceles. Hay muchos líderes radicales que han revisado sus opiniones y se han integrado en la vida política, hasta el punto de que tenemos gente que ha estado diez años en prisión y que ahora está afiliada en partidos políticos. Antes decían que la política estaba prohibida, pero han cambiado de opinión.

-Otra de las actividades delictivas que ayudan a la expansión del terrorismo islamista es la falsificación de documentos. ¿Cuál es la situación en Marruecos en este asunto?

-La falsificación de documentos se hace en todo el mundo, no solo en Marruecos. Lo que hemos hecho es el pasaporte y el DNI con datos biométricos para evitar en lo posible su falsificación, pero evidentemente no podemos decir que la hayamos erradicado. En las últimas células desarticuladas hemos detectado que hay una gran actividad de falsificación en el sur de Argelia para facilitar el viaje de combatientes a Siria e Irak.

-Ya son varias las referencias que ha hecho a Argelia como un país que es foco de problemas en la lucha contra Daesh. ¿Cómo va a gestionar Marruecos este asunto?

-Tenemos que ser conscientes de que el terrorismo es un fenómeno mundial, no solo de una región, y requiere la colaboración de todos los países. Cuando tenemos a un vecino con el que la colaboración es nula, significa que tenemos que redoblar la vigilancia. Nosotros somos capaces de defender nuestro territorio, pero hay un país con fronteras comunes que no ayuda en nada a luchar contra esta lacra. Se ha constatado a través de Wikileaks que el Gobierno argelino está coordinando operaciones con Mokhtar Belmokhtar, uno de los terroristas más buscados de la zona del Magreb. No lo decimos nosotros, lo dice la organización de Julian Assange, y es un peligro para mi país.

-El ministro del Interior marroquí visitó recientemente nuestro país, y una de las conclusiones a las que llegó con su colega español es que habría que extender el modelo de colaboración a otros países del Magreb. ¿Lo ve posible con Argelia?

-No, por desgracia, y lo lamentamos. Nosotros no queremos atentados ni en Argelia ni en ningún otro país. Tenemos la mano tendida, el intercambio de información es imprescindible. Estamos abiertos, porque la situación es muy preocupante. Ahí está Libia, o lo que ocurre en la región del Sahel, y tanto Argelia como nosotros tenemos una situación estratégica en esta región. Así que la colaboración entre todos los países de la zona, Túnez, Libia, Argelia, Marruecos y Mauritania, debe ser total para evitar el peligro de las redes terroristas de la región.

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