El TSJ de Andalucía revisa si Ana Julia se ensañó con Gabriel Cruz antes de matarlo y debe aumentar la pena

Si la prisión permanente revisable fuera eliminada, -como de siempre defiende el PSOE hoy en el gobierno y todos sus socios-, el futuro de Ana Julia Quezada en prisión quedaría sujeto a los delitos a los que fue condenada por el crimen de Gabriel Cruz y los agravantes reconocidos en la sentencia. Entre estos últimos se contempló el de parentesco, pero nunca el de ensañamiento, profusamente reclamado por la acusación como circunstancia demostrable y clave de la muerte del niño, y que ante la hipotética derogación de la máxima pena privativa de libertad que pesa sobre Ana Julia, añadiría a su cuenta 5 años de reclusión.

Desde esta perspectiva, pero también desde la del deseo de los padres de que los hechos que desembocaron en el asesinato de Gabriel cristalicen en verdad judicial, cabe entender el calado de la vista que mañana celebra el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Una vista llamada a abordar una triple apelación : la de la defensa, que pide la repetición del juicio, entre otros, por considerar que hubo un juicio paralelo consecuencia del circo mediático que esta misma parte alimentó. Otra, la de la Fiscalía, que pide que se retiren los delitos contra la integridad moral de los que el Jurado consideró culpable por unanimidad a la acusada, y que suman dos años y medio de prisión. Y frente a estos dos actos que buscan la rebaja de la pena, hay una apelación más, la de Ángel Cruz y Patricia Ramírez, que nunca hubiera existido de no presentarse las anteriores. Pero que, vistas las circunstancias, insta a que se corrijan errores y carencias del primer fallo por los que creen que han quedado perjudicados los intereses de su hijo.

Por escrito y a través de un vídeo protagonizado por la madre, la acusación recuerda que «la manera de matarlo (a Gabriel) fue de una brutal violencia, ensañamiento y desgraciadamente, larga» , una certeza que surge casi nueve meses después del crimen «cuando se levanta el secreto de las actuaciones» y con la «copia de los informes de autopsia y anatomía patológica» a la familia se le dice que el niño «fue asfixiado por sofocación y que sufrió al defenderse, así como que existen diferencias importantes entre los informes preliminares de su muerte y finales, como el hecho de una lesión que puede ser coincidente con un golpe y que no se vio inicialmente en la autopsia porque estaba tapada por el pelo».

Tal y como Patricia Ramírez describió en la entrevista ofrecida a este diario y publicada el pasado 24 de diciembre, «especialistas en medicina interna, neurólogos y neurocirujanos» independientes a los que recurrieron, coincidieron en que el pequeño «presentaba heridas y traumatismos que necesitan tiempo en vida para formarse» y que indican, por tanto, que Gabriel sufrió una agonía prolongada antes de que Ana Julia le diera muerte. Tales conclusiones no fueron tenidas en cuenta por la juez, en cuyas instrucciones al jurado sobre los hechos probados -sostiene la madre- desacreditó estas periciales que documentan el ensañamiento y apuntó «hacia el asesinato con alevosía».

En el escrito que han difundido, los padres no ocultan el «dolor» y el «nudo» que les produce revivir lo sucedido mientras «luchan» por seguir protegiendo en honor a la memoria del niño «los detalles más escabrosos» , «imágenes e informes», con independencia de lo cual subrayan que su «responsabilidad» es que se haga justicia y «protegernos, protegernos a todos impidiendo que esta mujer (Ana Julia Quezada) haga daño a nadie más».