Antonio Baños, candidato a la presidencia de la Generalitat por la CUP
Antonio Baños, candidato a la presidencia de la Generalitat por la CUP - Efe

Retablo de la muerte de Artur Mas

«Baños no es Junqueras y si ha dicho que no hará presidente a Mas, no lo va a hacer, por mucho que Convergència le presione»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En un ejercicio de honestidad política y personal que le honra, Antonio Baños ha admitido que el independentismo no ha ganado su plebiscito y se ha mantenido firme en su inequívoca promesa electoral de no favorecer la investidura de Artur Mas.

Hay una historia menor, pero significativa, que explica cómo es Antonio Baños. En una época de mi vida en que tuve mucho dinero y poca preocupación en gastarlo, solía prestar a cualquier amigo que me lo pedía. «Prestar» es una forma de decirlo, porque había aprendido de mi abuela que si esperas que te devuelvan el dinero que has dejado, pierdes el montante y al amigo.

Conocí a Antonio en «La Vanguardia», en 1995, y aunque éramos y somos muy distintos, siempre le he considerado mi amigo y un tipo íntegro y admirable.

Le han intentado comprar tantas veces, sin ningún éxito, que hasta me parece conmovedor que haya quien lo continúe intentando. Bien, el caso es que en aquellos años extravagantes, me pidió un día una cantidad determinada y me prometió que tal día me la devolvería.

Le di el dinero sin conceder ninguna importancia ni a su promesa ni mucho menos a la fecha, y hoy 28 de septiembre del año 2015, yo, Salvador Sostres Tarrida, de 40 años de edad, vecino de Barcelona, hijo de Joaquín y de Montserrat, estoy en disposición de muy solemnemente afirmar que no sólo don Antonio Baños Boncompain me devolvió la totalidad del dinero el día exacto en que se había comprometido a hacerlo, sino que es la única persona en mi vida que lo ha hecho.

Antonio Baños no es Oriol Junqueras y si ha dicho que no hará presidente a Mas, no lo va a hacer, por mucho que Convergència le presione, que le va a presionar, y bastante. No sé que es más ridículo, si intentar comprar a Antonio o intentar asustarle. Baños no es de los que se va a un rincón a llorar porque no ha podido aguantar el juego sucio de los malos. Un día me dijo que la diferencia entre él y yo, es que yo conocía las ciudades por sus distintos restaurantes y que él las conocía por los distintos gases lacrimógenos que en cada una la policía utilizaba. Mi amigo es duro, duro de verdad, duro de pelar, y si los convergentes se piensan que van a darle de comer como a la carpa Juanita, están muy equivocados.

Mas es un cadáver y basta la palabra de Antonio sin tener que esperar a los acontecimientos para constatarlo. Si Junts pel Sí quiere continuar el proceso secesionista tendrá que ser al precio de aceptar el sacrificio de Mas y que Cataluña vire hacia la extrema izquierda. Convergència tendrá que elegir entre si se suicida políticamente y quema las naves en este viaje cada vez más estrambótico e improbable; o si admite que la independencia no está madura, que hay sumas que no son naturales, ni automáticas, y busca una salida que le permita recuperar la centralidad, el apoyo mayoritario de la sociedad catalana y el poder en condiciones practicables.

Aunque es cierto que la CUP es independentista, también lo es que su componente antisistema y anticapitalista es para ellos estructural, esencial y no meramente decorativos. Cuando Baños pone como condición el «rescate social» para empezar a hablar de cualquier pacto de gobierno, no se refiere a cualquier socialdemocracia revisitada, como en el caso de ERC, sino que piensa en planteamientos inasumibles para lo que quede de Convergència y de sus votantes.

Como siempre que la derecha se apunta a la fiesta de hacer saltar el orden por los aires, pensando que va a poder encauzar el caos; como siempre que la derecha catalana, en su candor incorregible y su ingenuidad desesperante, cree que la izquierda patriótica es su hermana, va a darse cuenta y comprobar hasta qué punto el caos lo gestionan mucho mejor los antisistema, porque es su ámbito, y también que el primer objetivo de cualquier izquierda es acabar con cualquier forma de derecha, dejando a un lado sentimientos patrioteros de cualquier clase. A fin de cuentas, «el género humano es la Internacional».

Las CUP no han engañado nunca a nadie y siempre han explicado que para ellos revolución e independencia forman parte de un solo concepto y son por lo tanto indisociables; de modo que descartada la DUI y mientras el proceso independiente continúa su curso de interminables meandros, estos alegres muchachos antisistema y anticapitalistas van a aprovechar el vacío de poder que ha dejado Artur Mas, y cada una de las euforias de esa burguesía que se ha creído la épica de los pueblos que quieren ser libres, para aplicar las más delirantes tesis venezolanas en Cataluña, y para desplegar los tentáculos de su soñado paraíso igualitarista, que si ya en la teoría es siniestro, en la práctica resulta absolutamente trágico.

Tanto en Cataluña como en España, el centro derecha especialmente, pero en general cualquier persona de orden que aprecie poder vivir su vida sin convulsiones innecesarias, han de tomar cuidadosa nota de lo peligroso que resulta moverse del centro y coquetear con el caos.

Mas quería entrar en la Historia alzándose como el líder de un pueblo que quiere ser libre y fue demediado por Esquerra y será, próximamente en cines, liquidado por la CUP. Convergència quiso parecerse a ERC porque creyó que el centro político del país se había desplazado y ha acabado disuelta en una candidatura unitaria, marginada por las izquierdas, abandonada por la derecha y habiendo perdido la centralidad de la política catalana. Y finalmente los festivos votantes convergentes, en sus ensoñaciones de patio de colegio y su desconocimiento de la Historia, salieron a por uvas y una vez más la izquierda va a golearles, a desposeerles y a arruinarles.

Y de nada, de absolutamente nada de lo que va a ocurrir se podrá culpar a mi querido amigo Antonio Baños, que siempre ha dicho que nunca investiría a Mas, que es anticapitalista yo diría que de nacimiento, y que no sólo no ha escondido jamás sus planes sino que los ha explicado con todo lujo de detalles.

A su lado, los de la revolución de las sonrisas, de pensamiento naíf ilusorio e invertebrado, hacían sus cuentas de cuento de hadas, y desde el lunes la sonrisa se les empezó a helar como si de repente hubieran visto un fantasma.

Ésta, ésta es la gente que dice tener un plan astuto para llegar a romper un Estado como España.

Ver los comentarios