Elecciones - Catalanas

Convergència, en caída libre, lastra el proceso secesionista

En cinco años ha pasado de 62 diputados en 2010, a 50 en 2012 y a 30 tras el 27-S

Artur Mas y Raül Romeva, ayer en rueda de prensa - efe

Los politólogos lo advertían: la historia demuestra que a menudo la suma de partidos en coalición no es igual a sus resultados por separado. Los votantes potenciales situados en los extremos de cada formación se pierden, argumentan. Convergència –con Unió, entonces– logró 50 escaños en las autonómicas de 2012, 12 menos que en las de 2010. ERC, logró 21, once más que en 2010. Juntos, sumando a los independientes que integraban a sus listas, como los representantes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) u Òmnium Cultural, lograron nueve escaños menos el 27-S: 62.

En el bando independentista, cuando se les pregunta por los escaños se remiten a los votos. Y viceversa. El «sí» inequívoco a la independencia –léase Jxsí y la CUP– sumaron casi dos millones de votos. Unos 200.000 más de los que votaron Sí-Sí en la consulta del 9-N, en la que también votaron jóvenes de 16 a 18 años. A eso último se agarran también los secesionistas para augurar más votos en un futuro próximo en favor de su causa. Pero el diablo está en los detalles.

La propia configuración de la lista de Junts pel Sí, suma de CDC, ERC e independientes vinculados o no a la ANC y Ònmium, pone en cuestión el resultado del pasado domingo.

Convergència y ERC pactaron ir juntos al 27-S junto con las entidades independentistas y se repartieron sus diputados a razón de un 60% para la formación de Mas y el resto para la de Junqueras, fueran o no miembros del partido o independientes.

De resultas, de los 62 diputados electos de JxSí salidos de las urnas del domingo, 29 son de Convergència; 18, de ERC, y 13, independientes. Los otros dos que faltan para sumar los 62 son de sendas formaciones derivadas de la escisión del PSC–Moviment d’Esquerres–, y de Unió Demòcrates de Catalunya. Magda Casamitjana y Antoni Castellà, respectivamente.

En sentido estricto pues, se podría considerar que Junts pel Sí ha servido de paraguas para ocultar el fracaso de CDC y ERC y que, en el caso de los republicanos, sus resultados fueron peores que los de Ciudadanos, que ganó 25 escaños. Una advertencia para quien esté tentado de deshacer la coalición JxSí y seguir su propio camino. Visto que lo de ayer no fue un triunfo.

Si la política son gestos, el que escenificaron en la noche electoral los tres líderes de Junts pel Sí –Romeva, Mas y Junqueras– fue de lo más elocuente. Con tan solo el 70% de votos escrutados, cuando JxSí tenía 63 diputados, uno menos de los que finalmente obtuvo, los tres tenores de la independencia cantaron victoria. «Hemos ganado en votos y en escaños», llegó a decir el líder de ERC, Oriol Junqueras, cuando lo primero no fue nunca una realidad.

Sin fiesta

Con todo, las sonrisas de los tres se notaban atenuadas. La alegría no fue completa. «Nosotros teníamos previsto hacer una fiesta después de saber los resultados. Al final..., bueno... decidimos dejarlo», contaba ayer una votante anónima de JxSí a la nada sospechosa «Catalunya Ràdio». Una anécdota con visos de categoría.

De entrada, Junts pel Sí ha necesitado de los votos y escaños de la CUP para proclamar una mayoría independentista en el 27-S en uno y otro guarismo. Una mayoría simple, que no absoluta. Además, Junts pel Sí necesita de la complicidad de los antisistema que lidera Antonio Baños –al menos, una abstención en la segunda vuelta de la votación de la investidura– para formar gobierno. Y la CUP repite su no a Mas.

Ayer, a la espera de entablar formalmente las negociaciones entre JxSí y la CUP, las posturas a favor y en contra de Mas se presentaban incólumes. Con todo, se intuían grietas. En charlas más o menos formales, algunos ya dejan caer que la solución pasaría por un último sacrificio del «presidente». Que renuncie a revalidar su cargo en favor de la supervivencia del «procés».

Desde ERC, su portavoz. Sergi Sabrià, afirmó que mantiene su apuesta por Mas. No obstante, deslizaba: «Es un proceso que no va de nombres, necesitamos de todos».

El aludido, Artur Mas, parecía titubear. «Quién será presidente no es lo trascendental ahora. De lo que se trata es de saber si los 72 diputados (JxSí y la CUP) pueden tirar hacia adelante la hoja de ruta», soltaba, al pronto. Luego, a más preguntas, se plantó. «Entre los acuerdos que tiene Junts pel Sí, uno de los es que se me propondrá como presidente», zanjó.

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