Pablo Iglesias aplaude a Manuela Carmena en Madrid
Pablo Iglesias aplaude a Manuela Carmena en Madrid - ruters

24-M: Los mayores éxitos de Podemos en los comicios no son bajo su marca

Las candidaturas de unidad popular que apoyaban le dieron más réditos que sus candidatos autonómicos, a los que el reto de ser segunda fuerza les vino grande. Las bases piden «tomar nota»

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«Gracias, Manuela, por hacernos sentir orgullosos de ser madrileños». Son las palabras que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, dedicó a Manuela Carmena, candidata de unidad popular a la Alcaldía de Madrid, después de que esta lograse rozar el «asalto» al consistorio de la capital. Con 20 ediles (y un 31,85 por ciento de los votos) frente a los 21 (34,55 por ciento de los votos) que obtuvo Esperanza Aguirre (PP), la candidatura de convergencia que apoyaba Podemos se convirtió en el motivo para celebrar del partido. Ese, y la victoria de la activista antidesahucios Ada Colau y su Barcelona en Comú que desbancó a CiU de la alcaldía de la Ciudad Condal.

Con permiso de acuerdos y pactos, todo apunta a que en las dos ciudades se producirá el «cambio» al que apela Podemos; o al menos, un cambio en el color de los gobiernos municipales.

Pero lo cierto es que los dos mayores éxitos del partido liderado por Pablo Iglesias no fueron para su marca.

«Es muy difícil valorar los resultados municipales», aseguran algunos miembros de Podemos. La formación no se presentaba con sus siglas a los comicios locales, y es en ellos donde las candidaturas de unidad popular de las que formaba parte o que ha secundado tuvieron los mejores resultados.

En el caso de la capital de España, por ejemplo, el Ahora Madrid de Manuela Carmena obtuvo 519.210 votos en las municipales, mientras que el candidato de Podemos para la región, José Manuel López, logró 286.973, poco más de la mitad. El partido esperaba que el éxito que auguraba para Carmena en la alcaldía, arrastrara a López e incitara a los votantes a meter las dos papeletas hermanadas en los respectivos sobres. Pero no fue así. Muchos madrileños confiaron en Ahora Madrid, pero no en la marca Podemos cuando concurría sola.

Otro proyecto de convergencia que salió airoso de la contienda electoral fue la Marea Atlántica, donde la candidatura secundada por Podemos arrebató la mayoría absoluta al PP con un empate en ediles (10) y un puñado de votos más que los populares. Y en Cádiz, tierra natal de la secretaria general andaluza, Teresa Rodríguez, se repitió el mismo esquema que en Madrid. «Cádiz Sí Se Puede» (8 concejales) no logró imponerse al PP de Teófila Martínez (10 concejales), alcaldesa desde 1995, aunque sí alejarla de revalidar por sexta vez consecutiva una mayoría absoluta. Zaragoza en Común quedó segunda fuerza en el ayuntamiento con solo un edil menos que los populares y el candidato Pedro Santiesteve se perfila como nuevo alcalde.

Tercera fuerza en las autonómicas

A Podemos, el reto de erigirse como segunda fuerza autonómica le vino grande, y el bipartidismo resistió, aunque sufriendo, en los dos primeros puestos del apoyo ciudadano. Sí venció a su otro gran rival político, el emergente Ciudadanos de Albert Rivera, a quien el último CIS lo aproximaba en apoyos y amenazaba su hegemonía del «cambio». Pero es un éxito que sabe amargo, sobre todo cuando el partido aspiraba a desbancar al PSOE para ganar fuerzas como única alternativa al PP, con quien espera verse las caras en las generales de otoño. Podemos será decisivo en regiones como Castilla-La Mancha, Aragón, Baleares, Asturias o Comunidad Valenciana, pero siempre siendo el que suma y no el que recibe. Y el panorama se complica habiendo asegurado Iglesias que no entrarán en gobiernos con el PSOE si no son la fuerza mayoritaria.

Las bases piden tomar nota

Fuentes del partido defendían el martes que los resultados autonómicas habían sido «suficientemente buenos para articular el cambio» y que la marca salía «reforzada» de los comicios, pero el debate saltó rápidamente a las bases, que inundaron los foros de opinión del partido. Pedían «tomar nota» de lo que dicen los resultados de estas pasadas elecciones locales y autonómicas. Incluso defendían un «frente popular» para las generales, una candidatura de convergencia al estilo de las apoyadas en las municipales. «La confluencia es el alma de Podemos», advertían.

La estrategia electoral validada por los simpatizantes del partido en la asamblea constituyente de Vistalegre el pasado octubre acordó que Podemos no lucharía por entrar en ayuntamientos con su marca, porque ésta «tiene un prestigio que no puede arriesgarse en contiendas y contextos difícilmente evaluables caso por caso» y que había que salvaguardar. «Hay que preservar la marca Podemos de las municipales pero poner nuestra capacidad política en juego, apoyando e implicándonos en las iniciativas municipalistas», señala la hoja de ruta. La implicación con Ahora Madrid es clara y el apoyo explícito de Podemos a la misma ha generado una simbiósis en la que Carmena se ha beneficiado de tener detrás el sello Podemos y este se ha arrogado a su vez de un éxito que no pertenece a su marca.

El propio Iglesias publicaba en dicho foro su balance de las generales, en lo que algunos entendieron como que recogía el guante que le habían lanzado las bases. «Debemos tomar nota de la importancia de los liderazgos y los estilos que sirven para ir más allá de una identidad de partido. Podemos no puede ser en las generales un partido más sino un instrumento abierto a la participación y al protagonismo de todos aquellos que apuesten por el cambio». Fuentes del partido apuntaban, sin embargo, que ya se acordó cómo concurrir a las generales y que intentar abrir el modelo supondría un proceso largo —porque tendría que ser propuesto por un 10% de las bases y sometido a la Asamblea ciudadana— y ahora hay que centrarse en la contienda electoral. «Más que por una cuestión de tiempo, es que no creemos que tengamos que hacerlo», señalaban.

Ya antes de las elecciones, el sector crítico de Podemos tenía presente las duras críticas que Juan Carlos Monedero, el ex número tres de la formación, profirió contra la «pérdida de frescura» del partido, que empezaba a «parecerse» a la casta que combatía. Una frescura que parece haber sido reconocida por los votantes en estas candidaturas populares. En la hoja de ruta de Iglesias para las autonómicas, el objetivo era concurir con la marca, «la mejor manera de que Podemos muestre su fuerza en las elecciones, con la vista puesta en las generales». Una fuerza que ha tenido que conformarse con el bronce y mostrar como suyos los éxitos de quienes, como Carmena, han llevado por bandera que no le deben afiliación.

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