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Lugar en el que el presunto parricida se suicidó - efe

La exnovia del parricida pidió una orden de alejamiento en 2013

En la denuncia hizo constar que quería que el padre siguiera viendo a sus hijas

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El infanticida de San Juan de la Arena (Asturias), José Ignacio Bilbao Aizipurúa, que se suicidó el jueves tras acabar con la vida de sus dos hijas, Sara, de 7 años, y Amets, de 9, había sido denunciado por maltrato por su mujer en 2013, que llegó a pedir en el juzgado medidas de alejamiento que no le fueron concedidas.

Según explicó el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, el 13 de mayo de 2013 se abrieron unas diligencias previas en el juzgado de Pravia a raíz de una denuncia presentada ese mismo día ante la Guardia Civil de Soto del Barco. El atestado viene redactado como unas posibles vejaciones leves en el ámbito familiar. La denunciante incidió en su relato en que no había existido agresión física alguna, ni durante el altercado ni antes, que fueron únicamente insultos en una discusión muy subida de tono.

No presentó parte alguno de lesiones, ni consideró que su pareja fuese un hombre violento, ni con ella ni con las dos hijas que tenían en común, aunque sí manifestó que las discusiones de este tipo se habían repetido últimamente.

La representación legal de la mujer solicitó un orden de alejamiento, únicamente para ella, pues la denunciante hizo constar expresamente que no quería que sus hijas cortasen la relación con su padre. Tras la declaración y la valoración de las circunstancias referidas, el Juzgado de Pravia, de acuerdo con el Ministerio Fiscal, acordó el sobreseimiento de dichas diligencias, denegando además la orden de alejamiento.

No consta en dicho juzgado denuncia alguna por cualquier reacción violenta o amenazas del progenitor hacia las menores, ni anterior ni posterior a esos hechos. En junio de 2013, la misma denunciante presentó ante el Juzgado de Pravia una demanda civil de medidas paterno-filiales, pues la pareja no estaba casada aunque la denunciante certificó que llevaban 10 años de convivencia.

Dicha demanda, en la que no se personó el otro miembro de la pareja, se resolvió en noviembre de ese año por el procedimiento habitual, aceptándose la petición de la denunciante de que el padre pudiera ver a sus hijas los martes y jueves de 6 a 8 de la tarde y, estableciéndose que, valorada la situación económica de éste, debería aportar 75 euros mensuales para la manutención de cada hija.

Asimismo consta una denuncia reciente en el mismo juzgado por impago por parte del progenitor de las cantidades referidas alguno de los meses, que se estaba tramitado en la actualidad como impago de prestaciones familiares. Las niñas vivían habitualmente con su madre –que se había separado recientemente de su pareja y había rehecho su vida–, y estudiaban en el colegio Gloria Rodríguez de Soto del Barco, localidad que dista pocos kilómetros del domicilio paterno.

Una barra de hierro envuelta en papel de regalo

Ayer, se practicó la autopsia a las pequeñas, que reveló que a causa de los numerosos golpes recibidos con un objetivo contundente, probablemente la barra de hierro encontrada por la Guardia Civil en el interior de la vivienda del parricida, que estaba envuelta en papel de regalo ya que el día anterior había sido el cumpleaños de Sara.

La conmoción en la localidad es total. Los vecinos explicaron que «aunque el criminal tenía más relación con gente de Soto del Barco, a veces lo veíamos en los bares de por aquí, y parecía un tipo muy tranquilo y normal. Se sentaba, bebía café y leía la prensa sin meterse con nadie». Por su parte, una niña, compañera de colegio de las víctimas, afirmaba que «siempre sonreían; eran unas niñas normales, felices y nunca decían nada malo de su padre», que estaba en paro pero había trabajado en el sector de la hostelería y como pescador. El Ayuntamiento ha decretado tres días de luto

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