Obama es bendecido durante un oficio religioso en una iglesia baptista de Nueva Orleans. / Paul J. Richards (Afp)
Dicen que Dios está en todas partes, omnipresente. Y en esta contienda electoral, eso está muy claro. Desde el mormonismo del candidato republicano Mitt Romney, pasando por el descontento de los cristianos evangélicos ante las posturas no bíblicas del presidente Obama, hasta la protesta de los católicos por las políticas contraceptivas contempladas en su ley de salud, la religión es una constante. Aunque ninguno de los dos candidatos ha querido hacer de su fe un asunto central y prácticamente ni siquiera colateral en sus campañas, ambos saben que ésta podría decidir el resultado de la pugna por la Casa Blanca.
Considerada por muchos estadounidenses como una religión extraña, que hace prácticas secretas, el mormonismo ha sido un influjo importante en la vida de Mitt Romney. No solo ha marcado su conducta -nunca probó el tabaco o el alcohol ni se le conoce más relación sentimental que la de su actual esposa- sino su trayectoria profesional. En los años 60 fue misionero en Francia y en los 70, tras mudarse a Boston, pasó a formar parte de una parroquia de allí, en la que llegaría a ser obispo.
Según su doctrina, fue Dios quien autorizó brevemente la poligamia, aunque los mormones ya abolieron esta costumbre. Mantiene asimismo que Jesucristo resucitado se apareció en América antes de ascender al cielo y que junto a su padre son personas con entidad espiritual y corporal, de ahí que cada creyente tenga la capacidad de convertirse, también, en un dios. Como manda el canon mormón, Romney dona un diez por ciento de sus ingresos, o dos millones anuales, a su iglesia, conocida formalmente como Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ÚItimos Días.
Algunos electores recelan también de su posible supeditación a la presidencia de la iglesia, situada en Utah, del mismo modo en que en 1960 suscitaba recelos el supuesto sometimiento del católico John F. Kennedy al Vaticano. Quizá consciente de esa desconfianza, el candidato republicano decidió poco antes de la convención de su partido en Florida permitir a la prensa acompañarle a sus servicios religiosos y en Tampa su campaña abrió una ventana controlada a su religión haciendo subir al escenario a gente que ha coincidido con él en su iglesia.
Las dudas sobre Obama
Barack Obama, por su parte, se bautizó en la iglesia protestante Trinity United Church of Christ, con un cuerpo de fieles principalmente afroamericano. Allí se casó y también bautizó a sus hijas. Tiempo después, durante la campaña del 2008, se distanció del reverendo Jeremiah Wright, un pastor protestante negro visto acusado de radical. Hoy, el principal embajador de los valores de Occidente es, curiosamente, hijo de un economista keniano que fue musulmán y su segundo nombre es Hussein. Por esto, casi un quinto de la población de Estados Unidos lo identifican como musulmán. Pero el presidente mantiene su fe en privado. Y ni siquiera contesta para luchar contra esa imagen errónea.
En agosto, cuando él y Romney relajaron su férrea privacidad en cuestiones religiosas para contestar a un cuestionario sobre religión de la publicación de la catedral nacional de Washington, el actual inquilino de la Casa Blanca contesto: "Tengo un trabajo que hacer como presidente, y eso no incluye convencer a la gente de que mi fe en Jesús es legítima y real".
Todavía es muy pronto para decir a favor de quién se inclinará la balanza. Si bien Romney tiene anticuerpos entre fuerzas religiosas dentro de su partido como los católicos y protestantes y muchos dudan de él, también Obama ha sorprendido y generado rechazo en su reciente apoyo a las bodas entre personas del mismo sexo tanto como su ya conocido apoyo al aborto consentido. Está claro que el candidato que convenza al electorado en estos temas controvertidos hará la diferencia en la guerra santa de los comicios del 6 de noviembre.
