Un instante del debate entre Obama y Romney. / Michael Reynolds (Afp)
Una mayoría aritmética de observadores políticos cree que Obama ganó por poco el debate con Mitt Romney de ayer en la universidad de Hofstra, pero nadie está seguro este miércoles de cómo afectará a las encuestas, ligeramente favorables al aspirante republicano desde hace una semana.
En la dimensión deportiva en que la costumbre norteamericana ubica estos debates, parece que el presidente estuvo más dinámico y vibrante y que resucitó. Otras versiones creen que renació, pero unos y otros coinciden en que Romney perdió por puntos, no por fuera de combate como le sucedió a Obama en Denver hace una semana, y sale bien parado.
Es como si el presidente no hubiera hecho bien sus deberes hasta ahora y hubiera sido un mal alumno que esta vez sí preparó a fondo el examen. Ha trascendido que durante dos días ha estado encerrado en un hotel de Virginia con su equipo de asesores de comunicación, que son también, como gremio, los ganadores de la noche.
Perfiles e imagen
Sin novedades de fondo sobre los grandes asuntos (déficit, empleo, impuestos, inmigración, Libia, aborto…) el presidente asumió que su baza era reencontrar al verdadero Romney, que ha hecho un exitoso esfuerzo para recuperar un tono centrista que le ha llevado a matizar sus criterios sobre inmigración, aborto e Irán.
Obama, sin duda aconsejado, volvió a ser el candidato de 2008 más que el presidente en activo, es decir recuperó la imagen del progresista clásico en la dimensión norteamericana y recurrió a una novedad: equiparar a Romney con George Bush, lo que el republicano negó enfática y rápidamente, aunque pareció sorprendido por la inesperada comparación, que supuso un punto para Obama.
El perfil de reaccionario sin remedio que el presidente quiso dar de Romney, chocaba dialécticamente con la propia gestión de Obama en asuntos cruciales, como la inmigración, con unos once millones de clandestinos en el país, en su gran mayoría hispanos. Obama, en dificultades con ellos por incumplimiento, fue discreto y general sobre el asunto y Romney matizó con habilidad el problema que le supone haber dicho en su día que la legislación aprobada al efecto en Arizona (severísima con los sin papeles) podría ser de aplicación nacional…
Los tres recuentos
Estos debates dan lugar tradicionalmente a tres recuentos: a) el del público, preguntado por teléfono apenas concluido; b) el de los medios a través de sus comentarios y editoriales; c) el de los sondeos profesionales, que prueben si han servido para cambiar algo la previsión ahora establecida, ligeramente favorable a Romney.
Asumiendo que Obama ganó por muy poco y que Romney resistió bien y salió más o menos indemne, se puede esperar una pequeña recuperación de Obama en las encuestas, pero no un vuelco. Es útil recordar que en este momento, con los sondeos nacionales de lunes y martes Obama gana en dos, Romney en otros dos y hay empate en el quinto.
Hay que añadir dos notas. La primera es que, con los porcentajes en la mano Romney tiene una ventaja media de voto de 0,3 por ciento, según los apreciados cálculos de RealClearPolitics y que el candidato republicano está, por muy poco, en cabeza en los cruciales “estados oscilantes” que decidirán a fin de cuentas.
La conclusión es, pues, fácil: hay no solo un empate técnico, sino un duelo que podría ser resuelto en el último metro de la carrera, salvo que en el último debate, el lunes próximo en Florida, uno de los contendientes gane por K.O. Versará sobre política exterior, el gran campo de Obama y donde su gestión es más apreciada…
