¿Por qué Ciudadanos ha perdido más de 2,5 millones de votos?

Las fugas de voto se concentran hacia la derecha y la abstención. Desaprovechar la suma del 28-A y luego levantar el veto a Sánchez convirtieron a Cs en poco fiable en un contexto de polarización y poco útil en un momento de fragmentación

Alber Rivera dimite como líder de Ciudadanos

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Víctor Ruiz de Almirón

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Los resultados electorales de Ciudadanos demuestran desde luego que el electorado de Albert Rivera no militaba en la causa por ser liberal. Su voto representaba una militancia por una causa estratégica y no ideológica: un voto práctico. Éstas podían ir desde ser bisagra para evitar la influencia del nacionalismo hasta frenar a Pedro Sánchez . Y no tanto en un voto con un fuerte poso ideológico y programático. Cuestionado su sentido útil, su andamiaje ideológico se ha demostrado frágil. Y desde luego no el motivo principal por el que la gente lo votaba. ¿Cuántos liberales hay en España? Rivera siempre pensó que la evolución demográfica del país harían evolucionar la derecha hacia una derecha liberal. El hartazgo político y los errores propios han cortocircuitado por completo esa tesis.

[Última hora: Albert Rivera dimite como presidente de Ciudadanos]

¿Cuándo se produce el error de diagnóstico? ¿Tras el 28-A o tras el 26-M? Creo sin duda que tras las elecciones autonómicas de mayo y no antes. Lo explico. Los resultados de las generales de abril podían entenderse como un aval a la apuesta de entrar a competir prioritariamente en el centroderecha. Aunque Albert Rivera nunca renunció a venderse como receptor de socialdemócratas templados hastiados de Sánchez era evidente que con el PSOE en Moncloa y con un PP debilitado el espacio para crecer era desde la oposición al presidente.

Ahora no lo reconocerán, pero quienes luego abandonaron Ciudadanos con un sonoro portazo sabían tras el resultado de abril que la estrategia de Rivera de apostar el crecimiento de su partido a la caída del PP para convertirse en la alternativa al PSOE había sido legitimada en las urnas. No se trataba una sustitución ideológica, por más que se empeñen algunos, sino posicional. Convertirse en el voto útil contra Pedro Sánchez . No era imposible.

Al igual que, pese a los muchos errores de Pablo Iglesias , que el sorpasso de Podemos al PSOE no se desterró definitivamente hasta la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a La Moncloa. Conviene estos días revisar los sondeos y recuperar el estado de la opinión pública en mayo de 2018. El resultado obtenido por el PP este domingo, muy lejos de poder considerarse una recuperación completa y muy sólida, pone de manifiesto que una siguiente contienda electoral habría sido una oportunidad para Ciudadanos, que venía ya de superar al PP en las principales ciudades del país. Rivera lo apostó todo a ese momento, a ese duelo con el PP, sin prestar atención a la foto global.

Ciudadanos, veto al PSOE o pactismo

Pero esa estrategia forzosamente tuvo que cambiar tras los comicios de mayo. Tras esas dos elecciones Rivera tenía que decidir. O mantener su apuesta de no hacer ningún pacto con el PSOE o recuperar esa posibilidad. Y aunque parece que eligió lo primero, al final y tras su viraje del 5 de octubre, optó por lo segundo. Pero todo ejecutado con unos tiempos extemporáneos y comunicado con un exceso de solemnidad que contribuyen a que el partido se haya ganado el estigma de veleta, cuando todos los partidos cambian a diestro y siniestro. Sobre ese último giro estratégico añadiré algo más al final. Un inciso: no deja de ser llamativo que el único partido que ha votado a favor de dos candidatos que no son de su partido en una investidura haya sido quien ha pagado los platos rotos del bloqueo político.

Hay quienes afirman que un volantazo profundo, en forma de pacto global con el PSOE, habría convertido a Ciudadanos en el partido con más poder institucional de España . Pero eso habría sido una deslealtad grave con los votantes. Mi opinión: Aragón y Castilla y León, donde una suma con el PSOE no requería a Podemos, habrían sido territorios fértiles para propiciar un aterrizaje suave. Y a partir de ahí haber valorado si era factible algún acercamiento a Pedro Sánchez. Es perfectamente defendible, así lo creo, considerar que Ciudadanos no debía pactar con Pedro Sánchez. Pero insisto: o veto al PSOE o pactismo. Las dos cosas a la vez no son posibles.

El error más grave es el fallo de diagnóstico de no haber previsto la repetición electoral. Hasta el final se confió en la planta noble de Alcalá 253 en que Pablo Iglesias no aguantaría la presión o que Pedro Sánchez haría lo que fuera por atar La Moncloa. Se equivocaron. Con el precedente de 2016, con el reconocimiento de tener un electorado que se activaba tarde, poco fidelizado y que es menos emocional, cuesta entender que no se hiciese todo lo posible por evitar el 10-N.

En el reciente Foro de ABC , le pregunté a Albert Rivera si no se arrepentía de no haber optimizado mejor sus 57 escaños para presionar a Pedro Sánchez. Me contestó que él no podía constituirse en una suerte de lobby que irrumpiese en una negociación del PSOE con Podemos para poner en subasta su apoyo. Tenía parte de razón. Pero tras la primera investidura fallida entramos en otro escenario. No quiero dejar de mencionar que, a mi juicio, en la no consecución del pacto PSOE-Ciudadanos es mucho más responsable Pedro Sánchez por ser él quien debía articular una mayoría al ser el candidato más votado. Pero eso no exime a Rivera de responsabilidad ni le impedía presentar su alternativa política.

Mala gestión

Dirán en Ciudadanos que eso es lo que hizo cuando propuso en septiembre las tres condiciones para abstenerse . Pero la credibilidad es importante. Y a escasos días de que fueran a disolverse las Cortes esa opción no era realista. Y ha sido interpretada como un ejercicio de marketing político más que como una opción plausible. Si el planteamiento de poner condiciones a Sánchez se hubiera hecho en agosto, incluso siendo más exigente, habría sido más realista. Y habría puesto al PSOE contra las cuerdas. Porque la tentación de los 180 escaños habría sido muy fuerte para algunos barones socialistas y para el propio Pedro Sánchez y su equipo en Moncloa. Habría vuelto a tensionar a un PSOE en el que, tras sus primarias en 2017, está muy asentado entre las bases y en destacados dirigentes la imposibilidad de entendimiento con Rivera. En caso de rechazo socialista Ciudadanos habría estado en buena posición de ganar votos en ese flanco en la repetición electoral. No me cabe duda de que los que critican a Rivera por no haber actuado así lo habrían acusado de veleta por hacerlo. Eso también hay que decirlo. Es un partido que ha molestado a demasiada gente.

Concedamos la oportunidad de que Ciudadanos decide que no se puede pactar con Sánchez. Posición muy respetable. Pero, siendo así, sobra completamente el giro estratégico del mes de octubre. Tendremos que esperar unos meses para poder ver encuestas postelectorales serias. Pero la dimensión de la caída es tal que probablemente las fugas se hayan producido en todas direcciones. Pero los sondeos que en los últimos días han mostrado transferencias de voto apuntaban a que las fugas hacia el PSOE no eran tan relevantes. Entre un 5% y menos de un 10% del voto de Cs en abril. Mientras que las fugas hacia PP y Vox eran de algo más del 25%. Con los resultados electorales en la mano, Cs ha perdido 2,4 millones de votos. Mientras que PP y Vox habrían ganado 1,5 millones. Mientras que el PSOE ha perdido medio millón de votos. Lo más probable es que los votos de Cs hayan ido en su mayor parte a la abstención y a la derecha . Quizás el PSOE haya podido recibir algo con lo que compensar fugas. Pero no parece que cuantitativamente haya sido mucho. Aunque hay que esperar a las postelectorales. Es decir, Ciudadanos ha asumido el coste de haber pactado con la izquierda sin haberlo hecho. Es algo alucinante y fruto de una mala gestión de sus resultados. En la formación naranja lo verán injusto, pero nada es casualidad.

Miedo a Sánchez

Si esto finalmente ha sido así el relato de algunos, consiste en decir que Ciudadanos caía por no pactar con el PSOE, carecería de sustento. ¿Y si después de todo Ciudadanos ha caído precisamente por levantar ese veto? A finales de septiembre el partido ya venía en caída en las encuestas. Pero se mantenía en un triple empate con Vox y UP . Así lo refleja la publicada por ABC en esas fechas . Levantar el veto consolidó su caída hasta el hundimiento y disparó a Vox. Tampoco pudo rentabilizar como en el pasado la situación en Cataluña.

La consecuencia de levantar ese veto es que Rivera dejó de ser un partido fiable para el elector anti PSOE. Esa fiabilidad que tanto le obsesionó en su momento y que le llevó a articular esa estrategia a través del veto se desmoronó con su levantamiento. Y es que se ha hablado en esta campaña mucho del miedo a Vox. Pero no debemos olvidar que la mitad de los españoles votan por el miedo a Sánchez. Habrá a quien no le guste oírlo pero es así. Y con su decisión estratégica Ciudadanos dejó de ser útil para quienes votan en esa clave. A la vez que no era creíble para quienes deseaban el pacto con el PSOE. Terrible combinación.

Seguro que aquellos antiguos electores de Cs más cercanos a la izquierda quieren pensar que el batacazo es por no pactar con el PSOE. Mientras que los más a la derecha, con la entrada además de un nuevo competidor, pensarán lo contrario: que abrirse ahora a pactar con Sánchez es la causa de este fuerte varapalo. Y esa variedad de opiniones, sin necesidad de que ninguna tenga que ser una verdad absoluta, explica bien esta crisis de identidad. Ciudadanos es un partido que no ha logrado al final que la gente le vote fielmente, simplemente por el hecho de ser Ciudadanos. Hay quienes lo votaban pensando en la regeneración, otros para evitar la influencia del nacionalismo. Unos para moderar al PSOE. Otros para castigar y socializar al PP. Pero al final son minoría los que lo han votado con lealtad férrea, sin pensar en el escenario postelectoral. Es un partido que se convirtió en el depositario de los anhelos personales de gente bien distinta y con prioridades bien distintas. Lo traumático e incomprensible ha sido fallar tanto a unos como a otros.

Demasiadas incógnitas

Un partido puede cambiar de estrategia. De hecho debe hacerlo. La dieta de Churchill, ahora tan de moda, es lo más sano del mundo. Y es que no hay nada más importante en política que el principio de realidad. Y el sentido de utilidad. Los partidos tienen que transmitir certezas y un mensaje claro, y en las últimas fechas lo que ha predominado han sido las incógnitas.

El resultado de Ciudadanos deja al partido descapitalizado. Con un grupo parlamentario carente de algunas de sus figuras más relevantes. ¿Solucionará algo la dimisión de Albert Rivera? Un partido como Ciudadanos, que solo ha conocido su liderazgo, tiene ante sí un enorme reto. A Rivera no le quedaba otra opción. Pero su marcha por sí sola no solucionará nada. Algo similar sucedería en Podemos en una eventual sustitución de Iglesias. ¿Está Ciudadanos preparado para ese relevo? ¿Hay alguien mejor que él? O defunción o redimensión. Pero la posibilidad de convertirse en partido mayoritario quedó ayer enterrada definitivamente.

Sigue la última hora y reacciones a los resultados de las elecciones generales . Todas las novedades y las últimas noticias sobre la comparecencia de Albert Rivera de Ciudadanos a las 12:00 .

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