Seguidores de Trump escuchan al magnate en un acto de campaña en WalterboroAFP

«¡Trump, construye el muro!»

ABC, testigo del clamor de cientos de indignados de la América profunda para que les libre de la inmigración ilegal: «Se llevan nuestro dinero»

Entre el público, Shannon Chipps se declara «enfadada» y nos asegura que va a votar al magnate porque «no es político»

WALTERBORO, CAROLINA DEL SUR Actualizado: Guardar
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Donald Rumsfeld, jefe del Pentágono con el presidente George W. Bush, sostiene que Trump ha tocado «un nervio de América como ningún político ha logrado». Es su forma de explicar por qué muchosmiles de indignados, pertenecientes a una clase media en retroceso, se aferran a las promesas irreverentes de un showman millonario. En la semana que Carolina del Sur se sumaba al proceso de primarias republicanas, ABC ha sido testigo del clamor de cientos de seguidores del magnate en la América profunda, la que respira por la herida de su abandono a manos de «Washington», palabra tabú para mostrar el hastío hacia la clase política. Es el público propicio para prometer la luna y llevarse algo a cambio: el voto y el aprecio de quienes ven en Donald Trump al salvador del sueño americano.

Muchos miles de indignados, pertenecientes a una clase media en retroceso, se aferran a las promesas irreverentes de un showman millonario

Walterboro es una pequeña población en medio del estado y en mitad de la nada. Un grupo de granjeros sureños ha habilitado un espacio en pleno campo. El recinto es tan primario como efectivo: un granero y varios camiones tráiler cargados de troncos conforman un cuadrilátero presidido por un escenario. Si en Trump todo es exceso, la seguridad sobrecoge. A la policía local se suma un rosario de guardas privados que recorren los alrededores en vehículos especiales. En los prolegómenos no hay improvisación. Ante un público cien por cien WASP (blancos, anglosajones y protestantes, traducido del inglés), en un estado en el que más de un tercio de la población es afroamericana o de otra raza, dos niñas muy rubias recitan el «Pledge of Allegiance» (Juramento de Lealtad a la bandera), coreado con fervor. Una joven, también muy rubia, canta el himno de Estados Unidos. A continuación, el animador arenga a los presentes con una repetida proclama: «!Todos juntos! ¡Una, dos y tres: señor Trump, construye el muro!». Y recuerda que el sábado (por ayer) hay que votar al magnate.

Promesas gratuitas y mofas

Aparece el neoyorquino, encorbatado y con abrigo largo, para iniciar su discurso, jaleado por la entregada concurrencia. Media hora de mensajes improvisados e inconexos dan para promesas gratuitas y mofas a los competidores. Pero el cierre de fronteras es su gran reclamo: «¡Vamos a construir un muro y lo va a pagar México!». Otra ovación. Trump ha logrado hacer de la inmigración ilegal el «nervio» del que hablaba Rumsfeld. Nos lo confirma Jennifer Wolf, una joven tan guapa (también muy rubia) como irritada. Educada, pero tensa con quien escribe: «Trump es el mejor candidato para librarnos de la inmigración ilegal, que se lleva nuestro dinero».

«Voy a votarle porque no es un político y no se deja manejar por nadie»

El magnate hace un cóctel explosivo con la inmigración y «el desastre de la economía», para lo que plantea un proteccionismo nacionalista que triunfa: «China nos gana, Japón nos gana, porque defienden sus intereses». Y propone una subida de los aranceles para los productos extranjeros, entre el furor de su público. Beta Friend, que nos mira con desdén y rehúsa darnos la mano, asegura que «sólo Trump puede arreglar nuestra economía». Shannon Chipps se declara «enfadada», y nos confiesa su admiración hacia el neoyorquino: «Voy a votarle porque no es un político y no se deja manejar por nadie».

El magnate alardea de apoyo popular: «Voy primero en todas las encuestas, y voy a ganar también en Carolina del Sur». Y remata con otra presunción: «Soy el único que no recibe dinero de nadie. Me pago mi campaña. Por eso yo no soy corrupto. Los demás reciben dinero de las grandes corporaciones, que luego les piden cuentas». Un mensaje diferenciador de los políticos que ha calado.

Su menosprecio a los competidores se ceba con Jeb Bush y Ted Cruz. Del exgobernador de Florida se burla por su debilidad: «¡Vete a casa con Mami!». Al senador por Texas le llama«mentiroso» y «desgraciado», por «robar votos» a Ben Carson, el neurocirujano retirado de quien el equipo de Cruz difundió que se iba a retirar la víspera de los caucus de Iowa.

Es el estilo soberbio y faltón que conecta con quien menos tiene que perder…

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