Pilar Manchón, en su casa de Espartinas
Pilar Manchón, en su casa de Espartinas - J. M. SERRANO
ENTREVISTA CON PILAR MANCHÓN

La filóloga sevillana que deslumbró a Intel con su revolucionaria empresa de inteligencia artificial

Es directiva de la multinacional en Silicon Valley tras vender Indysis: «Nosotros estábamos predestinados al fracaso»

SEVILLA Actualizado: Guardar
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En estos días se cumplen tres años desde que Pilar Manchón Portillo se trasladase a Estados Unidos para incorporarse al equipo de Intel. Desde entonces vive con su hijo Alejandro, de diez años, en Los Altos de Florida, California. Trabaja en Santa Clara, la sede central de la multinacional norteamericana, en el corazón tecnológico del mundo, como directora senior de Voz y Asistencia Digital. En 2013, Intel compró Indysis, la empresa de alta tecnología en inteligencia artificial que un equipo de investigadores de la Universidad Hispalense, del que ella formaba parte, había lanzado en 2003 y que logró sobrevivir en medio de muchas dificultades.

—¿Cómo ha sido la experiencia de estos últimos años en Silicon Valley?

—Muy interesante porque pasar de trabajar en una empresa de 20 personas a una multinacional con 120.000 empleados es una dinámica muy distinta. Se aprende muchísimo porque se trabaja con gente de todo el mundo extremadamente inteligente y en una cultura sumamente competitiva. Es una experiencia única.

—¿Cuál es su papel en la compañía?

—Al principio llevaba a mi propio equipo, que se había integrado en Intel cuando vendimos la empresa. Pero luego cambié de posición, me ascendieron y pasé a gestionar otros proyectos. Actualmente soy la responsable de Voz y Asistencia Digital.

Pilar Manchón, con su herramienta de trabajo
Pilar Manchón, con su herramienta de trabajo - J. M. SERRANO

—¿El centro de trabajo de Indysis en Sevilla sigue operativo?

—Toda la gente, exceptuándome a mi, sigue en Sevilla. Intel mantiene unas oficinas en el mismo edificio donde estábamos nosotros y, de hecho, ahora hay más gente trabajando allí. La empresa como tal ya no existe, pero el equipo se integró dentro de la compañía.

—Aunque es joven, viaja por todo el mundo dando charlas contando su experiencia, que no fue ni mucho menos un camino de rosas. ¿Es así?

—Hubo de todo. Nosotros estábamos predestinados al fracaso. Nos pasó todo lo que le puede pasar a una "startup", a una empresa que empieza, y que en el 99 por ciento de los casos hace que el proyecto fracase. Al principio de los principios, hubo una discordia y uno de los socios se salió, se llevó la propiedad intelectual y entramos en una batalla legal. ¡Y todavía no habíamos empezado, no teníamos ni dinero! Imagine con qué cara vas a un inversor y le planteas una idea que ya parte con un problema asociado. La probabilidad de conseguir inversión bajó muchísimo. Además, pasas de tener un equipo completo a otro que cojea y al que le falta un miembro importante. Luego llegas a otro hito y te encuentras con la crisis económica. ¿Quién sobrevive a una crisis cuando estás en una fase de crecimiento, en la que necesitas nutrirte como empresa y el entorno no te favorece?

—Fue entonces cuándo decidió salir de España a buscar apoyo financiero en el exterior.

—Sí, pero ¿cómo sales de España sin recursos, sobre todo teniendo en cuenta que no es un país que esté reconocido como fuente de alta tecnología? Cuando estábamos buscando inversión una de las preguntas que nos hacían era si nuestra empresa estaba en Barcelona o en Madrid. Y cuando les decíamos que en Sevilla, la gente nos miraba con desconfianza y nos preguntaba si la Universidad de aquí tenía entidad. Tienes que vencer todos esos prejuicios.

—Usted ha manifestado que la pasión, la paciencia y la determinación son las cualidades principales de un emprendedor para tener éxito.

—Sí, porque te van a decir que no trescientas veces, pero basta con que te digan una vez que sí para seguir seguir adelante.

—Y algunos le dijeron que sí, también en España en momentos iniciales.

—Algunos me dijeron que sí. Invercaria entró en un momento clave y fue una ayuda y una parte importante del éxito de Indyssis. El fondo de capital riesgo catalán Inveready también apostó por nosotros. Cuando decidimos que teníamos que dar un salto mayor empezamos a buscar capital a nivel internacional. Yo fui varias veces a Silicon Valley específicamente para presentar mi proyecto, en un mundo muy distinto al que nos encontrábamos en España o en Europa. Allí tu estás vendiendo no solo un proyecto, sino un equipo y te estás vendiendo a ti misma como representante de mismo. En el Silicon Valley se suele apostar por equipos. Intel fue uno de los inversores con los que estuvimos hablando y finalmente con los que decidimos continuar.

—¿Le dolió vender su empresa?

—Mucho. Cuando trabajas tanto en un proyecto lo ves casi como como a otro hijo. Al final sabes que vas a tener que hacer algo para que salga adelante, como un joven que tiene que salir de casa. La decisión fue importante y fue más que decir cómo podemos crecer más. La idea era cómo nuestro proyecto podía convertirse en algo realmente más impactante en el mercado. Y pensamos que el impacto sería mayor de la mano de Intel que de forma independiente como lo estábamos haciendo nosotros hasta ese momento.

J. M. SERRANO
J. M. SERRANO

—"Maya" era el personaje corporativo de Indysis, una imagen humana que dialoga con fluidez con el usuario en distintos canales (online, telefóno, dispositivo móvil. ¿Cómo ha evolucionado desde que pasó a la órbita de Intel?

—La tecnología ahora le pertenece a Intel, no puedo dar detalles de lo que está haciendo con ella. Pero sí ha habido un anuncio sobre un producto que va a salir en algún momento no muy lejano. Lo presentó nuestro CEO, Brian Krzanich (le decimos BK porque su nombre es muy difícil de pronunciar) en el CES, la gran feria de tecnología de Las Vegas. Es un proyecto que Intel está haciendo con Oakley y que se llama "Radal Pace". Se trata de un entrenador personal de "fitness" con el que hablas directamente a través las gafas. La tecnología con la que tú mantienes la conversación es la nuestra.

—¿Se ha hecho rica con la venta de Inyssis?

—Ja ja ja...

—Se habló de que la operación ascendió a 26 millones de dólares.

—Yo no le puedo confirmar todavía oficialmente, hay publicaciones varias que lo han dicho. Pero yo no era la única socia. Además, Intel ya había comprado con anterioridad un 40% de nuestra empresa y los empleados tenían participaciones, había business angels y luego éramos varios socios.

—¿Tiene en marcha algún nuevo proyecto personal? He leído que no renuncia a mejorar el mundo...

—Yo creo que eso es una tarea constante, que con todo lo que se hace se puede conseguir algún impacto positivo. Mi pequeña contribución es hacer lo que puedo en relación a la situación que se vive ahora en el Silicon Valley con algunas comunidades que no reciben el mismo apoyo que otras. Por ejemplo, las mujeres. Este es un tema muy candente ahora en Estados Unidos. Hay muy pocas mujeres directivas que tengan responsabilidades importantes. Yo soy muy activa en ese campo y en el de la diversidad. Hay latinos y todo tipo de razas y comunidades que no se ven representadas numéricamente en las altas esferas. Por ejemplo, el porcentaje de lalinos en el Silicon Valley no se refleja de una manera homogénea en todos los espectros laborales. La mayoría trabaja en servicios y en ocupaciones muy poco remuneradas. Ser mujer y además latina y estar en una posición ejecutiva es rarísimo. Uno de los problemas es la falta de modelos a los que seguir. Independientemente de lo humildes que sean tus orígenes se puede llegar a donde uno quiera.

—Estamos haciendo esta entrevista un día día después de las elecciones generales en España. ¿Qué piensa del resultado?

—A mi me alegra el resultado electoral. Que por lo menos tengamos alguna vía en la que no estemos del todo atascados y abocados a hacer otras elecciones, porque eso sería pésimo y terrible para el país.

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