Comedores escolares, menús de garantías con guarnición de polémica

Los dietistas coinciden en que se ha trabajado y avanzado mucho en los últimos años para lograr una alimentación equilibrada en los colegios, pero la generalización del catering frente a la cocina propia en los centros alimenta un nuevo debate

BELÉN RODRIGO

La alimentación de los niños en los colegios es una preocupación para la mayoría de los padres. Alrededor de 1,7 millones de niños toma su comida en el centro educativo, casi el 73% de los alumnos de Eduación Primaria. Sobre el funcionamiento de los comedores surgen una serie de preguntas. ¿Comen los alumnos de forma sana y equilibrada? ¿pasan hambre? ¿quién se ocupa de su alimentación? «En los últimos años se ha trabajado mucho en la comida de los más pequeños y hoy se ofrece una alimentación equilibrada», explica Conchi Maximiano Alonso, dietista-nutricionista miembro de la junta directiva del Colegio Oficial de Dietistas Nutricionistas de Madrid. En el caso de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, «existe una guía de trabajo para elaborar los menús. Son recomendaciones que por lo general se siguen, principalmente en los colegios públicos», aclara.

Fruta cada día y evitar el aceite de palma son algunos de estos consejos. Y es obligatorio que «los menús sean supervisados por un titulado en nutrición humana y dietética», añade. Esta profesional recuerda que los padres, si detectan algo irregular en la alimentación de los comedores, «deben decirlo siempre» y asegura que es necesaria una educación nutricional en los colegios.

En la mayoría de los centros el servicio está externalizado y es una empresa la que elabora los menús. Algunos centros tienen su propia concina, pero en otros la comida llega al colegio transportada en la denominada línea caliente (a la temperatura adecuada para emplatar y servir), o en línea fría (a baja temperatura y allí es «regenerada», calentada). Esta última opción cada vez gana más peso. Y la tendencia no deja de alimentar el debate. Algunas asociaciones de padres reivindican la cocina en los centros como la opción más adecuada para las necesidades nutricionales de los niños. «Son muchos días al año comiendo comida recalentada. Yo le pregunto a muchos padres si a ellos les gustaría y todos dicen que no. Yo estoy más tranquila con que el colegio de mis niños tenga cocina», asegura Carmen Castaño, madre de dos niñas de 11 y 13 años.

La mayoría de los expertos en nutrición insisten en que la calidad de la comida solo depende de cómo se cocina, no de como se sirve. Serunion es una de las principales empresas del sector, con más de 30 años. Su presidente y director general, Antonio Llorens, defiende que los menús se adaptan a las necesidades específicas de los niños en las diferentes etapas de crecimiento y de, este modo, «aseguran el aporte de kilocalorías, así como un porcentaje equilibrado de proteínas, lípidos e hidratos de carbono recomendado. Todos los grupos de alimentos están presentes a lo largo de la semana». Defiende también que la línea fría «aumentan los niveles de seguridad y calidad».

Alcesa, fundada en 1983, tuvo como primer cliente al colegio Inmaculada de Madrid. «Ahora nos encontramos con menús más saludables y variados, con más pescados y verduras en la dieta y con predominio de técnicas culinarias saludables como asados y horneados, y con menos frituras», afirma Eva Martínez , su responsable de nutrición y planificación de menús. También defiende que la línea fría «permite más seguridad alimentaria por el mejor mantenimiento de la cadena de frío que de la caliente, así como una pérdida menor de nutrientes y una mayor calidad organoléptica de los platos cocinados». Menús con garantías, pero con guarnición de polémica.

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