Jesús Banegas, en una entrevista con ABC
Jesús Banegas, en una entrevista con ABC - ernesto agudo
tribuna

La nueva economía colaborativa

Jesús Banegas, presidente del Foro de la Sociedad Civil, asegura que la nueva economía y la liberalización de los mercados transforman la producción y la distribución de la riqueza

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En el último cuarto de siglo, a una velocidad históricamente inusitada, la nueva economía de nuestro tiempo -antes hubo otras- sustentada en las tecnologías de la información y la comunicación -las populares TIC- junto con la liberalización de los mercados y por tanto la globalización de la economía, han transformado, y aún lo harán más, la producción y la distribución de la riqueza.

En este periodo se han alcanzado logros económicos y sociales sin posible parangón histórico: la riqueza de las naciones se duplicó, la renta per cápita aumentó un 50%, la población más pobre -700 millones de personas abandonaron la exclusión social- se redujo a la mitad, la esperanza de vida -sobre todo de los pobres- creció considerablemente, la mortalidad infantil se redujo entre dos y tres veces, la democracia duplicó su presencia en el mundo, mientras que la mejora de las condiciones de vida en materia de salud, educación y de igualdad de oportunidades ha sido extraordinaria.

Quienes, a pesar de estos abrumadores argumentos empíricos esgrimían -lo siguen haciendo pero nada vez más débilmente- la existencia de una creciente desigualdad -incluido el cada vez mas cuestionado Pikkety- y el aumento de la pobreza están de retirada después de los trabajos académicos de nuestro Xavier Sala i Martí sobre la materia.

La innovación tecnológica y los marcos institucionales, como sostiene unánimemente la doctrina económica y los hechos económicos atestiguan, son los factores determinantes de los tan formidables como positivos cambios que ha experimentado el mundo. Atrás han quedado derrotados los totalitarismos políticos enemigos de los cambios tecnológicos y el libre mercado así como las ridículas teorías del crecimiento cero que le sucedieron.

En este periodo no todos los países se han comportado por igual: aunque prácticamente todos han ganado, unos -los que mejor se adaptaron a los cambios- se beneficiaron más que otros, que en vez de favorecer la innovación tecnológica la frenaron con barreras institucionales.

La nueva economía de nuestro tiempo está siendo soportada por la quinta ola tecnológica, la de las TIC, que precedió a:

1. La Revolución Industrial, 1771.

2. La Era del Vapor y los Ferrocarriles, 1829.

3. La Era del Acero , la Electricidad y la Ingeniería Pesada, 1875.

4. La Era del Petróleo, el Automóvil y la Producción en Masa, 1908.

Todas las anteriores, en su diversidad tecnológica, coincidieron en sentar las bases y desarrollar una economía industrial que generó unas estructuras empresariales y unos comportamientos sociales que están comenzando a perder su vigencia.

John Galbraith en «El nuevo estado industrial», teorizó acerca de las tecnoestructuras organizativas de las grandes corporaciones y Ronald Coase, con su «Naturaleza de la firma» descubrió y aclaró el significado de los costes de transacción y los derechos de propiedad que justificaban el papel de la empresa en una economía desarrollada.

Las TIC después de impulsar el crecimiento de la productividad y de la economía las últimas décadas sobre las bases de la vieja economía industrial están dando lugar a una nueva era económica en la que los viejos paradigmas irán perdiendo vigencia a favor de otros nuevos que ya están comenzando a ver la luz. Las nuevas generaciones ya no podrán esperar como en el pasado que el Estado o las grandes empresas les resuelvan sus vidas; el trabajo y la financiación del «estado de bienestar» dependerán de cada uno y el emprendimiento individual -buscarse la vida- se extenderá cada vez más hasta ocupar un espacio mayoritario en la vida de todos los países.

Los populismos políticos, que pretenden vanamente en el mejor de los casos detener los cambios económicos y sociales para regresar a un pasado imposible y en el peor arruinar por completo el futuro de los países, en ningún caso van a conseguir detener el progreso del mundo, del que se beneficiarán más aquellos países que mejor sepan adaptarse institucionalmente a los nuevos cambios tecnológicos.

Si en las pasadas décadas China, como gran país, y Corea y Finlandia como mediano y pequeño representaron los países que mas se beneficiaron de los cambios tecnológicos, Estados Unidos en tanto que patria de la innovación y sede de las mejores instituciones para amparar la creación de riqueza siguió dominando el panorama del crecimiento de la economía y del empleo. Los países europeos, sin embargo, cada vez parecen menos predispuestos para adaptarse con éxito a los cambios.

La imparable emergencia de una nueva economía colaborativa que cobra vida al margen de las grandes estructuras industriales que describiera Galbraith y de los costes de transacción que ilustrara Coase y que se articula en torno a la satisfacción en tiempo real de las demandas individuales de los consumidores con apenas un clik, está poniendo en cuestión la gestión empresarial, el trabajo tradicional y las políticas económicas del pasado.

representa la quintaesencia de la nueva economía de la demanda. La perfección del modelo de Uber para satisfacer en cualquier tiempo y lugar las demandas individualizadas de los usuarios de transporte ya se está extendiendo a la provisión de servicios profesionales de todo tipo. Los «freelances on-line» o autónomos tecnológicos en el argot español, ya se están extendiendo a la consultoría, a la salud, a la abogacía, la publicidad, etc, y la nueva riqueza cada vez deberá más a estas nuevas prácticas profesionales que a las grandes empresas y al Estado.

La sociedad civil, que perdió protagonismo en presencia de un Estado cada vez omnipresente, tiene ahora su gran oportunidad: la de reivindicar todo tipo de facilidades institucionales para que la nueva economía extienda libremente su quehacer frente a quienes representando intereses anacrónicos minoritarios miran mas al pasado que al futuro.

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