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Filipovic, a completar la vitrina

El waterpolista serbio buscará en Rio conquistar uno de los pocos títulos que le faltan a su dilatado expediente

Filip Filipovic celebra un gol
Filip Filipovic celebra un gol - AFP

Cuenta en sus filas Serbia con una mala bestia del waterpolo. Se trata de Filip Filipovic (Belgrado, 1987), medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín (2008) y Londres (2012), y que ha sido nombrado mejor jugador del mundo en 2011 y 2014 por la Federación Internacional de Natación (FINA). Mejor resultado obtuvo en el Campeonato Mundial de Roma (2009) y en el de Kazán (2015), competiciones de las que salió con la medalla de oro al cuello. En el de Shanghái, por contra, tuvo que conformarse con la plata, aunque encontró consuelo en el título de MVP que recibió. Lo más reluciente de su palmarés se completa con cinco victorias en el Campeonato de Europa (2003, 2006, 2013, 2014, 2016).

Fiel creyente del trabajo duro como vía de acceso al éxito, Filipovic destaca por su lanzamiento con la mano izquierda: es un martillo. Y se sirve de él para dominar el panorama del waterpolo mundial jugando para el Pro Recco, club italiano en el que milita por segunda vez desde 2014. Su anterior etapa fue entre 2009 y 2012, año en el que decidió volver a su país natal para jugar en el Radnicki Kragujevac.

El waterpolista de Belgrado hace gala de una implicación absoluta cuando defiende la bandera serbia, cualidad que eleva su rendimiento a cotas superiores a las habituales. Se evidencia en acciones como la que protagonizó en un encuentro contra Croacia, histórico contendiente por el conflicto yugoslavo. En un lance del juego apareció un croata, Dobud, para agredir por la espalda a Filipovic. Le causó un importante hematoma en la zona del ojo derecho, y con él siguió jugando. Su respuesta refleja una personalidad de acero. Marcó en la siguiente jugada y se fue directo a por el croata: le señaló y le impuso el «saludo de los tres dedos», ese que reivindica los derechos de todo un pueblo, contenidos todos ellos en un partido de waterpolo.

La cumbre de su carrera coincide con la cita de Brasil. A sus 29 años, Filip Filipovic llega a Rio con la intención de conquistar el único título que aún no luce en su vitrina. Su poderosa zurda abrirá el camino de Serbia hacia el oro.

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