«¡Soñad, no tengáis miedo de los sueños!. Hace cuatro años yo estaba muy lejos de todo esto y mirad qué ha pasado. Si trabajas lo bastante duro y si no tienes miedo del fracaso... He vivido más derrotas que éxitos, así que no tengo miedo a fallar. Ahora saboreo este momento tan dulce". Con mensajes de este calado, el seleccionador galés, Chris Coleman, alimenta la ilusión de sus jugadores, y de toda una nación, para poder derrotar este miércoles a Portugal y alcanzar la final de la Eurocopa.

Mientras Inglaterra no encuentra ni quién la dirija, Escocia sufre una profunda crisis e Irlanda del Norte fue eliminada, precisamente por Gales, en octavos de final de esta Eurocopa, la locura se desata entre los dragones. Detrás de ese milagro aparece este peculiar exdefensa central que con 46 años ha alcanzado la gloria, 15 años después de que un grave accidente de tráfico le encaminase hacia los banquillos. Un tipo que, tras cada partido, llama a su mujer, a sus hijos y a su madre, y recuerda con ellos a su padre, que no pudo verle triunfar.

La trayectoria del técnico de Swensea comenzó a gestarse en una carretera de Surrey, en el sudeste de Inglaterra. Coleman ejercía como capitán en el Fulham y no pensaba colgar las botas con 30 años. Pero se salió de la calzada al volante de su Jaguar, a más de 250 kilómetros por hora, y ese episodio transformó su vida. Los bomberos pudieron rescatarle entre los amasijos de chatarra después de más de una hora, pero él sufrió múltiples fracturas en una pierna y se tuvo que retirar.

Tras estudiar para entrenador, con 32 años Mohamehd Al Fayed le brindó la oportunidad de reemplazar al francés Jean Tigana en el Fulham. Comenzó bien la aventura, pero fue despedido en 2007. Recomendado por su paisano John Toshack, aceptó la oferta para dirigir a la Real Sociedad en Segunda. No duró más de medio año, dejó el equipo donostiarra por discrepancias con el presidente y asegura que renunció al finiquito de un millón de euros.

«Peleado con el txakoli»

En Donosti protagonizó capítulos curiosos de su carrera. Fue expedientado por el club tras llegar hora y media tarde a una rueda de prensa. Justificó tamaño retraso por problemas de índole doméstico, pero unas fotos demostraron una juerga la noche anterior. "Me pelee con el txakoli", reconocería después. "Ahora, miro hacia atrás y no puedo creer lo que hice de joven», aseguró ya durante la Eurocopa

Pasó al Coventry y luego al Larissa, de la Segunda División griega. Pero entonces le sobrevino otro terrible golpe de la vida: el suicidio de su amigo Gary Speed, compañero de habitación en la selección, entonces al frente de Gales y encontrado ahorcado en su casa. «En un mundo ideal, yo no estaría aquí, Gales estaría en una buena situación y uno de mis mejores amigos seguiría con nosotros», dijo Coleman, tras ser nombrado seleccionador en 2012. Principios complicados, humillación ante Serbia (6-1) y firme deseo de abandonar.

Amor de padre

Recordó entonces un consejo de su padre: «Cuando se pierde, uno se tiene que levantar y tomar las medidas necesarias para no quedarse a cuatro patas esperando una patada en el culo». Su progenitor murió a los 74 años y no pudo verle triunfar con Gales en la Eurocopa. "Era un gran aficionado y lo que más siento es que no esté ahora disfrutando conmigo", se lamenta Coleman.

En la cúspide de su carrera, se detiene en los ejemplos de Cristiano Ronaldo y Gareth Bale, parecidos a su juicio porque "suman talento y fuerza mental". "Cuando hablo con Ryan Giggs y Alex Ferguson sobre Cristiano siempre destacan lo mismo, que quería trabajar más que el resto y que es uno de los mejores jugadores que han conocido", recordaba Coleman este martes en Lyon.

No habrá planes especiales para contrarrestar al astro luso, ni labor de espionaje de Bale. «La clave para ganar el partido es realizar bien nuestro plan y concentrarnos en nosotros mismos. No creo que sea necesario que Gareth nos chive cosas. Ya hemos visto a Cristiano lo suficiente. Sabemos todo sobre los jugadores portugueses», garantizó el hombre que transformó un equipo, un país y una vida.