Eurocopa 2016

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Portugal-Francia Fernando Santos, un ingeniero cargado de fe

Católico, disciplinado y serio, el veterano entrenador vaticinó que Portugal haría final de la Eurocopa cuando cogió el cargo

Fernando Sanros, en el último entrenamiento de Portugal antes de la final
Fernando Sanros, en el último entrenamiento de Portugal antes de la final - REUTERS

En un secreto confesable, los jugadores de Portugal explicaban en Marsella, después de lograr el billete al partido de esta noche, lo que les dijo Fernando Santos en un encuentro de la fase de clasificación ante Dinamarca. «Llegaremos a la final, confiad en mí. Y quien no se lo crea, puede bajarse del barco», propuso el seleccionador. «Al principio del torneo, pocos nos lo creíamos, pero aquí estamos», bromea Eduardo. «Hemos crecido poco a poco. Ya solo queda un paso, pero efectivamente hemos llegado a la final», comparte Eliseu. Es Portugal, un equipo que ha crecido a partir de la fe.

Le sobra, precisamente, a Fernando Santos (Lisboa 10 de octubre de 1954), lateral derecho en años mozos y uno de los cuatro técnicos que ha dirigido a los tres grandes de Portugal (Sporting de Lisboa, Oporto y Benfica). Además, en su palmarés también destaca su experiencia griega, con historial en el AEK de Atenas, el Panathinaikos, el PAOK de Salónica y la misma selección helena.

De origen humilde (es del barrio lisboeta de Alfama), quiso ser portero como Alberto da Costa Pereira, pero se llevó una buena bronca cuando llegó a casa con los pantalones destrozados. Sin embargo, las obligaciones familiares le llevaron a colaborar con su padre y se sacó el título de ayudante de mecánico, licenciado después como ingeniero de electrónica. «Es un gran técnico con un carácter fuerte que ha sabido demostrar su fuerte mentalidad para liderarnos hasta aquí», comparte Bruno Alves. «Es más divertido de lo que parece», insiste Eliseu. «Incluso hace bromas si toca», cuenta Nani. En Portugal se le quiere y desmitifican esa idea de ogro que transmite con su presencia, de rostro serio y voz poderosa.

El patito feo

Portugal no tiene títulos y su seleccionador asume la responsabilidad de estrenar palmarés, impasible ante los que juzgan su estilo. No oculta que le gusta el trabajo e incluso defiende el valor de una buena defensa, capaz de adaptar el sistema en función de las necesidades. «Nos aporta poco ser muy espectaculares si luego no ganamos. Podemos ser poco espectaculares, pero ganamos. No me importa ser el patito feo, el Calimero. Si me preguntan si prefiero ser bonito y perder o ser feo y ganar, prefiero ser feo», resume, enterrando el debate del estilo ya que entiende el deporte con un único fin.

A diferencia de Deschamps, es más serio en su comparecencia, rescatado por su país cuando se daba por hecho el fin de su carrera. Portugal perdió contra Albania el primer partido de la fase de grupos de clasificación a esta Eurocopa contra Albania y se recurrió a este veterano de 61 años para ordenar la casa. No le han ido del todo mal las cosas.

Le conocen como «el sargento» precisamente por ese aspecto tan agrio que desprende, pero es más leyenda que otra cosa, aunque sí que es verdad que le gusta el orden y la seriedad. Siempre pensando en el cielo, siempre pensando en la victoria. «La fe ayuda a la persona. Al técnico le hace falta trabajo y pragmatismo, y yo cuando entreno no tengo corazón. Solo pienso en cómo ganar», dice.

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