Piqué se lamenta durante el partido ante Holanda
Piqué se lamenta durante el partido ante Holanda - EFE
Selección

La tortura de los amistosos de España

Desde que ganó el Mundial, ha perdido siete de los 15 encuentros que ha disputado y todos ante grandes rivales

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España, definitivamente, sigue instalada en Brasil, preocupante el declive de un equipo que no engancha. Por mucho que Vicente del Bosque se empeñe en recordar lo bueno, presumido cuando se fija en los números globales de estos seis años, la realidad es que la selección ha pasado a ser un equipo vulgar y sin gracia. Es imperativo el cambio y la transición no tiene nada de dulce, más bien lo contrario.

En Ámsterdam, el equipo salió trasquilado después de un horrible despertar y Holanda, que tan buenos recuerdos evocaba por aquel 11 de julio de 2010, empieza a ser una pesadilla. Con todo, hay una certeza absoluta que paradójicamente tiene algo de positivo: los amistosos son una tortura.

Lo positivo, para aclarar, es que este tipo de partidos no dan puntos ni sirven para la fase de clasificación de turno, aunque será peligroso descuidar citas de esta magnitud.

Es verdad que lo de ayer era algo descafeinado por el momento que atraviesan los dos conjuntos, pero bien haría España en recuperar el prestigio con triunfos ante potencias del primer nivel, pues al personal se le convence ganando a Holanda a domicilio antes que superando por la mínima a Ucrania y en casa por muy oficial que fuera el envite de Sevilla del pasado viernes.

Además, es alarmante el dato sobre los amistosos ya que la selección, desde que se bordó la estrella en el pecho, ha perdido en siete duelos de este tipo y, salvo la excepción de Sudáfrica, ante rivales con pedigrí: Argentina, Portugal, Italia, Inglaterra y Francia.

De la estadística se puede deducir o bien que no hay tensión fuera de la competición oficial o bien que el nivel ha bajado hasta el punto de no superar a países del mismo pelaje. No le gusta a Del Bosque que ahora se incida tanto en la crítica, pero es que tampoco hay demasiados motivos como para creer o ilusionarse. Ni con el equipo A, ni con el equipo B ni con nada.

En Ámsterdam hubo un carrusel de cambios y únicamente repetían Isco y Piqué en el once. De Gea regresaba a la portería en un recinto de los buenos, Mario Suárez pilotaba en el centro del campo, Cesc asumía que ahora mismo su rol es del todo secundario y debutaba Juanmi desde el inicio. Reflexiones de una triste noche de primavera en la que también se bautizó Vitolo para ampliar la lista de Del Bosque hasta los 56.

Y Piqué lanzando faltas

La pérdida de identidad es evidente, irreconocible el equipo. Como serán las cosas que una falta a un palmo del área la lanzó Gerard Piqué sin que haya precedentes de ello y con Silva mirando sin comprender nada. Al final, sólo los relevos maquillaron una situación sonrojante después de que al cuarto de hora el resultado ya fuera de 2-0, angustia generalizada por el temor a otro tortazo como el de Salvador de Bahía. Porque España, aunque probó, evidenció su enorme problema con el gol.

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