Atlético de Madrid / De cara

El Atlético criminalizado

«No se minimiza lo despreciable de los hechos que se denuncian, lo que provoca indignación es a quién se pretende hacer pagar el pato de los mismos»

José Miguélez

José Miguélez

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La UEFA localizó la pasada semana a unos tipos con simbología y aspavientos nazis dentro del Etihad Stadium, en el sector reservado a la hinchada visitante, la del Atlético de Madrid, y los señala ahora por, un eufemismo, su «comportamiento discriminatorio». Sujetos despreciables fácilmente identificables gracias al juego de cámaras y tecnología moderna que hay en todos los campos de fútbol, combinado con el supuesto registro previo a la adquisición de las localidades o los billetes para el viaje, a los que, sin embargo, no tiene intención de castigar. Lejos de eso el máximo organismo del fútbol europeo pretende ajustar cuentas con una suerte de balacera indiscriminada o arbitraria que se lleve por delante a 5.000 seguidores. Cualquiera, da igual su conducta o sus antecedentes, estuviera o no en Mánchester, haya viajado alguna vez en su vida... al que le toque. Pero que no entren mañana por la noche al Metropolitano.

Una forma de hacer pagar al Atlético como club, que tampoco, la actuación bochornosa de alguno de sus hinchas, como si fuera suya la competencia de velar por la seguridad de los estadios a los que visita. Como si eso, además, resultara fácil o posible. Un asunto que se supone depende del club local, el Manchester City, o la policía local, como se estableció cuando cerraron el Calderón no hace mucho por los incidentes provocados por los hooligans del Olimpique de Marsella. 'Usted es el dueño del campo, usted paga', se dijo entonces. Ya no.

Pero no es solo lo que chirría el agravio comparativo con otros comportamientos inadecuados que la UEFA ha sancionado en otra dirección o tiene aún sin resolver, como el ejercicio de matonismo de Al Khelaifi, dueño del PSG y mecenas del fútbol europeo, contra árbitro y empleados en los vestuarios del Bernabéu, o la lluvia de objetos que recibió hace 15 días Simeone en su otra visita a Mánchester, a la casa del United. Aunque fuera la primera vez, resultarían contradictorios el reparto de culpables y condenados.

Incluso si en el trasfondo del castigo se quiere hacer ver la connivencia o permisividad de la institución madrileña, o de sus gestores, con este tipo impresentable de aficionados, el tiro también sería desviado. Si se prueba, que la sanción, y contundente, sea para los directivos, pero no para 5.000 espectadores a voleo. Y además a escasas horas del partido, con todas las entradas ya vendidas y en la mano. ¿A quién se le quita ahora? ¿A los ingleses? ¿A los de tribuna de preferencia? Un disparate.

No se minimiza lo despreciable de los hechos que se denuncian, ni su condición censurable y perseguible, lo que provoca indignación es a quién se pretende responsabilizar o hacer pagar el pato de los mismos. Llevado al extremo, la sanción finalmente suena incluso tan xenófoba como la práctica que se intenta reprobar: 'como un marroquí ha cometido un delito, que no entre en España ni un marroquí más'. Lo que el cierre parcial del Metropolitano está consiguiendo no es criminalizar a los nazis, sino a todos los atléticos. Y eso no es justo ni presentable.

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