Tiger Woods, en el pasado Masters de Augusta
Tiger Woods, en el pasado Masters de Augusta - Reuters

GolfCuarentón y con pegada

El 30 de diciembre Tiger Woods cumple 40 años y promete recuperar el tiempo perdido en estas temporadas aciagas

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Si veinte años no son nada, según cantaba Gardel, cuarenta tampoco deberían de poner nervioso a nadie. En especial a Tiger Woods, que ha vivido la mayor parte de ellos en la cresta de la ola.

Cuando la próxima semana el mejor jugador de todos los tiempos alcance la cuarentena (nació el 30 de diciembre de 1975 en la localidad californiana de Cypress), se le podrá analizar su nueva situación cronológica desde distintos puntos de vista. Si se asiste sólo al global de su carrera el resultado es altamente positivo: 106 victorias profesionales por todo el planeta (14 de ellas «majors» y 18 Copas del Mundo) y 683 semanas como número uno del ranking universal. Sin embargo, la exigencia a la que ha sometido a su cuerpo (debido a la herencia militar de su padre, realizaba entrenamientos de boina verde, y a la férrea disciplina asiática de su madre) le ha producido un envejecimiento físico difícilmente soportable para alguien de su edad.

Ha sufrido catorce lesiones graves en su carrera y en seis ha tenido que pasar por el taller.

««No voy a dejarlo, ni mucho menos; soy un ganador y voy a seguir siéndolo»

El «Tigre» tiene más que ganada una jubilación para el resto de sus días. Lo que ocurre es que la palabra rendición no entra en el vocabulario de este jugador: lleva el apodo en memoria de un antiguo héroe de guerra compañero de su padre, de manera que lo único que va a hacer es retrasar los hitos de sus objetivos para no obsesionarse con ellos. Últimamente ha forzado sus regresos tras las lesiones para conseguir alcanzar los 18 torneos de «Grand Slam» obtenidos por el mítico «Oso Dorado». Mas esa estrategia se ha demostrado contraproducente; no es lo mismo forzar la rehabilitación a los veinte que a los cuarenta. Por ello ha meditado mucho su calendario y se ha atrevido a publicar lo siguiente en su página web: «No voy a dejarlo, ni mucho menos; soy un ganador y voy a seguir siéndolo. Aunque en estos momentos mi visión del futuro es sombría, pues acabo de operarme de una difícil dolencia lumbar, confío plenamente en mis posibilidades».

Los pocos momentos libres de dolor que vivió en 2015 le hicieron darse cuenta de que sin molestias puede volver a ganar. A largo plazo, una vez desechado el ansia del rápido retorno, ve en la Ryder Cup de septiembre el bálsamo para recuperar ese espíritu.

Un torneo redentor

Sabedor de los problemas de su amigo y consciente de que iba a hacer todo lo posible por clasificarse aun sin estar bien, Davis Love III despejó dudas con nitidez. Ha dicho que Woods será uno de sus vicecapitanes en Hazeltine. «Es muy ilusionante para mí, porque llevo viviendo este torneo desde el comienzo de mi carrera y estar al otro lado de la barrera me va a dar una perspectiva diferente. Sé lo importante que es para todos recuperar el trofeo bienal ante Europa y mis consejos pueden venirle muy bien a mis compañeros, si consigo elimiar de ellos la parte propia de nerviosismo».

Aunque no lo quiera reconocer públicamente, después de haber tachado en su calendario tanto esta prueba como el Masters, y con los Juegos Olímpicos fuera de su alcance al no existir las invitaciones y hallarse hundido en el ranking mundial, no parece lógico que vaya a apretar las tuercas para los meses de junio y julio, cuando se celebren los Open de Estados Unidos y Británico. Para ciertos observadores, esta programación podría entenderse como un año sabático para volver con más fuerza ya entrado en la cuarentena. Con las modernidades de los tiempos que corren, la segunda juventud es más real que nunca. Si no, que se lo digan a Vijai Shing y Miguel Ángel Jiménez, que han sumado a su palmarés más líneas victoriosas como veteranos que como jovenzuelos.

Jugando al «golf-ficción», las miras de Tiger siguen siendo las mismas que antaño: superar al gran Jack Nicklaus. «Dentro de diez años me veo con una veintena de grandes en el bolsillo y con una exitosa labor en mi fundación. En este tiempo ya he conseguido beneficiar a un millón de golfistas por el orbe a través de sus programas educativos y espero alcanzar el billón».

Por sueños, que no falte.

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