El Centro Dramático Nacional reivindica (otra vez) la figura de Jardiel Poncela

Enrique Jardiel Poncela es uno de los referentes del teatro y del humor español del siglo XX. Es, también, y a pesar de ese papel protagonista que desempeñó, blanco de numerosos prejuicios. algunos motivados, dice Ernesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional, «por razones espúreas; está en una suerte de limbo por un partidismo de vía estrecha». Llevar a Jardiel a escena ahora no necesita, añade, justificación, pero sí cree que es oportuno. «Cada propuesta del director del CDN es un envite de diálogo con la sociedad, va más allá de poner una pieza fundamental del repertorio. Y creo que en estos momentos se necesita un poco de humor, un poco de risa, de alegría y optimismo». Además, añade, «tenía una deuda pendiente como creador con él.

Jardiel merece estar en el CDN porque es un escritor deslumbrante y un gran innovador del teatro. Y hay mucha desconsideración hacia él. Fue un autor de éxito, y en el mundo del teatro español hay que disfrazarse de perdedor para estar bien considerado. Y no se le ha perdonado que en la Guerra Civil se adscribiera al bando nacional».

El CDN presenta hoy «Jardiel, un escritor de ida y vuelta», un montaje que tiene como tronco una de las obras más relevantes del dramaturgo, «Un marido de ida y vuelta». El propio Caballero ha hecho la versión y lo dirige; el reparto lo componen Chema Adeva, Felipe Andrés, Raquel Cordero, Paco Déniz, Jacobo Dicenta, Luis Flor, Carmen Gutiérrez, Paco Ochoa, Paloma Paso Jardiel, Lucía Quintana, Cayetana Recio, Macarena Sanz, Juan Carlos Talavera y Pepa Zaragoza.

El primer impulso de Caballero fue hacer una antología de la obra de Jardiel, pero pensó en las palabras que un día le dijo el dramaturgo malagueño José Ricardo Morales: «El mejor homenaje que se le puede hacer a un autor es representar una de sus obras». Tras releer sus textos y querer resaltar su figura al tiempo que ponía en escena una obra, eligió «Un marido de ida y vuelta», «perfecta en su composición, deslumbrante en su teatralidad y además con contenido interno. No podía mutilarla y no he cortado nada». Lo que ha hecho Caballero es un prólogo, un epílogo y unos entreactos «para hacer un envés y contar quién está detrás de esa obra; es casi como la solapa del libro, para que el lector sepa con quién está dialogando».

Caballero quiere con ello, además de resaltar la figura del escritor, «desmontar algunos mitos, tópicos y prejuicios». Ha tenido la complicidad del propio Jardiel, que vertió mucho de su personalidad en el protagonista de la obra, Pepe. «Hay un trasvase casi autobiográfico, no sé si consciente o inconsciente. Habla a través de lo que dice su protagonista: lo que piensa del amor, de las mujeres, sobre lo irrecuperable...» Así que en la puesta en escena, aparece Enrique Jardiel Poncela, que se transforma en Pepe.