Crítica de música

Diversa velada rusa con la Sinfónica de Sevilla

Para el VI concierto de abono de la ROSS estaban convocados unos artesanos del color orquestal

Los hermanos Gurfinkel, dirigidos por Yusupov, durante el concierto Guillermo Mendo

Carlos Tarín

Tres compositores significativos de la música rus a y uno contemporáneo, el propio director, se daban cita en esta velada, en la que estaban convocados unos artesanos del color orquestal , como demostraba la gran orquesta reunida para el programa, que incluía la obra -y las intenciones- del propio director.

Pero el comienzo con «Una noche en el Monte Pelado» de Mussorgski nos resultó frío, y eso que recurría a la versión orquestal realizada por Rimski-Korsakov , la que se ha terminado imponiendo. Recordemos que Disney la usó en su película «Fantasía» (1940), y podemos encontrar el capítulo extraído en youtube con la advertencia muy explícita de que podría «no ser apto para algunas personas» al verla… y oírla, suponemos.

No dio esa sensación la de Benjamin Yusupov , porque los aterradores metales que representan a las fuerzas demoníacas quedaban simplemente en una sección en fortísimo, por poner un ejemplo ilustrativo.

Luego vino su obra, «Imágenes del alma», bastante larga para tener tantas aristas y tan poco recorrido (y asunto siempre delicado, habida cuenta la crisis de público que padecemos), en donde se pudieron lucir los gemelos clarinetistas , con un sonido verdaderamente excepcional , tanto en sus momentos más cálidos como en los más tensos, aunque sobre todo fueron aplaudidos en la propina, de variopintos aires judíos.

No cabe duda de que el efectismo de los dos caprichos concurrentes, el italiano y el español, son páginas pensadas para agradar al público , pero debemos destacar en ellas el que partan del acervo popular de los respectivos países y además destacar la enorme variedad tímbrica que presentan, todo un reto para un director a la hora de mostrar su capacidad para manejar los diferentes planos sonoros , jugar y equilibrar las melodías y plasmar los distintos ambientes que se plantean.

Y aquí sí que se lució el pequeño director tayikistan í ante la magna orquesta (aunque los contrabajos no pasaron de 6), con abundante percusión, donde no sólo destacaron las secciones sino los solistas, y especialmente el concertino Pavaci con el sonido menudo y ligero de su violín, pero «rasgueando» con acierto y atinando en el carácter español del «Capricho».

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