Los expedicionarios, en la pirámide de K'inich ka'k Mo'
Los expedicionarios, en la pirámide de K'inich ka'k Mo' - ÁNGEL COLINA

Ruta QuetzalMezcla de culturas en Izamal

Las mejores vistas se aprecian desde lo alto de la pirámide de K'inich ka'k Mo'

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Izamal recibe a los ruteros con amenaza de tormenta. La localidad desprende color amarillo. Decora las fachadas de sus edificios de una planta, en referencia al maíz, al sol y, sobre todo, a su «oro verde», el henequén, una planta autóctona de la península de Yucatán cuya fibra se utiliza para hacer hilo, empleado tradicionalmente en la industria textil local.

Ésta es una población de tres culturas: la maya, la colonial y la actual. Habla de la mezcla de civilizaciones, uno de los temas centrales de este viaje, que se asocia fundamentalmente con la figura de Gonzalo de Guerrero. Este marino español viajaba en la nao Santa María de Barca, que naufragó frente a las costas caribeñas en 1511.

Tras pasar unos años como esclavo, adoptó la cultura maya como propia, se casó con una nativa con la que tuvo varios hijos y e incluso llegó a ser jefe militar. Rechazó la oportunidad de volver a España y por eso le llamaron “El renegado”. En México es considerado el padre del mestizaje.

Las mejores vistas de Itz Mal, nombre original de la población que quiere decir “Rocío que cae del cielo”, se aprecian desde lo alto de la pirámide de K'inich ka'k Mo' (“guacamayo de fuego con cara de sol”), a donde los expedicionarios acceden tras subir un buen número de escaleras. Desde allí, destaca entre el paisaje el convento franciscano de San Antonio de Padua, construido entre el 1553 y el 1561 sobre la pirámide de Pap-Hol-Chac y en cuyo exterior se instala el campamento de la Ruta BBVA.

Alrededor del convento, las calles de la ciudad están llenas de actividad, llenas de coches; bicicletas; calesas decoradas con flores y tiradas por caballos con sombrero; motos en las que a veces viajan hasta cuatro personas: padre, madre y dos niños pequeños en medio.

El ritmo no decae cuando oscurece. Al menos, no en esta ocasión. La plaza de Izamal está repleta de gente. Se celebra el concurso de belleza “La flor más bella del campo”, en el que participan 15 jóvenes de municipios de la zona. El público, entregado, agita carteles con los nombres de las participantes y se emociona al conocer la ganadora. Algunos incluso suben al escenario para felicitarla. Entre los espectadores, llama la atención un joven con una boa constrictor sobre el cuello, su mascota, a la que ha sacado a «pasear» con la normalidad con la que otros sacan al perro. Tras el concurso, varios grupos de batukada toman el relevo festivo y llenan de ritmo la noche.

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