Svali y Wences Lamas, núcleo duro de REO
Svali y Wences Lamas, núcleo duro de REO - Diego Sánchez
MÚSICA

El evangelio según Svali

Cuatro años de retiro, reposo y ejercicio interior han permitido a Reserva Espiritual de Occidente tomar distancia y preparar un disco, «El Cristo de la Atlántida», cuyas claves adelantan en esta entrevista

MADRID Actualizado: Guardar
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Los brotes que crecían en el camposanto donde hace cuatro años y bajo tierra se cerraba la acción de La noche blanca –«eso nunca ocurrió»– debían de ser pasifloras, las flores del sufrimiento que categorizó Linneo. Ha llovido tanto desde entonces que a Svali y Wences Lamas se les ha metido una liana por la parte de atrás de su casa, donde estos días, como un semáforo de indicios, se abren y cierran unos capullos que muestran los clavos y la corona de espinas de Cristo.  También su banda, Reserva Espiritual de Occidente (REO), está a punto. En octubre vuelve a los escenarios y, para comienzos de 2017, está prevista la publicación de su nuevo álbum, El Cristo de la Atlántida.

«Quizá esta sea –confiesa Lamas– la última vez que hagamos un disco».

El Cristo de la Atlántida es una secuencia de flores que se abren y se cierran. El cementerio de todas las guerras, sobre todo interiores, contenía el mejor abono. Y ha llovido mucho. «Quizá sea necesaria la más absoluta destrucción para volver a nacer, para que del estiércol surja la flor de loto», añade el autor de Hemos venido a darlo todo (Ofegabous).

Lavadora Blues

«Aprendimos de la oscuridad y dejamos atrás el pesimismo, porque esta vida es una lavadora que va a seguir girando... Ya no queremos romper nada, como cuando hacíamos canciones con samples de motores domésticos. Después de La noche blanca, nos pusimos a abrir todos los sótanos que teníamos cerrados. Intuimos un rayo de luz», comenta Svali, cuyo camino de perfección cuenta con el aparato teórico de Lamas. «Aún creemos en el apocalipsis, pero desde el punto de vista del rapto: nuestro cuerpo terminará por caer al suelo, pero nuestras almas seguirán bailando. Después de tocar fondo, está a punto de emerger el nuevo ser humano», añade el escritor gallego. La espiritualidad, patrimonio inmaterial de REO, es clave en esta nueva etapa. Los himnos de los caídos de la División Azul dan paso a la esperanza, en esta u otra vida. Todo será distinto. «Se ha terminado la guerra», canta Svali en Últimas palabras, unas de sus nuevas canciones.

Inspiración y trabajo se retranquean en el estudio casero de Svali y Wences Lamas, reservistas de una introspección que a través de pruebas y errores toma forma en su nuevo disco. «La botella de champán –señala Lamas– no se abre si no la agitas mucho. No sabemos más que antes, pero intuimos mucho, y somos conscientes de lo ignorantes que somos. Se trata, sin embargo, de una ignorancia positiva, como la de los niños que aún no han descubierto que las cosas se rompen, que la sangre se derrama o que los padres mienten, seres ajenos a las reglas inventadas y al cinismo... El disco que estamos preparando es más evangélico porque cuenta todo eso e invita al oyente a ponerlo en práctica. Nos consideramos mesías y queremos ejercer».

Salvadores

«Nos gustaría hablar de Dios en la MTV –ironiza Lamas–, con Miley Cyrus haciendo versiones de Reserva Espiritual de Occidente, pero nos conformamos con mucho menos». «No nos interesa –apunta Svali– dictar un mensaje, sino predicar con el ejemplo y poner de manifiesto que dentro de cada uno de nosotros está ese espíritu de entenderse mejor, de reconciliarse tras nuestras guerras... Es una forma de conocimiento, una voluntad, un estado de conciencia. Todos podemos estar así».

Óscar Barras, Rubén Rodrigo, Miguel Ángel de Blas y Pedro Fidalgo completan el reparto de El Cristo de la Atlántida, doble álbum, partido en dos, cuyo proceso de composición se ha prolongado durante años. «La intuición –explica Svali– te hace presentir cosas, pero a menudo vemos imágenes que no somos capaces de elaborar y que nos cuesta plasmar en una canción. Todo lleva su tiempo». «Dicen que abordamos cuestiones –añade Lamas– que nadie se atreve a tocar. Desde luego, no vamos a transformar el alma humana en una muñeca rusa en la que todo es exterior y cuyo interior solo esconde vacío... Eso no va con nosotros».

Tanta espiritualidad contrasta con las cuidadas puestas en escena y los envoltorios de las funciones y los álbumes de REO, materialidad y barbarie. «Un chamán sin plumas no es nadie, de la misma manera que un señor con corbata no te puede hechizar. Si me disfrazo en el escenario es para tomarme en serio a mí mismo. Las plumas no son gratuitas. Me encantaría –sigue el ilustrador– morir desnudo, llegar al punto de presentarme a la sociedad como vine al mundo, pero el vestuario de REO es ahora parte del lenguaje». «En fotocopias –concluye Svali–, la Biblia no tiene pase. Tiene que estar bien encuadernada».

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