Un Barenboim poco comunicativo inicia el 2022 musical con el Concierto de Año Nuevo en Viena

La Orquesta Filarmónica de Viena, bajo la batuta del maestro argentino-español-israelí, celebra su clásico recital del 1 de enero recuperando la asistencia de público, ausente el año anterior por la pandemia

La Orquesta Filarmónica de Viena, bajo la batuta del maestro Barenboim EFE

Alberto González Lapuente

Un año más las puertas del Musikverein se han abierto a través de las televisiones del mundo invitando al Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena. La posibilidad de asistir al primer y más famoso evento musical del año está al alcance de 55 millones de personas en pico de audiencia durante la emisión en directo, con un promedio de 22 millones. El cálculo de todos los que se llegarán a unir en los posteriores diferidos o como oyentes de la grabación que el 7 de enero comenzará a comercializarse obliga a acercarse a los 1000 millones.

Es lógico que alguien tan perspicaz como Daniel Barenboim , responsable musical de la edición de 2022, haya aprovechado la ocasión para propagar varios mensajes. Él es uno de los pocos músicos que habitan el cada vez más exclusivo círculo de la llamada música clásica y cuyas palabras se difunden sin limitación, incluso a través de medios convencionales y poco interesados en la cuestión musical.

Le avala una autoridad moral indiscutible, asentada en el compromiso personal frente al conflicto palestino-israelí y otros focos de tensión, y sustentada en ideas fácilmente compresibles. De ahí que deba entenderse como un gesto de sensatez la mención a la catástrofe humana que supone la pandemia y la obligación de superarla en comunidad, todos juntos, según explicó durante el protocolario saludo que interrumpe la interpretación de 'El Danubio azul'.

Barenboim también alertaba estos días sobre la importancia de la música y su presencia cada vez menos relevante en el proceso educativo. La realidad es evidente a pesar de que una audiencia tan millonaria encuentre consuelo en el concierto de Año Nuevo. En esta ocasión, y por segunda vez, difícil de organizar por razones sanitarias. Rosalía Sánchez ha informado en varias crónicas en ABC sobre la limitación de asistentes al concierto con un aforo máximo de 1000 espectadores, ninguno sentado en las tribunas superiores, ni de pie, y todos con mascarilla FFP2 y PCR hecha en las 48 horas previas.

Así se mostraba el Musikverein en la transmisión televisiva, presentada en España por Martín Llade , y capitaneada por el previsible realizador alemán Michael Beyer , una vez más aprisionado en la pulcritud de la belleza floral que proporcionan los floristas austriacos en colaboración con el departamento de Parques y Jardines de Viena.

También el cineasta austriaco Georg Riha volvió a ser el autor del documental 'Mission Apolo', emitido en el descanso del concierto como paseo por distintos escenarios reconocidos en la lista del Patrimonio de la Humanidad, en el 50º aniversario de su formulación por la Unesco: una mariposa Apolo como guía por la casa de las palmeras en los jardines del palacio de Schönbrunn, por el centro de Viena, por las orillas de Danubio, y Graz, sobrevolando el ferrocarril de Semmering Railway, la región montañosa de Salzkammergut, Salzburgo… Espacios de impresionante serenidad y tan vacíos como la fantasmal Viena recorrida por una pareja mientras la Filarmónica de Viena y Daniel Barenboim interpretaban 'Periódicos de la mañana', de Johann Strauss: un guiño, quizá inconsciente, a estos tiempos de confinamiento.

Fue al poco de comenzar el concierto, mientras la música sugería el despertar de la ciudad y de un programa que todavía sonaba adormilado. Barenboim, que es capaz de lo sublime y de anquilosarse en la rutina (solo hay que recordar su presencia en noviembre, en Madrid, junto a la Staatskapelle Berlin ), cumplirá los 80 en el próximo noviembre definitivamente convertido en un director de gesto parco, aquí poco comunicativo, demasiado pendiente de la partitura según reveló la transmisión. Es el retrato para el vals 'Alas del Fénix' de Johann Strauss , de la polca mazurca 'La sirena', obra de circunstancias, de ritmos infalibles, como el galop 'El pequeño boletín', de Joseph Hellmesberger , autor que dirigió la Filarmónica de Viena al comenzar el siglo XX… O de la polca rápida 'Pequeña crónica', de Eduard Strauss, que Barenboim remató con un guiño de satisfacción a los segundos violines después de que pasará la obra con una pose estrictamente marmórea.

Quien más y quien menos tiene derecho a aspirar a una dimensión nostálgica, a embriagarse con el perfume de felicidad que proporciona el giro del vals, en un sinfín capaz de hacer olvidar el sentido efímero de la existencia. La definición aparecía en los tratados de buenas maneras de finales del XIX como contestación a la declaración del concejo municipal de París, capaz de determinar que el baile «es un placer indigno de las civilizaciones avanzadas».

Fue entonces cuando la iglesia elaboró una teoría del pecado afirmando que el príncipe de las tinieblas siempre alimenta el placer transgresor. El vals y otros ritmos más ligeros (giga, galop, cuadrillas…) se habían impuesto en Europa en una especie de histeria colectiva. Por eso se disfruta mucho más cuando a Barenboim le asoman las primeras gotas de sudor y se le gira el nudo de la corbata mientras dirige la polca francesa 'Saludos a Praga', de Eduard Strauss , y después de que el contraste y la suavidad acompañe al vals 'Las mil y una noche', de la opereta de Johann Strauss 'Alí Babá y los 40 ladrones'. El momento sirvió también para que el Ballet Estatal de Viena hiciera su aparición en el Palacio de Schönbrunn, con vestuario de Arthur Arbesser .

Todo había empezado a ir mejor al comenzar la segunda parte con la obertura de 'El Murciélago', tras la que se escuchó el bravo de algún espectador, y de que los percusionistas brindarán al concluir la polca 'Champagne', de Johann Strauss . La gracia fue limitada como fue enormemente sosa la intervención cantada de la orquesta en los 'Noctámbulos', de Carl Michael Ziehrer , una de las seis novedades musicales del concierto de este año.

Queden, por tanto, la pieza de carácter 'Duendes', de Joseph Hellmesberger ; la 'Polca de las ninfas', de Josef Strauss -como fondo a la actuación de los caballos de la Escuela Española de Equitación de Viena a los 450 años de su creación por Carlos II de Habsburgo-, o esa genialidad que es la 'Armonía de las esferas', de Josef Strauss , llevada con buenas dosis de sutileza.

La edición 2022 del Concierto de Año Nuevo en Viena se ha configurado en áreas temáticas incluyendo a l a mitología, los cuentos de hadas y Oriente . Es la tercera ocasión que Daniel Barenboim lo ha dirigido, aunque su cercanía a la Filarmónica de Viena viene desde que muy joven colaborase como pianista y luego como director en 1989. Para el próximo año se anuncia la presencia del vienés Franz Welser-Möst . Será, o así se espera, la vuelta definitiva al hogar.

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