Adriana Ivancich, la musa prohibida de Hemingway

Un nuevo libro explora la relación entre el escritor y la mujer y revela una dramática carta en la que ella pone fin a su relación

Ernest Hemingway ABC

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En 1949, Ernest Hemingway conoció en un bar de Venecia a Gianfranco Ivancich, un hombre con el que pronto entabló una gran amistad, que se cifró en un buen número de cartas al final de su vida. Sin embargo, para el escritor, más importante que Gianfranco fue su hermana, Adriana Ivanich , una mujer que entonces contaba 19 primaveras y de la que quedó prendado tras compartir con ella una cacería de patos. Fue el inicio de un amor platónico sobre el que planean más dudas que certezas, y que en una de sus cartas el autor de « Adiós a las armas » lo definió como un sentimiento tan fuerte como un rayo.

Ahora, un nuevo libro del autor italiano Andrea di Robilant –«Otoño en Venecia: Ernest Hemingway y su última musa»– explora su relación y revela por primera vez la existencia de una dramática carta en la que la joven se despide del literato.

Se trata de una misiva de abril de 1956 en la que Adriana le contaba a Hemingway que su prometido «no quiere que te escriba más y no quiere que me escribas», lamentaba la joven antes de declarar su amor por el escritor. «[Eso] me ha hecho sufrir... y siempre me hará sentir triste... He probado todo (ya sabes cuánto te amo...). No hay palabras que puedan cambiar su opinión... Nunca pensé que podría haber un adiós entre tú y yo ».

En otra carta desconocida, Hemingway, que a pesar de su imagen robusta se desnudaba en su correspondencia, le escribía a Adriana: «Cuando estoy lejos de ti no hay nada que me importe... Te echo mucho de menos. A veces esto es tan malo que no puedo soportarlo ».

A pesar de estas palabras, no está claro si realmente mantuvieron una relación amorosa. De hecho, Di Robilant cree que, lejos de un enamoramiento, lo que fue crucial fue la amistad que se acabó generando entre los dos, y que estimuló profundamente la creatividad del escritor.

« Ella le trajo alegría a su vida, le inspiró », escribe el autor, «lo que lo llevó a un notable florecimiento literario en la última parte de su vida».En concreto, Adriana Ivancich le inspiró uno de los personajes principales de su novela «Al otro lado del río y entre los árboles». También la obra ganadora del Pulitzer «El viejo y el mar».

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