José María Carrascal en la redacción de ABC
José María Carrascal en la redacción de ABC - matías nieto
entrevista

José María Carrascal: «España está más unida que nunca, aunque nos creemos más diferentes que nunca»

El periodista de ABC presentó ayer su libro «La historia de España que no nos contaron»

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En el año 1975, cuando José María Carrascal (El Vellón, Madrid, 1930) trabajaba desde la ONU, muchos compañeros salieron corriendo hacia a España convencidos de que volveríamos a resolver nuestras diferencias a cañonazos. Él estaba tranquilo porque llevaba tiempo en el oficio y había visto de todo. Hizo sus primeros trabajos cuando aún no habían levantado el Muro de Berlín y desde entonces no ha dejado de escribir. Ayer presentó su último libro, «La historia de España que no nos contaron. Mitos y realidades» (Espasa), con la que pretende ver «qué hay detrás de todo lo que nos han contado».

—Siempre se dice que la historia la escriben los vencedores. ¿En España quién la ha escrito?

—Todo el mundo (ríe).

Todo el mundo se cree con derecho a escribir la Historia de España. Yo también. Así salió este libro, porque estoy buscando las claves de por qué nos encontramos en las mismas coyunturas de antes.

—¿Hemos manipulado nuestra Historia más de la cuenta?

—La Historia se puede doblegar, pero la Geografía no. La geografía tiene un carácter decisivo sobre las naciones. Y en este libro estoy buscando la respuesta a eso: por qué cuando tenemos una democracia y cierto desarrollo volvemos a lo mismo.

—«La historia que no nos contaron» es casi un estudio de Geografía e Historia, dos asignaturas tradicionalmente maltratadas en los planes de estudios.

—Nosotros teníamos una asignatura en el Bachillerato que se llamaba Geografía e Historia. Y la Geografía es importantísima, tanto que hay una escuela de historiadores que asegura que la Geografía decide la historia de los países. Y en muchos casos es verdad. Por eso empiezo por la Geografía de España, porque es el país más montañoso después de Suiza. Está lleno de cordilleras que nos incomunicaron a unos con otros durante siglos.

Más unificados que nunca

—El libro comienza precisamente con un halago a la diversidad de los españoles. A lo distintos que somos por esa influencia de la Geografía.

—Decía Camba que para un gallego era más fácil ir a Buenos Aires que ir a Madrid. Sin embargo, nunca ha estado España tan interrelacionada como ahora. Se han limado las diferencias y hoy los jóvenes españoles son prácticamente iguales. España está hoy más ligada que nunca, más unificada de facto, a pesar de que nos creemos más diferentes que nunca. Es una de las grandes contradicciones. Lo que ocurre es que tenemos los valores cambiados. Le damos más importancia a lo secundario que a lo principal. En todo. Esta alternancia de valores viene de la época imperial. El hecho de que se descubriera América al tiempo que se conquistaba Granada hizo que España se volcara hacia el exterior. Y no hay nada más enemigo de la nación que el imperio.

—También cita un defecto según el cual a los españoles nos cuesta «sentir con perspicacia el interés colectivo». ¿Pecamos de individualistas?

—Somos rabiosamente individualistas, pero eso lo atribuyo más bien a la incomunicación física de la que hablábamos. No nos conocíamos. El gran unificador de España era, en mi juventud, el servicio militar. Los chicos del pueblo iban a la ciudad y conocían cómo eran los aragoneses, los andaluces... Esto son taras que han lastrado nuestra incorporación al mundo moderno.

—Usted que ha vivido tanto y ha visto de todo, desde el muro de Berlín a Vietnam, ¿Esto ocurre igual en otros países? ¿O aquí hemos sobrepasado el límite?

—Lo que he sacado en limpio es que nos creímos aquello de Fukuyama de que la Historia se había acabado, y hay que ver lo que está empezando otra vez. Me he hecho muy escéptico ante el hecho inmediato. Mi escepticismo se funda en que muchas cosas que creemos que son malas después resultan siendo buenas. Me ha pasado, y te pasará a ti también, que algo que se cree que es un terrible fracaso acaba siendo un éxito. Yo los grandes tropezones que he tenido en la vida me han venido después de conseguir un éxito. Te relajas un poco y te caes, como el Madrid o el Barcelona.

El vacío de la educación

—Usted termina el primer capítulo preguntándose por qué sigue habiendo españoles a disgusto en España.

—Al tener los valores cambiados desde el Siglo de Oro, el español vive a disgusto. Es antimoderno. Somos muy antimodernos los españoles. Hay un dicho que dice «Si habla mal de Alemania es francés; si habla mal de Francia es inglés y si habla mal de España es español». Es casi un deporte. Esto es un fallo de educación posiblemente. Porque uno de los grandes vacíos de España es la educación.

—Este repunte del nacionalismo catalán... ¿Es una moda o fruto de la torpeza de algunos políticos?

—Es una de estas extravagancias de la Historia. Cataluña, que ha sido la más europea, la más avanzada, por donde han entrado todas las corrientes artísticas, de repente se ha vuelto la más cerrada y la más nacionalista. Lo veo como un amor tardío. Los catalanes nunca han sido un reino de por sí. Y creo que han tenido el deseo frustrado de no serlo y van contra la historia y ya se ha visto: ni siquiera cuentan con el apoyo de todos los catalanes pese al lavado de cerebro al que les han sometido.

—¿Qué futuro les augura después de lo visto en las autonómicas?

—Sigo creyendo, como decía Bismarck, que «España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido». He visto que España ha alcanzado lo que esperaba en mi juventud y lo ocurrido en Cataluña me da esperanzas.

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