LIBROS

Lisa Taddeo retrata el deseo femenino

Ocho años ha dedicado la escritora norteamericana a esta investigación que se ha convertido en uno de los libros de la temporada en todo el mundo

Lisa Taddeo

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Nadie conoce a nadie es el título de una película y, además, un buen recordatorio de lo opacos que nos resultan no solo nuestros más íntimos deseos, sino especialmente los de los demás. Poco sabemos sobre este tema tan definitorio en la vida, el del deseo, especialmente del deseo femenino. Ocho años ha dedicado la periodista Lisa Taddeo a investigar sobre eso que está e n el centro de nuestra existencia, eso que nos estremece , nos atormenta y a lo que sin embargo tan poco nombramos porque tiene la naturaleza del tabú: el deseo femenino, oculto tras el velo de la perspectiva masculina.

En primer lugar nos adentramos en la vida de Lina. De Indiana rural y madre de dos hijos, vive sumida en un matrimonio que hace agua desde hace tantos años como diez. Después tenemos el caso de Maggie Wilken: «Maggie opina que algunas personas viven la vida como si estuvieran seguras de que tendrán otras», pero no es su caso, porque su existencia da un giro cuando conoce a Aaron Knodel, su guapo tutor, un hombre casado en el que cree que puede confiar . Y Maggie confía, pero ¿no son un poco raras esas llamadas por la noche, la promesa de hacer el amor cuando cumpla dieciocho? Maggie, completamente subyugada, se deja llevar y convierte a Knodel en el centro de su vida hasta que años después todo acaba en un juicio. Por último, conocemos a Sloane, la guapísima y elegantísima dueña de un restaurante de moda.

De puntillas

Lina, Maggie o Sloane, tan diferentes como parecen , de extracciones sociales y emocionales tan distintas solo desean una única cosa: ser amadas, ser deseadas y sentir que su deseo cuenta. «Son los matices del deseo los que esconden la verdad acerca de quiénes somos en los momentos más duros», dice Taddeo, y este libro, un retrato impecable del deseo y de la sexualidad femenina, da protagonismo a esos matices que ponen de manifiesto que aferrarse a lo que se escapa es dedicarle la vida a un fantasma, a una ausencia que nos esclaviza.

Tres mujeres lo encabeza una cita de Baudelaire que dice: «Quien desde fuera mira a través de una ventana abierta, jamás ve tantas cosas como quien mira una ventana cerrada». El libro de Taddeo está anegado de ventanas semicerradas, entreabiertas, pero su prosa logra que entremos de puntillas, sin hacer demasiado ruido, ahí dentro, en los salones de esas vidas de las que nos sentimos parte, donde somos testigos de esa incomodidad, de los hombres convertidos en el punto neurálgico, en destino de todas aquellas mujeres que, de haberlo sabido, de haber sabido que podían hacerlo, hubieran puesto en el centro otra cosa, su propio deseo, por ejemplo.

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