Puerta española medieval y un San Sebastian florentino en la galería DeBackke
Puerta española medieval y un San Sebastian florentino en la galería DeBackke - Patricia Espinosa de los Monteros
ARTE

De Egipto al siglo XXI en Brafa

Brafa, la principal feria de arte antiguo belga, volvió este año la mirada más allá de la pintura flamenca con un estupendo despliegue que fue de la arqueología al diseño contemporáneo

Bruselas Actualizado: Guardar
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A diferencia de otras ferias de arte, antiguedades y pintura de grandes maestros, Brafa, tradicionalmente conocida por su especialización en pintura flamenca y antigua, ha exhibido estos pasados días su diversidad de estilos, de temas y de épocas sin complejos, sin tener que dar excusas por saltar de Egipto a la vanguardia en un solo estand.

Los belgas llevan el coleccionismo en su ADN y por ello no es de extrañar que casi todos los galeristas de la zona sean realmente grandes coleccionistas que saben mirar el mercado desde el otro lado de la cama, que también es importante.

Según cuenta su presidente, Harold T’Kint de Roodenbeke, esto es debido sobre todo a la nueva hornada de coleccionistas que se dejan caer por aquí, tarjeta en mano.

Se trata de un público más joven, de alto nivel adquisitivo, que no busca tanto la inversión como la química y sobre todo la diversidad. Al presidente no le gusta tratar el arte como bolsa de inversión, ni hablar de los que presumiblemente se acercaron por allí en otros años con esas intenciones. Cree que la elección de una pieza debe generar un baile de seducción entre galerista y cliente y, desde luego, el perfil del nuevo coleccionista es más atrevido y no se corta a la hora de combinar arte de vanguardia con arqueología y piezas de diseño contemporáneo. Pero le falta, según Didier Claes, su vicepresidente, un área de fotografía, incluso de «street art», especialmente dedicada a los potenciales compradores que hoy tienen 18-20 años y que compran todo por internet. Otro objetivo es un área de arte africano contemporáneo, todo para convertir la feria en un referente único.

Lista de espera

Brafa tiene ya 61 años, pero se encuentra en plena forma y rodeada de juventud: el año pasado acudieron a visitarla unas 55.000 personas. Este año, gracias a la ampliación en un 10 por ciento más de espacio, ha tenido también un 10 por ciento más de expositores en total y, además, lista de espera. Han sido 137 expositores, entre los que se encuentran las más acreditadas galerías belgas, pero vienen también de Holanda, Reino Unido, Alemania, Francia, Suiza… y un solo español. Han entrado 18 nuevos expositores especializados en arqueología, diseño y arte moderno y contemporáneo.

Y aquí, Chagall, Monet, Giacometti y Jan Fabre dialogaron libremente con Brueghel y con Teniers. Pero entre tantos miles de piezas y tanta área distinta era mejor ir a tiro hecho. Lo primero es lo primero y estamos en Flandes,. Por ello no se podía dejar pasar una visita a los expertos en pintura flamenca: Florence de Voldère con sus breughel y pintores holandeses, o De Jonckheere con un retrato de Lutero por Lucas Cranach.

Varios nombres españoles en esta edición: Manolo Valdés, Lita Cabellut, las alfombras de Javier Fernández y la galería J-Bagot

En arqueología, destacaron la única galería española, J-Bagot, que aportó un importantísimo sarcófago romano del siglo II a. C. y una cabeza de Calígula en mármol; y Phoenix Ancient Art, especializado en arte egipcio y piezas del Imperio Medio. De arte medieval, De Backker, abrió una puerta española tras la que se asomaba un magnífico San Sebastian. Dentro de su espacio se podía admirar un tímpano bizantino del siglo VI.

En lo que respecta al arte asiático, no pudimos dejar de admirar los cascos y máscaras japonesas de la familia Matsudaira (periodo Edo), de Jean Christophe Charbonnier. Ni la galería Lamy, con un cetro ceremonial en «cloisonné» y pájaros de la dinastía Qing. Y lo mejor del arte africano lo trajeron Didier Claes con sus cabezas, esculturas y máscaras del Congo, y Yann Ferrandin, un experto en arte tribal, que expuso máscaras y esculturas de Gabón.

Nombres españoles

Dentro del diseño del siglo XX, Frank Landau aportó una casa desmontable en madera y acero de Jean Prouvé, concebida para refugiados de la posguerra mundial. Por supuesto, el estand del gran maestro Axel Vervoordt fue de obligada visita con su interpretación del estudio de un coleccionista. También hubo alfombras con nombre español: la familia armenia N. Vrouyr –establecidos en Amberes– expusieron tres versiones del diseño del cántabro Javier Fernández en seda. Otras obras españolas presentes fueron una menina de Manolo Valdés en madera, en la galería Pascal Lansbergh, y un espectacular retrato de Lita Cabellut en la galería de Hervig Simons.

Y este año, «Flower Power»: la puesta en escena de la feria, que corre a cargo habitualmente del estudio Volume Architecture, es impactante siempre, y cada año se dedica a un tema distinto. En esta edición, y aprovechando que el invitado de honor fueron los Floralie de Gante, el florista Mark Colle, el preferido de los modistos Dries Van Notten, Jill Sander o Dior, creó una impresionante ola de flores de invierno, que recorría, como una alfombra voladora, los techos y espacios de este recinto, subiendo y bajando en una increíble formación escultórica. Por su parte, un concurso entre los estudiantes de La Cambre, Escuela Superior de Artes Visuales, eligió al responsable del diseño de las alfombras.

En conclusión: Brafa nos ofrecío este año el arte más eterno y la puesta en escena efímera mas de vanguardia.

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