J. K. Rowling bautizó a Robert Galbraith en honor dde Robert F. Kennedy (en la imagen)
J. K. Rowling bautizó a Robert Galbraith en honor dde Robert F. Kennedy (en la imagen) - colección abc
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¿Quién es Robert Galbraith?

Inspirándose en Robert F. Kennedy, J. K. Rowling creó a Robert Galbraith, seudónimo bajo el que escribe serie negra protagonizada por el detective Cormoran Strike. Su segundo caso, «El gusano de seda», llega a las librerías

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La pregunta no es tal porque todos sabemos quién se esconde detrás de Robert Galbraith. Si no fuera así, se lo descubro en cuanto doblen esta línea de lectura. La creadora de Harry Potter encarna también a la progenitora de Cormoran Strike, el protagonista de una serie de novelas de corte negro cuyo segundo título llega ahora a España ( El gusano de seda. El primero se tituló La llamada del cuco). Su autor: un tal Robert Galbraith, que, por arte de birlibirloque, pasó de vender apenas 2.000 ejemplares a 500.000 en cuanto se supo quién estaba detrás del misterio de la autoría. Si atan cabos, identificamos a J. K. Rowling como la madre del cordero y también como la santísima trinidad.

En ella se desdoblan tres personalidades. Yo digo que son ganas de marear la perdiz.

La señora Rowling y sus agentes menean como unos ávidos trileros (un noble y callejero arte) los vasitos en cuyo interior se esconden los papeles con los nombres en liza. Un juego de seudónimos y camuflajes donde agentes y autora cuentan con sobrada experiencia. Puede que no sea tanta la maestría en el camuflaje. Tanto celo guardián y, al final, siempre les ha salido el tiro por la culata. Nos terminamos enterando de quién es quién (en inglés: Who is Who?) a través de sus fanáticos lectores y los avezados internautas a los que no se les escapa ni una pista. No obstante, hagamos una recapitulación y abundemos en el enredo por si alguien se perdió, pese a que tampoco debería dar para mayores palabras, pues autores de novela negra con seudónimo salen veinte en cuanto se levanta una piedra. Quedémonos solo con el ejemplo de John Banville y su otra cara o cruz, Benjamin Black.

También le digo que ¡benditas sean sus intuiciones al revés!

En el caso de Rowling, deberíamos invocar a Freud para dilucidar el por qué pasamos de hombre a mujer y de mujer a hombre en menos de lo que canta un cuco. J. K. Rowling ya saben que no es el nombre verdadero de «mamá Potter». Ella es Joanne Rowling, pero no quiso identificarse como tal por miedo a espantar a audiencias masculinas (apuntan las malas lenguas y lo que se lee por ahí). Yo diría que por inseguridad, dado que ella nació de la nada y mejor, creo yo, ocultar el posible fracaso en alguien inexistente, sin rostro visible al que lanzarle los tartazos. Llegó el éxito y con él, el aburrimiento. Había que inventar otras historias y reinventarse.

Sin dar la cara

«Siempre me ha gustado la novela negra. Me encanta Agatha Christie, Ruth Rendell, Margery Allingham y P. D. James. La mayoría de los libros de Harry Potter son en el fondo novelas policíacas (se trata de averiguar ¿quién lo hizo? o ¿por qué lo hizo?), pero hacía tiempo que quería dedicarme en serio a este género. Quería probarlo y escribir una novela policíaca contemporánea con un trasfondo verosímil»: nos mandan estas palabras, viva voz de la señora Rowling, vía sus agentes en Gran Bretaña, quienes nos hacen saber también que no podemos utilizar la imagen de ella para ilustrar estas páginas. ¿Alguien entiende algo? Yo no, pero es lo que hay.

Está claro que el asunto del anonimato le inquieta hasta extremos casi patológicos

Prosigue la argumentación, a ver si nos aclaramos: «Al principio, se debió al deseo de volver a la casilla de salida e iniciar la carrera de escritora con un nuevo género. Quería trabajar sin presión y sin expectativas y recibir una reacción totalmente sincera. Fue una experiencia maravillosa y lamento que no se prolongara un poco más. Siendo Robert Galbraith podría concentrarme en el trabajo, que es el aspecto que más me gusta de ser escritora». Con la señora Rowling y sus paranoias (unas cuantas; quinientos millones de libros vendidos a lo largo de su carrera pesan en el banco pero también en las manías) hay que echar mano del psicoanálisis y esa fijación por escudarse detrás de un hombre o, en su defecto, nominación masculina.

¿Por qué Robert y no Ellen?

Escogí Robert porque es uno de mis nombres masculinos favoritos –Robert F. Kennedy es mi héroe–y porque, por suerte, no lo había utilizado para ningún personaje de la serie de Harry Potter ni para Una vacante imprevista [su primera novela como escritora «adulta»]. El apellido Galbraith surgió a partir de algo un poco más extraño. Cuando era pequeña, quería llamarme Ella Galbraith, pero no me pregunte por qué. Ni siquiera sé cómo sabía que existía ese apellido, porque no recuerdo a nadie que se llamara así. De hecho, me planteé firmar la serie de Cormoran Strike como «L. A. Galbraith», pero por razones obvias decidí que lo de las iniciales no era buena idea.

Rowling: «Strike me da la posibilidad de hablar de forma objetiva»

No voy a enmendarle la plana a la señora Rowling, pero parece que todo lo que ella estima una mala idea se convierte finalmente en good idea, y viceversa. A los hechos de su vida literaria nos remitimos: me quiero esconder y me descubren; no confío demasiado en mi éxito y, ¡zas!, de un piso cutre a un castillo en la campiña británica. También le digo que ¡benditas sean sus intuiciones al revés!, pero que se ande con ojo, porque a la hora de urdir tramas escurridizas se la pilla demasiado fácilmente. Espero que su humor escocés (es escocesa de pura cepa, con bandera de independencia incluida) entienda que yo tenga mis dudas de que el género policíaco o el de misterio le salga bien. Todo se queda en una chanza, ya que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Si no sabe despistar a sus perseguidores en la vida real, en la literaria las historias discurren de manera bien diferente. Del niño mago a un detective privado. De Harry Potter a Cormoran Strike.

«Como ya he dicho, quiero escribir novelas policíacas clásicas, pero con un giro moderno –abunda Robert Galbraith /J. K Rowling sobre su personaje–. Un detective privado tiene acceso a mundos muy diferentes. Además de ser un ex policía militar, mi héroe es el hijo ilegítimo de un músico muy famoso al que solo ha visto dos veces. Strike me ofrece la posibilidad de hablar de forma objetiva, y sin hacer referencias personales, sobre todo lo que conlleva la fama.»

Una vez más, el psicoanálisis. Las obsesiones de la señora Rowling se mezclan por doquier en las historias que escribe. Está claro que el asunto del anonimato le inquieta hasta extremos casi patológicos.

¿Por qué decidió que el «autor» tuviera un pasado militar, al igual que el propio Cormoran Strike?

Era la forma más fácil y verosímil de que Galbraith supiera cómo funciona e investiga la División de Investigaciones Especiales. Otro motivo por el que lo convertí en un hombre con pasado militar que trabajaba en la industria de seguridad civil fue que eso me permitía ofrecerle una excusa sólida para no aparecer en público ni facilitar fotografías suyas.

Rowling: «Sé mucho más sobre los personajes de lo que aparece en los libros»

No hay fotos. Y ella, o sus agentes, piden que no aparezca la imagen de J. K. Rowling para ilustrar estas palabras. Zanjo este asunto de las identidades cruzadas, aunque insisto que no lo entiendo ni lo comparto. Nos queda la duda de si detrás de tanto misterio, encubrimiento y luego descubrimiento fortuito hay mucho de truco mercadotécnico. Trilerismo puro y duro. Sea lo que sea, y lo haya escrito una mujer o un hombre o una mujer con nombre de mujer, este Gusano de seda te lleva de un lado a otro de la trama sin demasiados esfuerzos, como con Harry Potter los ojos se pegan a las páginas sin mayores pretensiones criminalísticas.

Y va por la tercera...

«Suelo empezar con una idea, y luego busco la forma de llegar hasta ella –explica su rutina de trabajo–. Planteo e investigo mucho, y sé mucho más sobre los personajes de lo que aparece en los libros. Es el método que he utilizado siempre. La tercera novela de Strike (todavía estoy escribiéndola) ha requerido una planificación brutal. Hasta ahora, ningún libro había exigido tanto trabajo previo. Tengo planos con código de colores para no perderme. Me pasaba lo mismo con Harry Potter. El nivel de detalle de planificación está muy documentado.

Comenta que va por tercera, pero he leído que tal vez la serie de Strike llegue hasta los siete títulos.

Lo bueno de escribir esta clase de novelas es que cada una es una historia bien diferenciada, de modo que la serie queda abierta. Durará mientras tenga qué contar.

Lo mismo que Harry Potter fue llevado a cine, se habla de que esta serie policíaca pase a la televisión.

Sí, estoy entusiasmada con la perspectiva de ver cómo los libros cobran vida en la pantalla. Los argumentos parecen más adecuados para la televisión que para el cine. Ya hay varias series policíacas que funcionan muy bien. Me gustaría colaborar con el guionista en el argumento y la adaptación.

Ya me estoy imaginado al detective Cormoran Strike y a su ayudante, la atractiva Robin, saliendo de su despacho-cuchitril en pleno Londres.

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