Fernando Arrabal durante la Feria del Libro de Madrid
Fernando Arrabal durante la Feria del Libro de Madrid - Maya Balanya

Fernando Arrabal se propone para dirigir el Teatro Español

En un escrito enviado a ABC, el dramaturgo se ofrece a sustituir a Pérez de la Fuente

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«..el plazo de presentación de candidaturas para la dirección del Teatro Español el martes 23 de junio se ha ampliado hasta el 6 de julio…»

Conocida nuestra decisión «no se han encontrado suficientes candidatos». En lo profundo los buzos miopes son visionarios.

Evidentemente también el día 6 de julio pan-pánica-surrea-patafísica y virtualmente nos presentaremos. Solo las veletas egocéntricas están seguras de hacer girar el viento.

Como hubiéramos comparecido ayer 23 de junio. Para dirigir -sin dirigir- mis más científicos y estrambóticos amigos el Teatro Español. E incluso sus «Anexos». Las moscas tsé-tsé de Hollywood sueñan en tecnicolor.

Tácita y aparentemente. Sin acto de presencia alguno. Por puro sacrificio.

Tratamos de evitar que los mejores sean transformados en tinterillos o copistas.

Con pagas extraordinarias y ordinarios pendolistas. Los cangrejos van hacia el futuro a reculones.

Tratamos de evitar que los más originales y sediciosos del reino sean transformados en amanuenses. Con dos medio-hermanos no se puede crear un hermano.

Tratamos de evitar que a los mejores se les encalaboce en despachos. Con aguinaldos. Las estrellas fugaces pervierten a las maletas perdidas en los vuelos.

No se puede concebir a María Pita, Martin Luther King, Galileo Galilei, Gutenberg, Teresa de Calcuta, Blas de Lezo, Jardiel Poncela, Juan-Carlos Pérez de la Fuente, Antonin Artaud o Mariana Pineda soportando semejante afrenta.

Nadie imaginaría a Concepción Arenal administrando la Inquisición. El elefante que camina sobre el agua no impresiona a las ballenas.

Gracias a lo más original y rebelde de hoy el teatro es un espejo. Y un arquetipo. Sin vetos, ni expulsiones . La playa depresiva ve, impotente, que el mar se retira siempre.

En el teatro las soluciones son imaginarias. Solo se tienen en cuenta las leyes que rigen las excepciones . Con los dos teoremas de «incompletitud» de Kurt Gödel.

El teatro es un órgano central. Y marginal. Consolidando sus tareas australes. Y creando constantemente nuevas.

El teatro propone un universo que solo existe como adición de elementos singulares. Y sin chistes de faquir que solo hacen reír a su cama de clavos.

En el teatro no ejercemos ni ejerceremos ninguna función. Según los estatutos. No jugaremos ningún papel. Ni positivo ni negativo. Incluso los anoréxicos pueden practicar el sumo de salón.

No estamos ni estaremos sometidos a regla alguna. Actuamos con nuestra sola presencia. Y naturalmente con nuestra ausencia. (Tengo demasiado quehacer). El hábito es la fuerza capaz de desacostumbrarse de permanecer en lo esencial.

El universo y su representación teatral es un confuso revuelto de partículas elementales.

«A orillas de los ríos de Babilonia lloramos... colgamos de los sauces nuestras arpas».

Fernando Arrabal,

precisamente el día de San Ultra, siquiatra, 9 de Gidouille del año 142 de l’E. P. (24-VI-2016 ‘vulgaris’)

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