Pintura que muestra a «Barbanegra» durante un combate
Pintura que muestra a «Barbanegra» durante un combate - WIKIMEDIA

«Barbanegra», el pirata que luchaba contra las enfermedades de transmisión sexual en su navío

Los expertos han extraído del pecio una gran cantidad de instrumental médico perteneciente a la enfermería de «La venganza de la reina Ana»

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Edward Thatch (más conocido en la cultura popular como «Barbanegra») fue uno de los piratas más sanguinarios que recorrió mares y océanos a finales del Siglo XVII y a principios del XVIII. Siempre junto a su buque, el «The Queen Anne´s Revenge» (« La venganza de la Reina Ana»), este antiguo capitán de la Royal Navy saqueó cualquier navío que pudiera trasportar riquezas e, incluso, llegó a tener «secuestrada» la ciudad de Charleston (en Carolina del Sur) hasta que sus gobernantes aflojaron la bolsa y le pagaron un suculento rescate.

Sin embargo, y como sucede con la mayoría de los malhechores, «Barbanegra» acabó sucumbiendo a las autoridades y en 1718 terminó como un colador al enfrentarse a varios buques británicos dirigidos por Robert Maynard. Aquella fatídica jornada para la piratería, el navío de Thatch encalló además en un banco de arena cerca de la bahía de Beaufort (en Carolina del Norte) y, tras ser abandonado, se fue a pique cayendo en el olvido.

Mortero hallado en el pecio
Mortero hallado en el pecio

Así fue, al menos, hasta 1996, año en que un grupo de expertos logró hallar el pecio del navío y se iniciaron las labores para lograr sacar a la superficie todos los «recuerdos» posibles de uno de los piratas más famosos de todos los tiempos. Desde ese momento, los arqueólogos marinos a cargo del proyecto han podido extraer del lugar objetos tan valiosos como los gigantescos cañones que utilizaba el pirata, o lo que –según se cree- es la empuñadura de su espada. A su vez, hace apenas unas jornadas han logrado hallar una ingente cantidad de material médico que alimenta la leyenda de que este sádico malhechor cuidaba sobremanera la salud y combatía las enfermedades de transmisión sexual de su tripulación.

Un curioso material médico

Tal y como publica el « Daily Mail», los investigadores han estudiado los artefactos y han determinado que «Barbanegra» hizo todo lo posible por mantener a su tripulación viva y sana. Así lo atestigua Linda Carnes-McNaughton (arqueóloga militar en Fort Bragg), quien ha tenido acceso de primera mano a los diferentes instrumentos.

«El tratamiento de los enfermos y heridos en un buque durante esos años era, por lo menos, difícil en el mejor de los casos. Enfermedades periódicas, heridas, amputaciones, dolores de muelas, quemaduras…», determina la experta. Sin embargo, parece que fue una de las prioridades del malhechor cuando, tras capturar el navío francés «La Concorde» en 1717, decidió rebautizarlo como «The Queen Anne´s Revenge».

Entre el equipo médico que ha sido descubierto destaca en primer lugar una jeringa uretral que –todavía con restos de mercurio- habría sido utilizada para tratar la sífilis de la tripulación. También se han recuperado algunos objetos como un mortero para moler todo tipo de plantas y medicamentos e, incluso, una balanza que podría haber sido utilizada para conocer la cantidad idónea de «medicina» (si es que se puede llamar así a los tratamientos utilizados por entonces) que había que dar a los pacientes.

Se han hallado además los restos de dos lavativas que se habrían utilizado para realizar enemas (lo que permite que los medicamentos se absorban rápidamente), botellas que podrían haber contenido plantas homeopáticas, una aguja de plata, unas tijeras y unas curiosas piezas de latón que, según la experta, podrían haber sido usados para realizar torniquetes a los marinos tras la contienda.

Fuera como fuese, será necesario hacer las pruebas pertinentes para corroborar que todos estos instrumentos tenían la función que se cree. Hasta hora, lo que sí afirma de forma tajante Carnes-McNaughton al «Daily Mail» es que «Barbanegra» solía preocuparse por la salud de su tripulación y, por ello, cambiaba usualmente rehenes por suministros médicos. Un dato que, curiosamente, contrasta con su fama de imponer castigos severos cuando se desobedecían sus órdenes.

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