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Galimatías de cifras

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Que todo es relativo es algo que conocemos. Pero, cuando se cuantifican empleo y desempleo, la relativización adquiere dimensiones que ensoñarían al mismísimo Einstein, cuando resolvió la incompatibilidad existente entre la mecánica newtoniana y el electromagnetismo. Los informes de coyuntura económica son la mejor expresión del relativismo, que han hecho especial mella en las sociedades modernas. Vivimos en un mundo confuso en el que da miedo decir lo que es. Por eso se aspira a decir lo que debería ser y al final, no sabemos si es lo que es o lo que debería ser. Lo políticamente correcto se atrinchera en lo que debiera ser, postergando lo que es al ostracismo.

La publicación por el Banco de España de su último informe trimestral sobre la economía española y los resultados de la EPA por el Instituto Nacional de estadística, nos permite examinar la situación económica que padecemos. Si consideramos, además, la información económica suministrada por ambos organismos desde 2005, cuando los inspectores del Banco de España alertaron del gravísimo problema que suponía ya entonces, la creación de una gran burbuja inmobiliaria, sabemos que hemos padecido una doble recesión, que supuso el punto de inflexión al periodo de mayor crecimiento de nuestra economía, entre 1995-2007, crecimiento sustentado en todo tipo de desequilibrios de toda índole, reales y financieros, que todavía y por algún tiempo seguiremos padeciendo. Ahora hemos pasado de una severa contracción económica a una fase de bajo crecimiento en la que nos encontramos. Muy parecida aunque de peores consecuencias que la de 1976-1985.

Dejemos aparte las medias verdades, olvidémonos del relativismo que nos invade y por supuesto actuemos en las antípodas de cómo lo haría cualquier político y tomemos posiciones al respecto del desempleo. Los datos de la EPA son malos de solemnidad. El paro baja en 2.300 personas hasta marzo, gracias al aumento del empleo público. Lo cual es algo disparatado, considerando el mastodóntico sector público que padecemos. Pero al unísono la tasa de actividad desciende, consecuencia de la pérdida de 187.000 activos, que en el contexto del año, supone la pérdida de 425.000. Si a esa pérdida de potenciales integrantes del mercado de trabajo, le sumamos que el 7% de los trabajadores tienen más de 60 años, el problema para el sistema de pensiones es algo que ya no nos debe hacer reflexionar, si no que debería conducirnos a la acción de manera inmediata.

La EPA y El Banco de España se contradicen de manera rotunda. La EPA considera una reducción en la ocupación del 0,1%. El Banco de España indica un aumento del empleo del 0,2%. La Seguridad Social informa de un aumento de las afiliaciones del 0,5%. No sigo para no quitarle el sueño a nadie. Durmamos pues hasta el 27 de mayo en Lisboa.