EL RAYO VERDE

EN LOS DOMINIOS DE LA CAIXA

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El viaje de Susana Díaz a Barcelona no parece ser uno más de los muchos que realiza la presidenta de la Junta. Hasta eclipsa su reciente visita a Bruselas, y eso que el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, es reacio a recibir a líderes regionales e incluso se acaba de negar a un encuentro con Artur Mas.

Tampoco es la primera vez que un presidente andaluz va a Cataluña, donde siempre se ha radicado la 'novena provincia'", por el número de inmigrantes que allí viven. Pero ahora Díaz concita el máximo interés, tanto por la propia expectación hacia su figura y la novedad que representa en el mortecino liderazgo nacional, como por el delicado momento político que atraviesan las relaciones entre España y la comunidad autónoma catalana. Hay expectación por ver si Díaz tiene éxito en su arriesgada apuesta, política y personal, si son bien aceptadas las recetas de pacto que va a ofrecer a la sociedad catalana, este lunes en el foro de La Vanguardia. Más allá de conseguir dar un balón de oxígeno al depauperado PSC, que es su intención primera, porque en el PSOE se ha decretado una especie de SOS general hacia Pere Navarro, la ascensión de la presidenta andaluza al primer plano nacional parece irresistible. Su fulgor resalta aún más, por contraste, el deslucido liderazgo de Rubalcaba. Aunque ella insista en que no entra en sus planes subir Despeñaperros, nadie duda de que terminará optando a La Moncloa. Cuando proceda, pero seguro.

Pero de momento, hay otro mensaje subliminal en todo este tinglado y es puramente económico. Al exhibir su poder, la presidenta quiere vender la potencia de Andalucía como tierra de inversión y dar seguridad al dinero de que aquí, pese a la coalición con 'los comunistas', que tal cual aparece en los mentideros, hay grandes oportunidades, sin la inestabilidad catalana o madrileña. De momento le va bien. Los banqueros huelen la oportunidad y acuden, ninguno es un filántropo. Esa es la señal más evidente de su éxito. Pero si su discurso catalán contribuye a serenar las cosas Fainé, el presidente de La Caixa, le pone un monumento. Y el capital, en general, le deberá una.