Malala recibió en octubre de 2012 dos tiros por mostrar su repulsa a los fundamentalistas. :: PAUL ELLIS / AFP
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Europa premia a una Malala ignorada por Pakistán

La joven recibe el Sajarov por defender «con bravura» el derecho a la educación pese a la constante amenaza talibán

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La adolescente paquistaní Malala Yousafzai, de 16 años, es el nuevo premio Sajarov y se presenta como la gran favorita para recibir hoy el Nobel de la Paz. El Parlamento Europeo ha reconocido «la increíble fuerza de esta joven que defiende con bravura el derecho de todos los niños a recibir una educación. Un derecho que se rechaza muy a menudo a las mujeres», afirmó el presidente de la Cámara, Martin Schulz, en el comunicado en el que se hacía oficial ayer la entrega del galardón, que rinde homenaje a personas u organizaciones que han dedicado sus vidas o acciones a la defensa de los derechos humanos y de las libertades y que en anteriores ocasiones recayó en figuras como Nelson Mandela o la opositora birmana Aung San Suu Kyi .

Tal como le ocurrió en julio en la sede de Naciones Unidas el día de su decimosexto cumpleaños, la joven activista que salvó milagrosamente su vida tras un ataque de los talibanes volverá a llevarse una cerrada ovación cuando viaje a Estrasburgo el 20 de noviembre para recibir el premio. En EE UU, Malala emocionó a la ONU con su petición de «educación para todos los niños» y al subrayar que «un libro y una pluma pueden cambiar el mundo».

«Muchas gracias a la Unión Europea, es un gran honor recibir este premio. No es solo un reconocimiento, es también un espaldarazo a mi trabajo en favor de la educación», dijo la joven, de visita en Nueva York para promocionar su nuevo libro 'Yo, Malala'. Del mismo modo dijo sentirse orgullosa al estar nominada al Nobel de la Paz y añadió que si se lo concediesen «sería un gran honor». No resulta un sueño improbable ya que aparece como indiscutible favorita en las quinielas y su nombre suena con fuerza en los medios noruegos.

En un año la vida de esta adolescente ha dado un giro de 360 grados. El 9 de octubre de 2012 un insurgente la esperaba para matarla a la puerta de su escuela en Mingora, al noroeste del país. «Abrió un capítulo marcado por la obscenidad y era necesario cerrarlo cuanto antes», declaró entonces a la agencia AFP Ehsanullah Ehsan, portavoz de Tehrik e Taliban Pakistan (TTP), alianza de grupos fundamentalistas, que reivindicó el ataque.

Bajo el seudónimo de Gul Makai, Malala saltó a la fama en 2009 por escribir un diario sobre su día a día bajo la tiranía talibán. Sus relatos, publicados en el canal en urdu de la BBC, conmovieron al mundo.

El anonimato de la niña terminó cuando le concedieron el Premio Nacional de la Paz, un reconocimiento que le puso en el punto de mira de unos grupos insurgentes que la acusan de ser «una persona de mentalidad occidental que habla contra nosotros». Nada más conocerse que era la ganadora del Sajarov, la agencia AFP se puso en contacto con otro portavoz talibán que afirmó que «gana premios porque trabaja contra el islam. Los talibanes tomarán como blanco a Malala tanto si está en EE UU como en Reino Unido».

Residente en Reino Unido

La amenaza yihadista no es lo único que cierra las puertas de Pakistán a Malala y a su familia, que desde el ataque residen en Birmingham, donde la joven ha sido operada en varias ocasiones para recuperarse de los dos disparos que recibió en cuello y espalda. Los proyectiles no acabaron con su vida y en estado de coma fue evacuada desde Pakistán a Reino Unido. «¿Dónde estaba? ¿Quién me había traído? ¿Dónde estaban mis padres? Estaba aterrorizada. Lo único que sabía era que Alá me había bendecido al darme una nueva vida», cuenta la adolescente en su autobiografía, 'Yo, Malala', publicada esta semana en cinco lenguas.

La noticia del galardón de la UE -por delante de otros nominados como Edward Snowden, el exinformático de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense que reveló la vigilancia sistematizada a escala mundial, y los presos políticos bielorrusos Ales Bialiatski, Eduard Lobau y Mykola Statkevich- apenas tuvo eco en la prensa paquistaní. «En los medios en inglés la ignoran y en los medios en urdu directamente la tachan de agente de la CIA. Para el paquistaní normal Malala es agente de EE UU y el ataque contra ella fue un montaje para que ahora hable mal del país en los foros internacionales», apunta Ana Ballesteros, Doctora en Estudios Árabes e Islámicos y autora del libro 'Pakistán'.