El escritor estadounidense Elmore Leonard durante una entrevista. :: AP
Sociedad

Elmore Leonard, el último salvaje de la novela negra

El prolífico escritor, adaptado al cine por Tarantino y Soderbergh, fallece a los 87 años tras no recuperarse de un derrame cerebral

BILBAO. Actualizado: Guardar
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«Te pasas la vida saliendo de la cárcel y volviendo a empezar desde cero». La cita, paradigma de los chispazos de ingenio que proliferan en el universo literario de Elmore Leonard, fallecido ayer a los 87 años en su casa de Detroit tras sufrir un derrame cerebral el pasado 29 de julio, es, en cierto modo, la declaración de principios de un autor prolífico e intenso que entendió la redacción de cada una de sus 45 obras -se hallaba inmerso en la preparación de un nuevo libro- como un proceso catártico.

La novela negra anglosajona ha perdido a uno de sus grandes clásicos, quizás el que mejor supo conectar con un lector hambriento de historias protagonizadas por personajes de carne y hueso enfrentados a circunstancias extremas, poniendo en tela de juicio la decencia de sus acciones. ¿Su lema? «El mejor método para no equivocarse es no meterse en problemas».

Nada propenso a la pretenciosidad, pues no se ruborizaba cuando afirmaba sin reservas que escribía sobre crímenes porque «era un género muy popular», sus retratos íntimos de los bajos fondos de la ciudad, siempre desde la óptica del realismo sucio y concediendo un mayor peso a la cadencia del diálogo que a la precisión de la trama, eran una materia prima muy codiciada en los despachos de la industria hollywoodiense, que no dudó en poner en bandeja de plata a cineastas visionarios como Quentin Tarantino y Steven Soderbergh la adaptación cinematográfica de algunos de sus mejores relatos.

Nacido en Nueva Orleans en 1925, su familia pronto se mudaría a Detroit, capital a la que fue destinado su padre, un destacado gerifalte de General Motors. Educado con los jesuitas, el joven Leonard no tardó en descubrir sus mayores pasiones gracias al influjo del imaginario colectivo de la época: las armas (Bonnie y Clyde eran la pareja de ladrones más 'cool' de la Gran Depresión) y los deportes (los jugadores de los Tigers, el equipo local de la liga de béisbol, se convirtieron en sus héroes de la adolescencia).

'Superventas'

Finalizada su etapa académica, sirvió en la Marina en el sur del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. En el infierno de las trincheras conoció la obra de Ernest Hemingway, una de las referencia más significativas de aquellos primeros westerns -«una vía de escape durante el macartismo cuando uno se identifica con las almas descarriadas»- que publicó mientras elaboraba anuncios para Chevrolet en una agencia de publicidad. 'Un hombre', su quinta propuesta literaria, aún está considerada como una de las cumbres de la narrativa contextualizada en el lejano Oeste.

En 1974 llegaría su primera novela policíaca, 'Un caso de extorsión', y asentaría cátedra como 'superventas': «lo que verdaderamente retrata a tus criaturas es cómo hablan, ya que la trama o, incluso, el desenlace apenas importan». Venerado por camaradas de profesión como Stephen King y Martin Amis, el 'Dickens de Detroit' consideraba que el escritor cumple un papel no intrusivo en la obra, porque «nunca debe exponerse por encima de sus personajes, distrayendo al lector e interrumpiendo el ritmo del diálogo». Lo cierto es que dotaba a sus líneas de la musicalidad de una partitura, intención que justifica el odio que profesaba hacia 'La perversa', una adaptación que repudiaba por obviar «el sonido de su escritura».

Reclamado recientemente por la ficción televisiva (los guionistas de la catódica 'Justified' bebían de su 'Fire in Hole'), el cinéfilo aún puede rememorar su extraordinario olfato comercial con un vasto legado de títulos como 'Jackie Brown', la incomprendida obra maestra de Tarantino, 'Un romance muy peligroso', con George Clooney y Jennifer López, o 'Cómo conquistar Hollywood', un regalo a la medida de John Travolta.