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El periodismo es lo que va de la alegría al atragantón y lo que pasa a la vuelta. Vives como un ciego en un triciclo ante un semáforo en ámbar. Con los años te acostumbras a la sensación hormigueante de pasar los días encañonado por lo que haces y consigues dormir casi todas las noches. Como los gordos se hacen a su propio peso, como si se te durmiera un pie. No es heroicidad, ojo; héroes son los periodistas que se juegan la vida. Pero sí que arrastra uno esa sensación de hurgar constantemente las espoletas de una bomba, de jugar a cogerle los huevos a un mono. Luego vas a casa, bañas al bebé y desconectas. Sólo a veces te sobresaltas de noche con la conciencia sobrevenida de la posibilidad de que un error, un dato, una coma mal puesta te pueden quitar los pies del suelo. Ya le pasó a fulano y a mengano, y piensas cómo se los pasaron por la piedra. También te das cuenta de que realmente el texto de ayer era infumable y que hace demasiado que no sacas una exclusiva. Has perdido la magia. Entonces piensas por qué dejaste farmacia.

Pero después vuelves al curro y en la radio del coche suenan los Black Sabbath a tres bombas y en el tiempo que dura la cola de un semáforo eres el puñetero rey del mundo. La redacción es un polvorín poblado de locos vibrantes y precisos. Te das cuenta de que esos tipos son unas máquinas. La gente vuelve a gritar titulares y números de páginas. No hay un dios que termine el reportaje de mañana y asistes con distancia a la película de espadachines en el que se ha convertido tu vida. Recuerdas con estupor lejano los días en los que 'no pasaba nada'. Suena el teléfono y a uno de esos compañeros con los que tomaste la Colina de la Hamburguesa doce veces seguidas con un tirachinas en la mano le han dado su segundo premio Cádiz de Periodismo. Recuerdas cómo Dani Pérez siempre se pasó por el forro el abismo del tercer párrafo de sus textos, que es como saltar el Gran Cañón del Colorado dando una voltereta. Y que siempre fue grande. Esta noche abrirás una botella de vino. Viva el periodismo, qué puñetas.