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Una fauna carnavalesca

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En un país donde supuestamente los registradores de la propiedad y notarios son más torpes que los topos, los fiscales defienden como leones a los imputados y los alcaldes tratan como ratas al que le grabe en un pleno, no es extraño pensar que esta sociedad esté repleta de una fauna animal por la conducta que perpetramos. Una parte de esa sociedad somos también los que añadimos conjuntamente a nuestro rol particular, el carnaval como actividad. Basta echar una simple ojeada en nuestra fiesta y nos encontraremos con una lista interminable de especies del gran reino animal.

Poseemos pavos reales, que son esos conocidísimos comparsistas vanidosos, que despliegan sus plumas siempre que pueden y que sin embargo ponen cara de pez si le preguntas quién era Sagasta, por ejemplo. También nos encontramos con los castores, que son esos autores que se dedican a poner troncos o trabas en esos ríos donde fluya cualquier atisbo de evolución para nuestro Carnaval. Nos aparecen sin falta los perros falderos que babean alrededor de un autor, pero que mueven su rabo a la llamada de otro con más caché. Avistaremos a buitres esperando un desfallecimiento para devorar tus restos corrompidos. Aficionados como gatos panza arriba, defendiendo a muerte a su agrupación y después invisibles como cucarachas en cualquier manifestación por la defensa de un simple recorte social. Tropezamos con besugos, camarones y borregos que se dejan arrastrar por las corrientes sin el más mínimo sentido de criterio propio. A presidentes del jurado como jirafas, que te miran desde su altura y miembros de éste como hienas hambrientas que acuden para devorar un catering del Faro. No podían faltar los avestruces, que esconden sus cabezas bajo tierra para no firmar cualquier pensamiento disidente. Autores como cabras o como monos que saltan de un lado a otro para probar fortuna o que imitan por escasez de creatividad. Una fauna tan larga que es imposible de resumir en trescientos cuarenta y siete caracteres.

A mí, de seguro me dirán que soy una pulga, primero por mi estatura y segundo por lo que pico.