CÁDIZ

Madrugada de barrio y negro

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Como una cara y una cruz, Cádiz aprovechó el Lunes Santo hasta su última esencia. Lo hizo de La Viña a San Francisco, de la bulla al recogimiento, de la alegría a la sobriedad y el luto estricto. Tal y como marcaban las predicciones, la noche cerrada respetó y lució perfecta para contemplar procesiones en la calle, con unas temperaturas que invitaban a multitud de gaditanos a disfrutar de las recogidas. Dos brillaron especialmente, la de La Palma y la de Vera- Cruz, una y otra, la antítesis en una jornada brillante. La Palma andaba ya buscando su barrio cuando Prendimiento abandonó la Carrera Oficial arropada por un buen detalle de Columna, la hermandad de San Antonio recibió corporativamente en la puerta de su templo a la hermanad del Carmen.

Mientras, en La Viña, los vecinos vivían su particular apoteosis. La llegada de la hermandad a zonas como la plaza Pinto fue contemplada por multitud de gaditanos que se agolpaban en las aceras, balcones, azoteas e incluso delante de los pasos. Hasta en algún punto remoto a Cádiz estaban pendiente de la recogida de La Palma. Es el caso de unas vecinas de la plaza Pinto que apostadas con sus portátiles en el balcón, enseñaban a través de 'webcam' el paso del palio de la Virgen de las Penas. Con la llegada del palio a la esquina de José Cubiles, se vivía uno de los momentos más especiales de la noche. La Virgen esperaba en la esquina, mirando hacia la calle Virgen de las Penas y la intersección de la calle de La Palma. Allí asomaba el impresionante misterio del Cristo de la Misericordia bajo los sones de 'Bulería de San Román' bajo los acordes de Vera-Cruz de Utrera, estreno y acierto de la hermandad. El caminar desataba los vivas y saetas, mientras que la Virgen emprendía su marcha. Para ella sonó 'Pasan los Campanilleros', marcha con la que la cuadrilla de Ramón Velázquez superó las estrecheces de la calle, para ir buscando la recogida.

En otro punto de la ciudad, Vera-Cruz descontaba las horas en la calle. Lo hacía de vuelta a San Francisco, por una calle San Pedro totalmente a oscuras y entre el recogimiento y el luto. La hermandad estrenaba parte del recorrido ya que en San Pedro giró a Sagasta para salir a la plaza de San Francisco. Un cambio con el que acortó tiempo pero perdió la estampa de San Pedro con Beato Diego. Un acierto si se atiende a que el palio de la Virgen mostraba ciertos problemas en su caminar, hecho demostrado con los fondos que tuvo que dar en varias ocasiones sin ni siquiera dejar terminar la marcha. Con la alegría del Nazareno del Amor ya olvidada, la plaza de San Francisco se sumergía en el luto de la Virgen de la Soledad en su palio de orfebrería rocalla y bordados platas sobre negro. 'Jesús de las Penas' fue una de las últimas marchas que sonó para Ella. La noche agotaba sus horas, ya en la madrugada de un Martes Santo que, ya a esas primeras horas, se dibujaba como incierto.