CÁDIZ

COMBATIR LA VIOLENCIA DE GÉNERO

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El lunes fue el Día Internacional del Hombre y el Mundial de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica; el martes el Día Universal de la Infancia y de la Industrialización de África; el miércoles el Mundial de la Televisión, de la Filosofía y de la Espina Bífida; el jueves el día internacional de la Música; el viernes, de la Palabra y de los Sin Techo. El de ayer parece que nadie lo tenía reservado. Y hoy toca el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Supongo que todo aquel que recoge firmas -o lo que quiera que se haga para declarar un Día Internacional de lo que sea- lo hace de muy buena fe. Pero las cosas, por buenas que sean, a base de repetirlas, pierden fuerza. Personalmente creo que este tipo de iniciativas no son especialmente efectivas, aunque bien es cierto que tampoco hacen daño. Quizá, al haber asuntos tan variopintos, puede dar pie a que se frivolice con asuntos verdaderamente serios. Como por ejemplo, el elegido para hoy.

Si verdaderamente queremos luchar contra la lacra de la violencia de género, hay que empezar por destinar medios que de verdad permitan hacerle frente. Y administrar esos medios -económicos, obviamente- de manera eficaz en tres vertientes. Por un lado, la educación. Aprender desde pequeños que hombres y mujeres somos iguales. Pero hacerlo en serio, no de cara a la galería. No ya para evitar agresiones físicas, sino para que nuestros cerebros asuman de una vez que -gestación aparte-, en todo lo demás no hay ninguna diferencia. A los políticos, como en tantas otras cosas, se les llena la boca con el tema, pero les pongo un ejemplo muy clarificador. La semana pasada, en el acto de inauguración de la Cumbre Iberoamericana en el Falla, había decenas de altos cargos de 22 países. El 80% iba con corbata. Sólo el 20% con falda. El poder, en casi todos los países y las empresas, sigue estando en manos de los hombres. Si alguna vez conseguimos que haya igualdad en eso al margen de los órganos genitales de cada cual, daremos el primer paso real para acabar con la otra lacra, la de la violencia.

De momento, hay que combatirla con hechos y no palabras en otras dos vertientes: la prevención y la atención a las víctimas. Cueste lo que cueste y desviando partidas de donde haya que desviarlas. Hay prioridades -más en estos tiempos-, y sin duda ésta es una de ellas.