Las dependencias de Hacienda, con vigilancia privada. :: C. C.
SAN FERNANDO

La historia de un desfalco

Achaca la pérdida del dinero a la falta de control en Hacienda de la que se aprovechaban los cajeros, sin que nadie tuviera interés en las irregularidades El Ayuntamiento relata, en su demanda, cómo ocurrió el robo

SAN FERNANDO. Actualizado: Guardar
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¿Cómo se han podido perder 7,8 millones de euros sin que nadie se diera cuenta? La demanda que el Ayuntamiento ha presentado en el Tribunal de Cuentas lo deja bien claro: exceso de confianza, falta de control y caos financiero con un importante retraso en la contabilidad. Éste es el «caldo de cultivo», tal y como recoge el propio escrito, que propicia un alcance «desorbitado» durante varios años.

El 10 de junio de 2002 es el día en el que comienzan a surgir desajustes en la caja municipal. Hasta el 29 de abril de 2004, esas cantidades se habían podido justificar al no ser elevadas, pero en esa fecha la cifra comienza a ser alarmante con una diferencia entre el saldo contable (lo que debería haber en caja) y el real (lo que realmente hay) de 400.000 euros. Por ello, desde ese día se comienzan a manipular las hojas de caja, el documento que se utiliza para revisar el estado de las cuentas. Según la demanda del Ayuntamiento se manipularon 1.215 hojas de caja. Aunque, ¿cómo nadie se dio cuenta? Según la demanda, por exceso de confianza. Se daba por buena la explicación de los cajeros de que las diferencias entre el saldo contable y el real era porque se contabilizaban los valores como efectivo y no había dado aún tiempo de ponerlos al día. Nadie hizo nada por verificar esta versión y al final todo el personal dio por válido de que los 7,8 millones de euros, que en los programas informáticos aparecía que debía haber en caja, era una cantidad ficticia que provenía de un fallo del arrastre de la contabilidad. Claro que debería de haber saltado en los arqueos ordinarios y extraordinarios.

El problema según la demanda es que no se hicieron arqueos ordinarios y en los extraordinarios hay irregularidades a las que nadie les puso remedio, para casar la cifra contable de la caja con lo que había en valores. A pesar de las cifras alarmantes y las diferencias nunca se hace un recuento físico de la caja.

Es más, las hojas de caja no aparecen firmadas ni a los cajeros se les exige esa firma, por lo que nadie se hace responsable de las cuentas de la caja. Y todo ello, cuando los cajeros pedían más dinero para nutrir la caja (cuando un vistazo a las cuentas verifica que no hacía falta) sin que el interventor y la tesorera cuestionaran las peticiones.

«Resultaba que la fiscalización de la caja en metálico no era efectiva, no se adoptaron medidas ante el desfase del saldo metálico y el contable, dando por buena las explicaciones de los cajeros. Los interventores aprobaban las cantidades informadas por el cajero en los arqueos verificando las cantidades con su firma. Igualmente daban por buena las necesidades de financiar la caja».

En definitiva, que según la propia demanda que ahora defiende el Ayuntamiento, el desfalco fue posible porque nadie puso interés en las irregularidades que eran conocidas y les valían con las excusas de los cajeros.