Un investigador coloca un detector en una 'apis melífera' en un ensayo. :: RICK SCIBELLI
Sociedad

El ocaso de las abejas

Los científicos barajan diversos factores como causa del 'sindrome del desabejado', fenómeno que afecta sobre todo a los países desarrollados El laborioso insecto desaparece en todo el mundo sin que la ciencia sepa explicar las causas

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres». En el año de las teorías apocalípticas, esta profética frase de Albert Eintein toma un inquietante sentido. Desde el años 2000 las colmenas de todo el mundo se ven diezmadas sin causa conocida, provocando ansiedad en apicultores y agricultores que dependen, como el ecosistema, de este laborisoso insecto.

Las consecuencias de la desaparición de las abejas no solo conllevarían la pérdida de los productos creados directamente por los himenóptero, sino también entornos y campos de cultivo: el 35% de la producción agraria depende de ellas, además equilibrar muchos ecosistemas que no existirían sin su interacción. Los países del sur de Europa (entre ellos España, que sufrió especialmente el denominado 'síndrome del desabejado' en 2005) dieron la alarma, pero no fue hasta hace siete años, cuando el problema afectó a EEUU y saltó a los medios de comunicación. Desde entonces se buscan los orígenes de este raro y grave fenómeno que podría tener múltiples causas.

«Creemos que existen tres posibles razones. La primera parece estar motivada por la acción de la 'Varroa destructor', un ácaro que infecta a las abejas y las debilita hasta acabar con la colmena. Si no se trata, puede hacer que ésta muera en dos o tres años», explica Mariano Higes, investigador principal del Centro Apícola de Marchamalo (Guadalajara), laboratorio de referencia en Europa. Existe en la actualidad un programa nacional para combatir esta infección, pero el tratamiento a veces no es efectivo por su incorrecta aplicación.

Otro posible culpables de la misteriosa desaparición de las abejas es el microhongo 'Nosema ceranae' , descubierto por el centro que dirige Higes. «Es un parásito exótico que solo afectaba al tipo asiático, pero que puede haberse contagiado a la 'apis melífera' -abeja de miel-», expone el experto. Sus efectos solo se manifiestan sobre los especímenes adultos, a los que ataca el sistema digestivo impidiendo que coman, por lo que se debilitan y mueren. Como mecanismo de defensa, las abejas no vuelven a sus colmenas, que llegan a quedar casi vacías. Aquí también interfiere el factor del cambio climático: «Las temperaturas están tomando valores extremos y hemos observado que 'Nosema ceranae' se está reproduciendo con éxito, motivado por las nuevas condiciones climáticas, beneficiosas para el patógeno», clarifica Higes.

Influencia de pesticidas

El último condicionante que apunta el investigador son los insecticidas de tipo neonicotinoide: actúan sobre el sistema nervioso de muschos seres vivos que perjudican los cultivos, también a las abejas. «Sin embargo no hay estudios que certifiquen la relación directa de este tipo de sustancias y el síndrome del desabejado. Es cierto que se ha demostrado que en agricultura muy intensiva, donde se utilizan los insecticidas de forma más frecuenta sí que las afecta, pero no se puede demostrar que este motivo sea el único para explicar este fenómeno», asegura el investigador.

Varios de estos pesticidas se encuentran en el punto de mira de gobiernos, científicos, ecologistas y apicultores. La última polémica fue la prohibición en febrero del 'Cruiser OSR' en Francia, al que se acusa de desorientar a las abejasy de impedirles regresar a sus colmenas. Tras este paso, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) investiga el efecto de los neonicotinoides en el descenso de las poblaciones de abejas. Desde el Ministerio de Agricultura afirman que esperarán a los resultados definitivos del estudio de EFSA, «en la misma línea que la mayoría de los países miembros de la Unión Europea».

El pasado mes de mayo la Comisión Europea anunció que invertirá 3,3 millones de euros en la investigación de la inquietante desaparición de las abejas. España, integrada en el programa, determinó en un principio que tres laboratorios (el Centro Apícola de Marchamalo, la Universidad Complutense y la Universidad de Córdoba) participarían en el estudio, aunque en el último borrador quedaron fuera dos de los centros universitarios de Madrid y Andalucía. Esto causó un gran revuelo entre grupos de apicultores, como la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), que considera que la teoría del equipo de Higes es «anacrónica», ya que «no ha sido reconocida por la comunidad científica».

Antonio Babiano, presidente de Cooperativas Agoalimentarias, también critica los estudios. Estima que «no tiene en cuenta otros factores ambientales como el abejaruco o la calidad del polen». Debido a las polémicas, el Ministerio de Agricultura ha optado por nombrar titular al Laboratorio Central de Veterinaria de Algete como investigador de las muestras. «Debido a presiones externas hacia el Gobierno, al final se ha optado por la vía de contentar a todos», se queja el investigador.