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Efecto mariposa

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Hace tiempo que a nadie se le ocurre nada nuevo para darle frescura y aliciente a nuestro concurso. El concurso no puede concebirse cada año como un simple acto más de nuestra fiesta, y menos como un lugar a donde vamos los borregos a pastar sabiendo la mayoría de antemano el final que nos espera. Cada año es lo mismo, nada cambia, todo es muy previsible. De las 140 agrupaciones que se presentan al concurso, la mayoría de nosotros atinaríamos, incluso antes de que cantaran, cuales no pasarían las preliminares o en qué fase del concurso se quedarían eliminadas. Incluso diría más, sin escuchar todavía a ninguna agrupación de este año seríamos capaces de nombrar los cuatro primeros premios de cada modalidad con un error casi ínfimo. Algo está fallando. El concurso cada día se parece más a la liga de fútbol, en donde el Madrid y el Barcelona son los únicos capacitados para ganar cada año. Es como un coto privado donde el derecho de admisión está reservado. Existe lo que se llama efecto mariposa. Cuantos más premios, mejor grupo, cuanto mejor grupo, mejores autores interesados, cuanto mejores autores, mejores directores, cuanto mejores directores, más prestigio, cuanto más prestigio, más contratos, cuantos más contratos, más dinero, cuanto más dinero mejor tipo, mejor puesta en escena, etc. y así cada año la bola de la fama va creciendo más y más llevándote en volandas cada Febrero a la final. Cría fama y échate a dormir, que dicen, y por desgracia a muchos autores le está pasando esto.

Cuando el éxito ciega impide que veamos el reguero de cadáveres carnavalescos que dejamos en el camino con un gran repertorio. Autores a los que por el simple hecho de no ser nadie o mejor dicho de no dejarle ser nadie, nunca llegarán a serlo, ni se le dará la oportunidad de demostrar su valía, incluso de ganar un año, a no ser claro, que diera un pelotazo tan grande que tambalease hasta el palco del jurado.

Este concurso se ha convertido en el cortijo de unos cuantos en donde los señoritos han marcado sus lindes con tan solo el peso de su fama.