CÁDIZ

Toda España cabe en el Oratorio

El acto de homenaje a los diputados doceañistas reúne en Cádiz a las máximas autoridades del paísEl Rey destaca en su discurso el papel de los gaditanos en la conquista histórica de la libertad

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Cádiz en el germen y en el culmen. Cádiz como referente y como símbolo. Para una ciudad a menudo chovinista, acostumbrada a cantarse a sí misma para olvidarse del olvido recurrente, era no solo justo, sino también necesario el homenaje que todo el país le rindió ayer.

Se había dicho que Cádiz volvería a ser capital de España doscientos años después, y era verdad. Todos los poderes del Estado estuvieron representados al más alto nivel en el homenaje a los diputados doceañistas que se celebró al mediodía en el Oratorio de San Felipe Neri. Todo estuvo a la altura de las circunstancias. El templo lució como nunca en su reapertura después de varios años siendo rehabilitado. El programa discurrió tal y como estaba previsto. Las autoridades pronunciaron discursos llenos de contenido y por momentos emocionantes.

Las personalidades fueron llegando de forma escalonada. Los ministros llegaron juntos, en microbús. También hubo representantes del ejército, la Iglesia y la clase política. Pero todas las miradas estaban puestas en los Reyes, que llegaron a la plaza de Santa Inés con una puntualidad casi británica. Allí, a las puertas del Oratorio, les esperaba una comitiva compuesta por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría, el presidente del Congreso, Jesús Posada, el del Senado, Pío García Escudero, el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, los presidentes del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial, Pascual Sala y Carlos Dívar, respectivamente, y la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez. Solo ellos, porque las medidas de seguridad que cortaban cualquier acceso a la zona impidió que los ciudadanos se pudieran acercar a saludar a sus representantes.

Nada más llegar descubrieron una placa conmemorativa en la fachada del Oratorio en la que se lee: «Sus majestades, los reyes don Juan Carlos y doña Sofía, en homenaje a los diputados doceañistas en el bicentenario de la primera Constitución española. Cádiz 19 de marzo 2012».

A continuación se produjo su entrada en el templo, en una estampa que recordaba a las de los grandes acontecimientos reales. Pero no era una boda, ni un bautizo, era una confirmación, la de Cádiz como cuna de la libertad y del Estado de Derecho. Los presidentes del Senado, el Congreso y el Gobierno, en ese orden, fueron glosando el papel de Cádiz en la historia de España en este doscientos aniversario de la Constitución de 1812. García Escudero se refirió a la Pepa como un «mito» que «sentó las bases para un futuro de libertad, paz y prosperidad».

Jesús Posada, por su parte, consideró que la Constitución de 1812 es «uno de los acontecimientos más relevantes de la historia de España». El presidente del Congreso dijo que el texto que ayer era objeto de homenaje introdujo a España «en la senda de la modernidad y la libertad». Además, aseveró que esta efeméride brinda la oportunidad de mostrar el reconocimiento que merece la monarquía, «encarnada admirablemente en la persona del Rey». El presidente del Gobierno ensalzó el espíritu de la Constitución de 1812 como inspiración para superar los momentos adversos que atraviesa nuestra sociedad. «Cuando la pesadumbre atenaza la vida de la nación, los españoles siempre hemos sabido reaccionar con admirable fortaleza y determinación, apartando nuestras diferencias», dijo el presidente, que recordó que «los diputados nos enseñaron cómo en los momentos difíciles no hay que tener miedo a hacer reformas».

También Rajoy tuvo palabras de loa para el Rey don Juan Carlos, que con su brillante discurso se convirtió en el protagonista indiscutible del acto. En su intervención se refirió a la Constitución de 1812 como «uno de los episodios más relevantes de la historia de nuestro país». El monarca continuó diciendo: «Rendimos así tributo a Cádiz y a sus Cortes, eslabón decisivo en el esfuerzo por la liberación de la patria y símbolo de una empresa colectiva que benefició a España, a Iberoamérica y también al resto de Europa. Es mucho lo que la causa de la libertad debe a un pueblo que decidió ser dueño de su destino y que no se doblegó ante las dificultades».

Durante su alocución, don Juan Carlos hizo un repaso por la valentía de los españoles de la época, que no solo «no se doblegaron ante las dificultades», sino que «estuvieron muy por encima de sus máximas autoridades y que destacaron por su dignidad, heroísmo y generosidad», dejando en no muy buen lugar a su antepasado Fernando VII, que fue el responsable de la abolición de la Constitución de 1812 solo dos años después de su proclamación.

El Rey habló del papel inspirador de las Cortes de Cádiz, cuyo «espíritu de concordia, solidaridad y unidad», sirvieron a la nación para afirmar el actual Estado de Derecho en torno a la Constitución de 1978. Y no solo eso, sino que reclamó la pervivencia de ese espíritu de lucha para superar la situación actual. «En la labor de Cádiz, realizada en un difícil trance histórico, podemos encontrar la referencia y la inspiración necesaria para afrontar las serias dificultades por las que nuestro país atraviesa en la actualidad», dijo.

Vocación iberoamericana

Por otro lado, el Rey hizo hincapié en la «dimensión y vocación iberoamericana de la Constitución de Cádiz», ya que, «elaborada por diputados de ambos hemisferios, fue un referente clave y de gran influencia para los nuevos estados independientes iberoamericanos y también para otros muchos de Europa». Don Juan Carlos habló de la necesidad de estrechar lazos y potenciar la cooperación con las naciones del otro lado del Atlántico. En esa línea se refirió a la Cumbre de Jefes de Estado de Iberoamérica que la ciudad de Cádiz acogerá el próximo mes de noviembre, que supondrá una ocasión inmejorable «para seguir explorando y fomentando los mejores caminos del progreso compartido entre nuestros países».

La intervención del Jefe del Estado fue respondida con un caluroso aplauso de los asistentes que se prolongó durante varios minutos. Fue un espontáneo homenaje a la figura del monarca, del que Mariano Rajoy dijo que «ha hecho posible durante los últimos 36 años el funcionamiento regular de las instituciones democráticas». Su Majestad agradeció la ovación visiblemente emocionado, más en un momento en el que se tiene que enfrentar a la imputación de su yerno, Iñaki Urdangarín, por delitos de malversación de caudales públicos y prevaricación.

Fue un acto escueto, brillante por el nivel de los asistentes y sus intervenciones. Dio la oportunidad de reencontrarse con una joya de la arquitectura y de ver un avance de lo que será el Centro de Interpretación del Constitucionalismo del edificio anexo al Oratorio, con la proyección de un montaje audiovisual que formará parte de su contenido. Un acto que recordó a los españoles que Cádiz es germen y culmen, referente y símbolo.