MUNDO

Un nuevo horizonte para el cambio

Los constantes viajes a China y el anuncio del establecimiento de Zonas Económicas Especiales auguraban una apertura gradual

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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Pocos lugares son tan crueles como el río Yalu. No porque sus aguas se traguen a pescadores e inmigrantes ilegales, que también, sino porque la frontera que delinea esta arteria económica deja al descubierto el estrepitoso fracaso de la dictadura norcoreana. Durante el día el contraste entre ambos lados ya resulta más que evidente, aunque es necesario pagar cinco yuanes para descubrirlo en todas sus dimensiones a través de unos potentes prismáticos. Cuando llega la noche se convierte en una vergüenza nacional.

En la orilla norte, los rascacielos de la ciudad china de Dandong resplandecen con destellos de neón; en la orilla sur, sin embargo, las pequeñas edificaciones grises de la norcoreana Sinuiju desaparecen engullidas por la oscuridad. Solo rompen la negrura los tímidos chisporroteos de las velas que alumbran a sus habitantes -ellos siempre vestidos con colores oscuros y ellas forzadas a llevar falda- y las luces del 'puente de la amistad', que vertebra la parte oriental de aquel 'eje del mal' que acuñó el expresidente George W. Bush, y que sirve de válvula de escape económico al país más hermético del planeta.

Ahora, el fin del 'reinado' del Querido Líder ha llegado a su fin, y es hora de averiguar si los constantes viajes que hacía a China tenían como objetivo preparar la apertura del país. El caudillo norcoreano tomaba notas del modelo de Pekín, ese que combina elementos que parecen en principio incompatibles, economía de mercado y política comunista, y ahora será su descendiente, Kim Jong-Un, quien tenga que emprender reformas similares a las que puso en marcha Deng Xiaoping en el gigante asiático.

Atractivo para el capital

Un comunicado publicado por China y Corea del Norte hace unos meses confirmó que Pyongyang ya se ha decidido a crear tres Zonas Económicas Especiales (ZEE) en su territorio, al igual que hizo el Gran Dragón para abrirse al mundo. «Serán guiadas por el Gobierno, basadas en la empresa, y orientadas al mercado», aseguraron en el sucinto escrito. «Las zonas -que se encontrarán cerca de la frontera de Dandong- ayudarán a incrementar la inversión extranjera directa en la República Popular Democrática de Corea, que puede convertirse en un lugar muy atractivo para el capital foráneo», asegura Dai Yulin, secretario general del Partido Comunista chino en Dandong.

Porque no solo China está interesada en hacer negocios con el régimen norcoreano. De momento, el principal foco de atención está en las exportaciones de hierro norcoreano, que serán destinadas a abastecer la creciente demanda de Asia y África. Además, una minera británica, Global Steel Holdings, podría adquirir un porcentaje de la empresa estatal que explota las minas de Musan, donde se estima que se guardan reservas de más de 5.000 millones de toneladas métricas de hierro.

Por si fuera poco, Corea del Norte posee también uno de los principales yacimientos de tierras raras, los metales preciosos del siglo XXI, indispensables para la producción de tecnología. Según una consultoría china, S&F, esos depósitos tienen un valor de 6,6 billones de dólares (casi cinco billones de euros), que podrían servir de señuelo para captar una inversión extranjera que se antoja indispensable para el cambio de rumbo del país.