Editorial

Debate de verdad

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El debate televisado que hoy protagonizarán los dos principales candidatos a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, constituye una de las pocas oportunidades que los ciudadanos tendrán para asistir a la confrontación franca de propuestas ante los comicios del próximo 20 de noviembre. Por eso es necesario que ni las reglas establecidas para igualar el tiempo de intervención de Rajoy y Rubalcaba ni las reservas con las que ambos tratarán de evitar situaciones comprometidas acaben convirtiendo el encuentro solo en una versión más entretenida del cruce de mensajes e invectivas que vienen reiterando desde hace meses. El hecho de que se hayan citado en un único cara a cara durante la campaña obliga a uno y a otro a emplearse a fondo no tanto para descolocar al adversario sino para avanzar a los electores las intenciones que albergan y las iniciativas que tienen el propósito de llevar adelante si ganan las elecciones. Nada sería más frustrante dentro de una campaña empobrecida en argumentos que un debate que la ciudadanía perciba como amañado o tasado hasta el extremo de convertirlo en un pulso anodino de apariencias más que de contenidos.