Los obispos partieron en procesión desde el Seminario a la Catedral, allí los presentes dieron muestras de cariño tanto a Ceballos como a Zornoza. :: FRANCIS JIMÉNEZ
toma de posesión del nuevo obispo

«A Cai no le llaman Cai...»

Zornoza se dirige por primera vez a los gaditanos en una emotiva homilía

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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«A Cai no lo llaman Cai, que lo llaman relicario porque tiene por Patrona a la Virgen del Rosario». Con estas alegrías de Cádiz, un obispo extrovertido, alegre y con don de gentes se dirigió por primera vez a su Diócesis. Ese obispo de pelo cano y mirada alegre se llama Rafael Zornoza Boy y ayer habló por primera vez a la Iglesia gaditana desde el altar mayor de la Catedral. Lo hizo durante la homilía de su toma de posesión en un discurso en el que no dejó un tema por tratar. El primero, la propia Patrona a la que mostró con espíritu mariano sus intenciones de ofrecer su persona y su ministerio. Y después a su pueblo: «Me presento ante vosotros como el que viene en nombre del Señor, no tengo más credenciales». Con ese sentimiento de humildad, Zornoza fue más allá para matizar la toma de posesión que se celebraba ayer. «Me parece que más que tomar esta diócesis en propiedad para mí, soy yo quien se entrega a vosotros y sois vosotros quienes tomáis posesión de mí», puntualizó con cariño.

Y los presentes supieron agradecer la muestra de «amor» a un Zornoza que tuvo un recuerdo familiar muy especial: «Saludo a mi madre, muy enferma, que no ha podido venir y que se que nos ve y escucha». «Pedidle al Señor por mi», pidió a su Diócesis para después apuntar al sendero «de la Nueva Evangelización» - a pesar de «no saber» en este momento qué caminos pastorales hará de forma conjunta con su Diócesis- y animar a Cádiz a participar del año de fe, anunciado por Benedicto XVI y que se celebrará a partir de octubre del año próximo.

Zornoza hizo referencia a la Guerra Mundial de la que Europa «recuperó solo sus bienes» y se vio inmersa en «una sociedad del consumo» que supone «un imperio del egoísmo y en suma una falta de Dios». Lo hizo en clave optimista para resaltar: «En cualquier situación social, política, o económica, tendremos que luchar por mostrar la presencia de Dios en el mundo, que hace crecer lo humano. Este es hoy nuestro desafío, un reto providencial que debe hacernos reaccionar con ilusión, lejos de la resignación y del desaliento».

Ante el «escándalo de la pobreza general» el nuevo pontífice pidió recurrir al «bien común», por ello, no dudó en pedir «responsabilidad personal y profesional para acabar con el desempleo». Con esas palabras, la homilía llegó a su fin, no sin dejar a muchos con la conciencia clara de que la Iglesia gaditana inició ayer una nueva andadura, llena de nuevos aires.