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Pasión compartida por Hanna Montana y Santa Irene

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Colgada en la pared presidiendo el dormitorio de las niñas, Hanna Montana enseña dientes y marca posturita. La melena de la mofletuda rubia, por la que Mirna siente pasión, convive con una gran estampa de la madre Irene, una de las últimas en entrar en el santoral copto. Para el piano, sin embargo, que practica todos los días con un MK portátil en casa, Mirna prefiere a la libanesa Fairuz y al gran compositor egipcio Omar Jairat. Toca con concentración y algunas piezas incluso de memoria. Margo es más de Amro Diab, el guaperas que lleva más de 20 años enamorando a las adolescentes -y no tan jóvenes- egipcias.

Mirna tiene una gran amiga en el colegio con la que comparte secretos y muchas horas de videojuegos. Se llama Alia y es musulmana, «pero nosotras nunca hablamos de esas cosas», admite. Margo tiene también amigas musulmanas, pero hay una por la que sufre especialmente. «Yasmina, desde que invité a mi cumpleaños a varios chicos, dejó de venir con nosotras. Creo que su prima, que debe ser bastante fanática, le está calentando la cabeza», confiesa con tristeza, empezando a intuir que el mundo de los adultos en el que se adentra poco a poco será más complicado que el viejo patio del colegio.